La semana pasada, habíamos recomendado con ahinco, “Para mi, sos hermosa”, sin dudar que, al día de hoy, ya es una de las mejores puestas del año. Versatil y talentosa, Paula Ransenberg le cuenta a ECDL como fue concebir el que es hoy su segundo unipersonal al tiempo que analiza el fenómeno de los unipersonales femeninos.
-Paula, cómo surge “Para mi, sos hermosa”?
– A partir del hermoso proceso de hacer “Solo lo frágil” nos propusimos hacer una segunda experiencia con Luciana Dulitzky, esta vez las dos como actrices y dramaturgas. Investigamos alrededor de la palabra “ilusión” ya sea la del amor, la ilusión como sueño o refugio. Así llegamos al mundo del circo y los espectáculos de variedades. Propusimos personajes y escribimos situaciones de monólogos y de dúos durante unos meses pero nos trabamos. Llegamos a un callejón sin salida por lo que decidimos no continuar juntas. Seguí escribiendo y le acerqué el material a Marcelo Nacci que, ademas de actor y director, es guionista. Quería darle un sentido, crear una historia con todo lo que tenía escrito. En el transcurso de varias charlas fue apareciendo el esqueleto final de la obra, terminé de escribir las escenas que faltaban y Marcelo se convirtió en el director.
– ¿Que cambios hubo en esta puesta con respecto a tu primer unipersonal, “Solo lo fragil”?
– “Solo lo frágil” estaba formado por escenas de personajes sin relación entre sí. Los fuimos creando aislados. Eran todos personajes solitarios, frágiles y necesitados de amor pero no contaban una historia. En “Para mi sos hermosa” el desafío especial para mí, que no soy dramaturga, fue crearlos a partir de un mundo común y contar una historia con ellos.
– Son seis personajes que haces en escena. ¿Cómo fue la creación de cada uno de ellos?
– Todos los personajes se mueven en el mundo de la feria de variedades de principios del siglo XIX, donde convivían lo artístico, lo bello y lo monstruoso. Son seres grotescos; a veces dan gracia y a veces dan pena. Ese límite entre lo cómico y lo dramático me encanta.
Para la viuda del mago que va sacarse una foto con el fantasma de su marido, me inspiré en Bess Houdini, la viuda del gran ilusionista, quien tras la muerte de su marido se vinculó mucho al espiritismo. La “fotografía de espiritus” estuvo muy de moda a finales de 1800 y de ahí se me ocurrió la escena.
“La magnética”, femme fatal italiana con literales poderes de atracción nació del puro juego, de las ganas de tocar esa nota.
“Ether, la femme dul air”, el fenómeno de circo que padece su don de desintegrarse en el aire, surgió durante una gira por Francia que hicimos el año pasado con “El viento en un violín” de Claudio Tolcachir. Tiene ese sentimiento de soledad y tristeza que a veces sentimos los actores al terminar la función, bajar del escenario e irnos solos a casa.
A Erna Cochowsky, la perfumista húngara, la escribí fascinada por el mundo de los creadores de perfumes, que sin duda tienen algo de magos locos, al hacernos sentir o evocar a partir de un aroma.
Las siamesas Trixie y Lizzi eramos Luciana Dulitzky y yo en un comienzo. Cuando seguí sola me propuse habitarlas a las dos y con Marcelo creamos un personaje doble de dos hermanas siamesas, la buena y la mala o la ilusa y la cínica. Hoy me divierto a rabiar haciéndolas.
El último personaje que llegó al grupo fue Gabriela, la nieta del mago. Ella es la más cercana a mí por estar entramada a mi historia familiar. Mis abuelos paternos eran judíos alemanes que llegaron a Argentina en 1938 escapando de la guerra. Mi abuelo, que era carnicero, tenía la fantasía de convertirse en actor de cine y hasta hizo un curso por correspondencia. De ahí el homenajearlo por su “gran escape” convirtiéndolo en el mago de “Para mí sos hermosa”.
– ¿Te quedó algún personaje fuera de la obra?
– Si, quedo afuera “Roberta, la mujer de grasa” una mujerona de 250 kilos de peso. Ella no pudo entrar a la obra pero quedó, como se cuenta en el programa de mano, como la evolución de “Ether, la femme dul air”, quien tras devorar toneladas de grasas y chocolates, aumentó tanto de peso, que nunca mas volvió a desaparecer.
– Contame un poco sobre la puesta en si. El carromato para la escenografía y demás…
-Con Marcelo Nacci, el director, imaginábamos la escenografía como una especie de “caja mágica”, de donde salieran todas estas mujeres. Alejandro Mateo siguió esta idea creando la escenografía y el vestuario con la inspiración de las ferias de variedades y los circos antiguos. Fernanda Balcells hizo las luces con la idea de crear ambientes mágicos y misteriosos. Emiliano Alvarez fue el encargado del diseño sonoro y Alejandro Ojeda el fotógrafo. Un gran equipo. La puesta aprovecha además el espacio real de Timbre 4: usamos las escaleras, las ventanas, la luz del día y hasta el baño.
– ¿Te sorprendió la repercusión que está teniendo la obra?
– La verdad, tenía muchísimas ganas y miedo de hacer un segundo unipersonal. No quería repetirme. Durante los ensayos yo la pasaba genial pero tenía dudas de que el público dijera “Otra vez, nena?”. Estoy muy sorprendida y feliz del encuentro con el público. Creo que la obra gusta mucho.
– A la obra se la nota muy sólida no solo a nivel actoral sino también en su dramaturgia. ¿Hubo algún trabajo especial al respecto?
– Para mí el encuentro con la dramaturgia es desde la actriz. Escribo pensando con el cuerpo e imagino actuar lo que escribo. Creo que tengo un poco más de experiencia pero sobre todo fué la mirada clara y respetuosa de Marcelo, quien conoce mucho de contar historias, la que me ayudó a descubrir qué es lo que quería contar separando lo esencial de lo anecdótico y así contar una historia coherente.
– En los últimos tiempos, hubo una gran proliferación de unipersonales femeninos. ¿Es casualidad? ¿Las mujeres tienen más para contar que los hombres?
– Esta buena la pregunta. Da para pensar…A ver, se me ocurren como varias cosas. Creo que hay una necesidad de hablar de problemas o cosas que te inquietan de manera muy personal y que, de alguna forma…A ver, es una necesidad más artística que actoral. Más creativa. Los hombres y mujeres no tienen la misma necesidad. También hay que notar que hay más dramaturgia masculina que femenina. Entonces, como que a uno, como que se queda con ganas de contar cosas que no están contadas del todo. El primer unipersonal lo empecé cuando estaba en Estados Unidos, sola, como si fuera un meterse dentro de una y contar cosas que nunca había contado…
– ¿Como si fuera una catarsis?
– No, porque tiene una forma artística que le llevó un año y medio. Pero tiene que ver con contar cosas que se dan en la madurez, a los treinta y pico. No agarra a los veintipico o cuando una empieza a hacer teatro. Es una necesidad de contar ciertas cosas personales y femeninas.
– ¿Eso tendría que ver con que el mundo interior femenino sería más rico que el del hombre?
– No se. Conozco solo el de las mujeres y hombres que me rodean solamente. No se si es asi. No lo creo. Hay una necesidad de contar y hablar de lo que nos pasa. También hay un placer autónomo, de ser libres. Como un permiso que uno se da. A mi me llegó a los 35 el permiso de decir y ver que tiene valor lo que uno quiere contar. Yo empecé a hacer teatro a los 12 años. Siempre fui buena alumna, de ser aplicada y buscar maestros. El primer unipersonal se me dio estando lejos y diciendo “Bueno, andá y lárgate. Escribí lo que tengas ganas de escribir”. La mujer siente que hay algo que falta y que se llena como se puede. Fijate que hay más actrices que actores pero hay más personajes masculinos que femeninos.
-Sacando a Belloso, Geretto, Savignone, y ahora con Bucossi, Patricio Contreras y Mikossi, no hay unipersonales. Salvo que no hagan stand up…
– Eso sorprende y eso que está lleno de hombres que son dramaturgos. Al hombre también se le da por otro lado. Lo veo como una necesidad de expresión independiente, como que se da a partir de los 30.
-¿También tendría que ver el ego con esto?
– Y….hay un reconocimiento personal. Ojo, ego entendido en su mejor manifestación. Igual el ego no te alcanza para hacer un unipersonal. Es mucho trabajo, y uno tiene que atravesar muchas dificultades, tanto de dramaturgia, actuación y producción. Uno es su propio productor. Creo que si uno no tiene algo verdadero para contar, legítimo y genuino, el ego, en algún momento, te salta. Hay una necesidad de adultez creativa. El decir “yo puedo”. Cuando hicimos el primer unipersonal, con Luciana Dulitzky, se lo mostré con una vergüenza terrible. Como saliendo del caparazón. “¿Esto es una mierda o no?” era la pregunta. Después empezó a venir gente ¡y estuvimos cuatro años en cartel! Ahí fue decir “¡está bueno!”. Ahora empezamos con otro. Vale la pena, “a la gente le gusta lo que hago” pero siempre, en mi caso, hay una sensación de darse un permiso para hacer estas cosas.
– Me han dicho que las mujeres “son más corajudas”…
– Puede ser. Una dice “me mando”. A una amiga le decía “y que pasa si sale mal? Sale mal y ya está. Listo. Hacés diez funciones y ya está”.
-Los famosos dos meses…
– Claro! Y ya está, es eso.
– ¿Por qué actríz? Si no fuese actríz, ¿qué sería Paula Ransenberg?
– Amo el teatro, amo la ilusión del teatro y el cine, vivirla como actriz y presenciarla como espectadora. Actuar es vivir la vida mas intensamente, vivir otras vidas además de la propia. Actuando aprendes a comprender a los otros. La segunda es una pregunta que me hago de vez en cuando y me resulta difícil responder. sería bailarina, cantante negra, cocinera, alpinista o… tarotista.
– Si tuvieses la chance de hablar con la Paula Ransenberg que recién empezaba a estudiar teatro ¿qué le dirías?
– Le diría : “Este camino es hermoso, dale para adelante, conserva las ganas y el corazón puro, rodeate de gente buena, creativa y trabajadora, aprendé y compartí: la vas a pasar bomba”
“Para mi, sos hermosa”. Timbre 4. Boedo 640. Domingos, 17 hs.