Georgina Rey: Las claves de una gran actríz

Es una de las actrices más talentosas y trabajadoras del teatro porteño, realizando tres obras al mismo tiempo, con un alto nivel interpretativo. Combina su faceta artística con la producción. Georgina Rey toma un café con ECDL para charlar sobre las temáticas que atraviesan el teatro, los unipersonales femeninos, Harold Pinter y el público, entre tantos temas.  


-Georgina, fue un año de mucha actividad teatral. Tres obras, ¿no?

– Si, que no era lo planificado. Con dos ya era un montón pero iban a ser cuatro, con el unipersonal “La maldecida de Fedra” que finalmente no se llevará a cabo.


-¿Qué pasó?

– Acordamos con la producción que no era un buen momento del año para estrenarlo. Era un desgaste enorme ensayar un unipersonal en octubre y no había mucho resto para empezar. Había que armar una estrategia y era un esfuerzo de comunicación enorme, para la convocatoria. No estaban dadas las condiciones para hacerlo. Además, hubo muchos estrenos y el Festival Internacional en el medio. Muchas cosas que hacían que iba a ser mucho desgaste más allá de lo que saliese. No era estratégicamente correcto. Está pensado para el año que viene, incluyendo el reestreno por parte de Eleonora Wexler por dos meses. El proyecto me gusta pero también dejo las puertas abiertas a que el director convoque a otras actrices.


-Paralelamente, seguis con “Mi querida”.

– Si, vamos a hacer temporada en el Auditorium de Mar del Plata, los lunes y martes en enero y febrero, quizás hasta marzo. Dejamos descansar la obra en Capital y vamos para Pergamino y Mercedes. Me encanta girar con un espectáculo. Vamos a ir a La Pampa, Santa Fé y Uruguay y también nos aceptaron para el Festival de Valladolid. Quizás hagamos algo en la Casa del Bicentenario o la Villa 31, dos lugares en los que nos encanta hacer función. Girarla todo el tiempo, por todos los lugares que se puedan.


-¿Cómo fue hacer “Mi querida”?

– Es una puesta muy compleja. Los ensayos fueron geniales. Descubrí en Marcelo Moncarz –el director de la obra- a una gran persona. No lo conocía. Fue a ver una función de “El corazón del incauto” y se contactó conmigo por Facebook. Tuvimos una primera reunión en la que empezamos a hablar de “La maldecida de Fedra”. Después me contó que alguna vez tuvo los derechos de “Mi querida”. Me pasó el texto y le conté que me encanta tener unipersonales porque me permite tener otro color en mi faceta de actriz y productora. Poder girar y hacer lo que quiere por cualquier lado, lo cual es más difícil con elencos más numerosos. Me pasó el texto y me encantó. Había que hacerlo en un espacio pequeñito, muy íntimo. Todo fue confluyendo. Lo ensayamos en el verano y en marzo estábamos estrenando. Marcelo tiene una manera muy tranquila de dirigir. No te das cuenta que te está dirigiendo pero te está dirigiendo. Te va llevando.

Para mi, es un texto complejo porque es una mujer que decide ser feliz pese a todo. Es difícil de decir. Ella es feliz por negación por lo que te encontras diciendo cosas terribles, con las que no coincidís en absoluto. Esto fue muy movilizador. En un momento, me pasó un poco como con “El corazón del incauto”. Tenía que decir esos textos sin ningún prejuicio, sin juzgarla. Es una mujer que le pegan y dice que lo ama; ama aunque el otro le de todos los signos contrarios. Más que amar, busca ser amada pero es lo que nunca enuncia. Ella es a partir del reconocimiento del otro. Llega un momento en que te reís de lo que no podes creer. Su mundo es de acuerdo al otro…Es terrible. Como mujer, me siento bastante lejana. Navegar en esos mundos implica ponerte la camiseta y dejarte ser para que después el público lo complete.


-¿Qué te decía la gente cuando terminaban las funciones de “El Corazón del Incauto” y “Mi querida”, teniendo en cuenta a estas dos mujeres y sus particularidades?

– En “El corazón…” se solidarizaban mucho con María. En como sufría y hacía todo por amor. En “Mi querida” también….la gente era muy solidaria. Lo que pasaba en “Mi querida” es que venían muchas mujeres grandes. En la obra, a medida que el personaje iba enviudando, la veía que iban moviendo la cabeza y transitando la historia. Amar requiere cierto relegamiento y mimetización. El proceso de amar requiere entender el lenguaje del otro y mirarlo con otros ojos, que uno desconocía. Lo que uno no hacía antes, ahora le parece genial. “Que rica la pizza a cuatro quesos!” cuando antes te parecía espantosa. Con “Mi querida” hay un lugar donde a todos les produce una personificación. Había un momento que me producía mucho alivio era cuando ella decía “Que difícil es…que feo no tener una opinión. Con ellos podría haber opinado sobre cualquier cosa pero ahora, sola, no puedo opinar de nada”. ¡Este era el punto de diferencia! En el proceso de amar y con la identificación….pero no te vas a pelear con eso. ¿Cómo vas a amar desde lejos? Aquí tengo un aire, como actriz. Hay un punto importante de diferencia y ves quien toma esa frase y quien no. El público se deja atravesar por la historia de amor. La obra te pone en ese límite delgado que te pregunta “Donde estas?”. Como se refleja la mujer.


-¿Y los hombres? ¿Te dicen algo?

– Creo que se van más conmocionados por la actuación. La capacidad de pasar por estados tan distintos. Como pensar pero con un poco más de distancia. Aman de esa manera aunque piden ser amados. Me pasó con el unipersonal de “Yerma” que muchos me decían “Guau. Ahora entiendo lo que me decía mi mujer”. Se les abre otra posibilidad de comprensión, de visión. Ojala permita movilizarse con la otra visión. Hay determinados temas que incomodan o son formas de ser atravesados de otro lugar. El unipersonal plantea –sobre todo en “Mi querida”- un lugar muy pequeño, donde hablo con el público. Estando tan cerca, se habla y se mira, que es más fácil que el “hagamos como si fuera”, donde había algo que no terminaba de suceder. Los empecé a interpelar a ellos como si fueran mis vecinos, compartiendo mi felicidad.


-¿Y qué ves cuando miras esos ojos?

– De todo. Es muy fuerte. No es la manera más habitual de actuar. Tuve que ir haciendo un proceso muy interesante. Ahora la obra la pasamos a una caja italiana, que es el espacio al que me voy a enfrentar cuando salgamos de gira. ¡Los miro ahora desde el escenario! Es muy interesante el ida y vuelta. Miras y te miran. Hay mucha energía. Inclusive cuando alguno se quedó dormido. Cada uno es espectador como puede. El que está más expectante es con quien se trabaja más. Eso me lo dijo Mariano Mazzei, que tiene experiencia en los unipersonales. “Trabajá con el que está atento, no trates de convencer al que no está”. El que no lo está, plantea una pared o lo que sea. Se trabaja con el que está con vos. Hay un cambio de energía fuerte. En “Mi querida”, arranca y va. El personaje funciona cuando lo ves y también se produce el diálogo.

-¿Por qué hay tantos unipersonales femeninos?

– Mirá, hice dos e iba a hacer el tercero. Creo que somos más emprendedoras. Por necesidad de laburo y de expresión. Si tenes capacidad de emprender, es muy interesante el recorrido que podes hacer.

Las mujeres estamos en una época más del “decir”. Somos más “decidoras”. Además, hay necesidades que se van produciendo. También lo asocio a una dinámica de laburo, que te permite salir a generar. El tipo se banca más con el humor quizás pero tampoco sé si hay mucho texto de personaje masculino para unipersonales. No se cuanto hay escrito para que los varones hagan unipersonales. Sería interesante escuchar la voz de los hombres y la exigencia de su masculinidad que se le hace.


-¿Crees que la temática femenina se centra únicamente a la violencia de género, cuando hay un mundo detrás?

– Si, hay temáticas que se instalan. Lo pienso desde mi lugar de productora que también puede atraer más público. De la misma manera que se pone de moda el stand up o la familia disfuncional que ya me tiene….

Supongo que hay mucho de esto pero no me termina de resultar del todo atractivo. También es un proceso social. Antes de hablar de la feminidad, primero hay que hablar de eso. La violencia de género –que es lo que está ocurriendo ahora- como paso previo. Lo demás vendrá después pero hay una necesidad del proceso social que se está viviendo. Socialmente estamos en esta instancia pero si esto permite que se debata y hable, mejor. Es parte de un proceso. Hasta que no se entienda eso, hay que atender las necesidades de las partes las cuales no son las mismas. Por ejemplo, lo que para una persona hetero tener documento es algo simple, no lo es para la persona trans. Hay que pasar por todo eso. Son valores distintos. Socialmente se empieza a hablar de esto y en el caso de la violencia de género recién ahora está cobrando visibilidad. Bienvenida la hora que el teatro refleje los temas de los que se están hablando. Los que necesitan debate, reflexión. Que el teatro se sume a esto me parece genial.


– ¿Te sorprendió la repercusión que tuvo “El corazón del incauto”?

– Totalmente, y me sigue sorprendiendo. Fue todo muy de “un día para otro”. Me convocó Alejandro Ullúa y enseguida nos pusimos a ensayar. Me encantó trabajar con él con quien nunca había trabajado. Cuando se terminó de conformar el elenco fue una fiesta, con cierto nivel de inconsciencia que lo atraviesa. No me daba cuenta lo que se estaba haciendo. Cuando empezó a llegar la devolución del público, fue maravilloso. Era una jugada muy fuerte. Me encantaba hablar de lo que estamos hablando pero tenía dudas con respecto a la recepción del público. Cuando leí el texto pensé que María iba a ser un personaje tranquilo pero después fue cobrando envergadura. La primera vez que lo leí era más tranquila en su personalidad pero empezamos a trabajarlo. Hay personajes que requieren un punto más arriba. Trabajamos mucho sobre el texto. Originalmente era más larga y duraba casi dos horas. Las autoras permitieron este trabajo ya que para ellas también fue una prueba porque era una escritura conjunta. Fue divino ir descubriendo todo ahí.  Darle cuerpo a María fue genial.


-¿Fue tu personaje más difícil?

– No se si fue el más comprometido o difícil pero si el que más repercusión tuvo. Fue muy interesante llegar a otros públicos. Permitía otros juegos. Por ejemplo, desde el Programa Teatros para la Inclusión, que nos convocaron desde la Secretaría de Derechos Humanos de General Pueyrredon, hicimos una función para un colectivo muy marginal, con gente de la calle. Lo hicimos en la zona roja y se llenó el teatro. Ahí es donde se resignifica todo.

Lo mismo pasó con la obra “Bajo once metros de cemento”, sobre la vida de la secretaria de Hitler que hicimos dos funciones para los sobrevivientes del Holocausto.


– Otra obra que era muy fuerte…

– Si. Bueno, ese personaje fue muy difícil porque tenía que ponerle el cuerpo a sus palabras. Ella decía “era tan macanudo con nosotros. Un hombre divino, con sus perritos”. Una mujer que negaba después de cincuenta años lo que había ocurrido y seguía diciendo que Adolfo era “divino”. ¡Hay que decir eso! Y confiar en que, cuando vos lo digas con más verdad, el público va a terminar de leer el cuento. No hace falta que digas “esto es bueno”, “esto es malo”. “esto es amor y esto no es amor”, “asi se quiere y asi no se quiere”. Cuando con más verdad decis lo que el personaje tiene que decir, el público termina de completar. No podes pensar que el público es estúpido y aclararle todo por las dudas. Es un vicio y una tentación con la cual los actores debemos estar muy atentos. La pedagogía….Igual, es peor es diferenciar al decir “lo dice el personaje, no yo”. Entonces, ¿para que le pones el cuerpo? Contas una verdad, vas hasta el fondo y el público concluirá. Hasta que salte alguno diciendo “Viva Hitler” como nos ha pasado.


-¿Si?

– Si. Gente que claramente con que hablemos al respecto. Esto nos pasó en dos funciones. Una, que empezaron a putear a una colega tuya, diciéndole “negra no se cuanto” y a la salida estaban enardecidos. Después, ves como está la gente que no te lo dice y está asi. Un poco también pasó cuando hicimos “Las polacas” sobre la Zwi Migdal. Venía gente que te contaba que la fortuna familiar la había hecho su abuelo porque pertenecía a la Zwi Migdal. Te lo contaban con orgullo, felices de la vida! “Era importador. Claro, trata de blancas. ¡Que lindo, no!” Y ellos se quedaban duros.

Otra que nos pasó, con la obra de la secretaria de Hitler fue en uno de los corredores teatrales del Festival Mercosur. Además, era todo un desafío llevarla al interior porque, primero, no hay una colectividad judía tan grande como acá y segundo, hay bastante refugiado o familiar que no se sabe bien como llegó ahí. La cuestión es que era la primera función de teatro en el pueblo al que fuimos. Era todo un evento. De repente, cuando me doy vuelta y aparezco vestida de Hitler, diciendo los fragmentos de sus discursos, del fondo se escucha “Bravo” y aplausos. Te aseguro que se me subió el corazón a la garganta y me dije “De aquí, salimos con dignidad. Que me saquen con las patas para adelante”. Seguí con Adolfo y listo. Después nos enteramos que el tipo estaba apasionado porque había visto las fotos y pensó que era un actor. Entonces, cuando vio que todo lo resolvíamos las dos actrices, que yo hacía el Hitler, quedó fascinado. Después fuimos a cenar y era un divino pero en ese momento, lo primero que dije fue “Dios mio, estamos haciendo esto en el medio de una colonia de nazis y nunca nadie nos avisó”. En Chaco nos encontramos con una chica alemana, que era música y estaba enseñando trombón. Nos contó que sus abuelos habían formado parte del ejército alemán en la Segunda Guerra. Ahí conocí al nazismo desde otro lugar, con la chica absolutamente conmovida, contándonos de su abuelo nazi. En el interior hicimos como veinte funciones en lugares –algunos- de los más inhóspitos. Además, en el caso del Festival Mercosur, es maravilloso ya que te permite ir a lugares hermosos. Es un festival hermoso y te metes en los pueblitos para hacer teatro. La gente movilizada porque ese día es “el” evento. Te agradecen mucho que lleves esas obras.


-¿Cómo es hacer “El invernadero”? Las ultimas versiones de Pinter no fueron muy felices…

– Sin duda es muy difícil leerlo y más aun “verlo puesto”. Pero Alezzo es un conocedor. Lo comprende, lo decodifica y sabe transmitirlo. Llevarte a ese mundo y que se te vuelva familiar, tanto en el proceso de ensayos como para el público. O sea, se hace Pinter, a partir de un conocedor de su obra, que te permite acceder a través de una mirada avezada. En mi caso, nunca había trabajado con Agustín y trabajar con él es maravilloso. Fue una sorpresa y un orgullo que me convoque.  Segundo, Agustín quería hacerlo. Es un proyecto que nace de él. Es un profundo conocedor de ese mundo. Tenía clarísimo a donde quería llegar.  Con total confianza podías perderte en la búsqueda porque iba a saber decirte “Eso no es lo que quiere decir el autor…no es su voz…sigamos buscando”. Esta ahí, buscando con el actor, lo cual habla de su maestría. Hice casi un seminario de Pinter con alguien que sabe. Es muy enriquecedor descifrar un autor asi. La primera vez que lo leí quedé desorientada. “¿Y esto? Ahora explícamelo”. Otra forma de encarar el relato, completamente fragmentado. Su visión del mundo…La verdad, aprendí muchísimo.


-¿Se lo cita a Pinter más de lo que se lo lee?

– Y si…Da bien citar a Pinter.


-Si Georgina Rey no era actriz, ¿qué hubiera sido?

-Diplomática. Con audiencias enormes, viajando por el mundo, hablando temas importantísimos! Además, los diplomáticos son muy buenos actores.


-¿Cómo surge tu faceta de productora?

– Surgió hace muchos años, porque necesitaba comer y no soy una actriz de presentarse a casting a mansalva. No podia hacerlo. Me sentia muy mal. No lograba dar con esa info de donde y cuando eran y no conocia a nadie del medio… Una falencia personal.

Empecé por un amigo que tenía un centro cultural y necesitaba laburar. Me puse a hacerlo y pasé por todas las áreas. Llegué a la producción después de haber estado en la boletería, prensa…Llegué por decantación y produje mis espectáculos. Lo mejor que pude hacer fue aprovechar lo que ya sabía. Utilizarlo, cruzarlo y producir. Hacer produccion me sirvio para decodificar un mundo en el que como actriz, por inseguridad, pudor y desconocimiento, no sabia como insertarme.


-Si por la puerta de este bar entrase la Georgina Rey que recién empezaba a estudiar teatro, ¿qué le dirías?

– Le diría que confíe más. No es que era desconfiada pero si, temerosa. Que confíe más en ella y en su capacidad. Dale nena, dale para adelante.


 “El invernadero”. El Camarín De Las Musas. Mario Bravo 960. Viernes, 21 hs; sábado, 19 hs.

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