Huellas con retorno
Autor: Jean Luc Lagarce. Traducción: Laura Campodónico. Con Nadia Albarracín, Patrizia Alonso, Bea Galessi, Laura Otermin y Darío Serantes. Diseño gráfico: 3Boxes. Diseño y realización de vestuario: Danna Giménez Corbera. Fotografía: Evann Violeta. Diseño de iluminación: Malena Miramontes Boím. Directora asistente: María Inés Howlin. Dirección y Concepto de espacio y objetos: Darío Serantes. Duración: 60 minutos
Ítaca Complejo Teatral – Humahuaca 4027. Sábados, 18 h.
La oscuridad de la sala se quiebra por la voz de quien anuncia su retorno. El hijo vuelve. Cuatro mujeres lo reciben. Abuela, madre y dos hermanas. Hay que ver el estado interno y externo del desterrado. Se marchó de su casa tras un exilio forzoso. Como tal, el desarraigo –dicen- es como esa enfermedad que “si no te mata, te fortalece”. ¿Será este el caso?
El texto de Jean Luc Lagarce es riquísimo en sus variadas interpretaciones, siendo todas ellas correctas de acuerdo a quien aprehenda lo acontecido sobre tablas. Desde vínculos familiares irresolutos, atravesados por los mandatos hasta la búsqueda de un destino propio de libertad. Hete aquí que se abren dos historias, las del exiliado y la que sucede en el lugar abandonado. Por tal motivo, el texto se grita y se siente al tiempo que se habla tanto en primera como en tercera persona. Las mujeres reaccionan con sus reflexiones en voz alta sobre un pasado no pisado y la posición adoptada por cada una de ellas. Será el retorno del hijo, a caballo del axioma beatle de “Get back to where you once belonged”, el que haga volar «la paz hogareña», si es que hubo tal.
La ruptura de la cuarta pared construye el relato catártico de lo vivido y su resignificación ante un hecho que marcó un antes y después en la familia. No es necesario recordar que éstas no siempre son el marco ideal para que la persona crezca, se desarrolle y sea feliz. Es en ese punto donde el individuo debe tomar decisiones fuertes, de esas que tienen consecuencias futuras. Más aún si solo se esboza el motivo del destierro. Es más, la preponderancia del relato personal por sobre el diálogo es una toma de decisión sobre el comportamiento de la parentela. La lupa sobre el dolor de los sufrieron la pérdida por sobre el dolor del recién llegado.
La iluminación es fundamental no solo en sus climas sino en la creación de sentido. Otro tanto ocurre con el vestuario. Imposible no posar los ojos en los atuendos y sus colores. El amplio espacio escénico es tan envolvente como un mundo de sensaciones y deudas pendientes del corazón, que no han sido canceladas en tiempo y forma. Una planta alta y otra más baja, al nivel del piso como si fuera un cielo y tierra de profunda realidad. O un infierno y paraíso en el que solo tendrán acceso unos pocos, más allá de su jerarquía familiar o rasgo identitario. Una mesa centraliza las acciones que se llevan a cabo a su alrededor. Sean estas de descarga, violencia o amor.
Todo lo mencionado, producido por cortesía de una dirección certera. La creación de una proximidad que va y viene como las olas del mar llegando a la orilla. Al igual que éstas, el impacto varía de acuerdo al momento. El ritmo puede parecer lento y lleno de palabras pero es, precisamente lo que se establece como contrato de lectura. Su cadencia será armónica y atrapante. Por eso, no es extraño ver a la platea sentada casi en la orilla de su asiento, tratando de no perder detalle alguno. Nadie puede salir indemne de lo que se ve. Justamente por lo relatado, en el rubro actuaciones, prima el principio gestáltico del privilegio del todo por sobre la suma de las partes.
Inquietante y de variadas lecturas a realizar, “Estaba en casa y esperaba que llegara la lluvia” cuenta con una versión tan artesanal como contundente. Tiene lo justo y necesario para llevar adelante una puesta redonda, en la que todo está en su lugar.
Excelente obra , muy buenas actuaciones , hermosa sala , iluminación acorde al relato .Para recomendar !!