
Por Cecilia Inés Villarreal
En el marco de la segunda edición del Festival, tuvimos la oportunidad de ver, en exclusiva, una serie de cortometrajes nacionales e internacionales. Más allá de que el formato tenga una raigambre hogareña y artesanal, varios realizadores han incursionado en esta tecnología y la han utilizado para contar historias muy personales y en ocasiones, desplegaron semblanzas poéticas, donde la abstracción y el simbolismo se hermanan.
Vale añadir que el dispositivo es generoso en cuanto a las posibilidades creativas. En la mente del cineasta pueden anidar diversas influencias literarias, pictóricas y fotográficas. Son claras las referencias a la fotografía estenopeica, las rayografías de Man Ray, la fotografía pionera de Ansel Adams (del grupo F64), las experimentaciones con los juguetes ópticos, los antecesores de la fotografía (praxinoscopio, zootropo).

El tinte nostálgico y familiar también se percibe en la materialidad borrosa como un recuerdo, como si se tratara de los visores ópticos de las diapositivas de la década del 70 y del 80. La música es otro componente a deconstruir, que puede utilizarse como un aliado narrativo o no. En pos de la significación, la textura, el movimiento, lo sonoro y las elecciones visuales en el lenguaje, todo es válido. Ello dependerá de las búsquedas y obsesiones individuales.
A contracorriente de la remanida frase «Qué buenas fotos hace tu cámara», la habilidad reside en el fotógrafo, en el artista. En este caso, el realizador cinematográfico utilizará el formato y construirá un relato, una brevedad (o no, porque también hay largometrajes) , una condensación, en suma, una experiencia que para ser total, deberá ser disfrutada en la sala.
A continuación, una breve reseña de una selección de cortometrajes que se presentarán en el Festival:
- “Rosagante #2”, de Nadia Benedicto. (Argentina)
Las palabras y las imágenes se funden eróticamente. Los versos de Lola Navaja le dan intimidad musical al corto. Se producen distorsiones ópticas al compás de la poesía, en la cadencia de las palabras. Es provocativo y juguetón en el desarrollo narrativo. Ternura, madurez y corporalidad en estado puro.
- “Oracle”, de Youssef El Nahas y Leena Aboutaleb (Egipto y Grecia)
Este cortometraje es una carta de amor, una declaración y una despedida. Los escenarios naturales se ubican en Grecia y Palestina. El tono es lánguido, acompasado y los versos de Etel Adna otorgan una dulzura melancólica. El cromatismo desaturado transporta a una época feliz, a un sin tiempo. El Mediterráneo es el protagonista con todo lo que conlleva simbólicamente, en tanto el agua como vida y muerte a la vez. El paso del tiempo, los recuerdos y las reflexiones se dan cita en esta belleza visual. Las líneas que acompañan el corto pertenecen a Le livre de la Mer, de la artista visual y escritora Etel Adna, de origen líbano-siria.

- “Ehhh!”, de Santiago Doljanín (Argentina).
Este cortometraje pertenece a la sección Rescates (2012). Es interesante la fusión de lo visual y de lo sonoro. La letra «e» es protagonista y remite a una porteñidad ya que el director juega con el latiguillo y la vocal de los carteles de estacionamiento. Podría evocarse a una mini rave fílmica.
- “Self portrait in hell” de Federica Foglia (Canadá)
Los límites de la realidad pueden desdibujarse en las pesadillas. En este caso, el universo onírico se traduce como pintura en movimiento. La psicodelia de los colores saturados se enlaza con el diseño sonoro inquietante.
- “Lunette”, de Mark Street (Estados Unidos)
En este corto, se agiganta como si se tratara de los juguetes ópticos del siglo XIX, la presencia de la luz en la sociedad moderna. Sería un tipo de impresionismo animado. El frenesí dedicado al sentido de la vista en la actualidad, se combina con sonidos urbanos. Es interesante el uso de la macrofotografía para connotar el avasallamiento y la vorágine. Se destaca la geometría visual y el uso estratégico del sonido y de los silencios.

- “Diario de un alien abandonado” de Rubén Guzmán (Argentina)
Los finales, como las estrellas, se apagan sin tantas explicaciones. Parafraseando una de las citas del corto, de la adaptación libre de Picnic Extraterrestre de Arkady y Boris Strugatsky, el tono es apocalíptico. Filmado en la provincia de Chubut, en este planeta, los paisajes parecen de otro mundo. La fotografía podría evocar a la de Ansel Adams pero en este caso los planos son más cortos en pos de la cámara subjetiva y para otorgar dramatismo. La soledad y la asfixia se precipitan.
Del martes 25 al domingo 30 de noviembre de 2025. Sedes: Universidad del Cine de Buenos Aires, Kino Palais/Casa Nacional del Bicentenario, Museo del Cine de Buenos Aires, Centro Cultural La Tomada, Galería AnTnA.
