Dramaturgia y dirección: Mariano Pensotti. Con Santiago Gobernori, Mauricio Minetti, Andrea Nussembaum, Agustín Rittano y Julieta Vallina. Vestuario y escenografía: Mariana Tirantte. Iluminación: Alejandro Le Roux. Ingeniería De Sonido: Ernesto Fara. Música: Diego Vainer. Asistencia de escenario: Carlos Etchevers, Manuel Guirao, Malena Juanatey, Tatiana Mladinea. Asistencia de escenografía: Gonzalo Cordoba Estevez. Producción: Grupo Marea y Florencia Wasser.
Centro Cultural General San Martin. Sarmiento 1551. Viernes, 21 hs; sábado y domingo, 20.30 hs.
La frase del filósofo contemporáneo Carlos Alberto Solari dice que “el futuro llegó, hace rato”. Podrá ser en tanto y en cuanto el paso del tiempo pero será el ir y venir constante, a través del mismo el que pondrá blanco sobre negro, diversas historias que calarán hondo en los espectadores.
Igualmente, esta será una de los tantos puntos a destacar de «Cuando vuelva a casa, voy a ser otro», la última creación de Mariano Pensotti.
El puntapié inicial ocurre en la actualidad cuando se retoma la historia de cómo se enterraron diversos objetos (de peligroso contenido ideológico) en los 70 para que no sean encontrados en los allanamientos que realizaban los militares. Será la relación que se tiene con esos objetos la que permitirá la reconstrucción de una historia fragmentada. Un casete con una canción de la época o una obra de teatro serán los objetos que se transformarán en hechos culturales con la resignificación que esto implica, al ubicarse en otro tiempo y espacio.
El bombardeo constante de ideas se encuentra bien dosificado y no abruma en absoluto. Por tal motivo, la creación de sentido es constante con precisas dosis de humor e ironía. La carrera de una canción que será el slogan de un candidato que sostiene su carrera en base a publicidad, un vacío de contenido y el fetiche por los globos en su campaña, se mezclará con una banda tributo beatle de travestis o un plagio teatral que pone a la identidad como punto seminal de una idea por demás profunda.En una palabra, la creación de todo un universo que saldrá del escenario para instalarse en cada uno de los presentes, aprehenderlo y resignificarlo «a gusto y piaccere».
La comunión que se logra entre lo que ocurre en el escenario y cada uno de los espectadores. A cada uno, en algún momento, la puesta lo sorprenderá en su propio ser. Irá más allá de la identificación propia de un texto fabuloso, con actuaciones tan precisas como sentidas de acuerdo a los momentos. Siempre habrá un momento en el que el espectador sienta que ese guiño, esa frase, que impacta su individualidad y jugará un partido de tenis con sus emociones. Una complejidad que combina un texto serio y profundo junto con un dinamismo y un humor/ironía disfrutable en partes iguales.
La sorpresa constante marca un punto de sana tensión y ansiedad sobre «lo que vendrá». El escenario cambia, muta al tiempo que los objetos van y vienen a través de una cinta transportadora. Como la vida misma, se embalarán y volverán a aparecer con otro sentido, otro significado…O no, pudiendo desaparecer para siempre con sus luces y sombras.
El elenco es excelente, con actuaciones sentidas, enmarcadas por un texto y una puesta donde la ultilización de la tecnología no cae en ningún momento, en la frialdad de dicha herramienta. Por el contrario, abre nuevos caminos y rumbos a investigar. En la misma sintonía, se ubica una iluminación de calidad y un diseño sonoro que será fundamental en la puesta.
«Cuando vuelva a casa, voy a ser otro» cuenta con un título absolutamente premonitorio. Al salir del teatro, comenzará el descenso de todo lo percibido. Cada uno verá como esa resignificación lo modifica, convirtiéndose en ese «otro» del título. El deseo de compartir lo visto será tan fuerte como para volver a ver la puesta a la brevedad. Seguramente, se vivirán nuevas y diversas experiencias, de esas que enriquecen al espíritu.