The only one –again-
Concepción, dirección e interpretación: Marcelo Savignone. Vestuario: Lucila Fiorenza. Escenografía: Lina Boselli. Iluminación: Nacho Riveros. Audiovisuales: Belén Robaina. Operación técnica: Luciano Cohen, Federico Costa y Pedro Risi. Entrenamiento corporal: Juan Martín Fernández Ozán. Entrenamiento vocal: Claudio Garófalo y Josefina Lamarre. Asesoramiento literario: Juan Manuel Bernal, Eva Rodríguez. Asesoramiento musical: Nicolás Savignone. Producción ejecutiva: Maria Florencia Alvarez y Silvia Barona.
Teatro La Carpintería. Jean Jaures 858. Viernes 23 hs.
Los clásicos siempre tienen una vuelta más de tuerca. Tal es el caso de “Hamlet”. En esta ocasión, el versátil Marcelo Savignone se carga al hijo “pródigo” de Shakespeare en un unipersonal arriesgado, que corre la línea de lo usualmente visto.
Con un largo recorrido en sus espaldas, y habiéndose presentado en escenarios de los más diversos (La Carpintería, Belisario, Ciudad Cultural Konex), es notable apreciar como este Hamlet ha ido acomodándose a nivel puesta, sin perder nunca su impronta.
Savignone retoma múltiples universos (que van desde la música hasta el mimo, pasando por su trabajo de improvisación con máscaras, entre tantos) para incorporarlos al molde shakesperiano. Allí, crea una puesta intrigante y dinámica. En este caso, el punto de partida será la vida de un actor que está ensayando Hamlet al tiempo que convive con su rutina diaria que dista mucho de sus deseos. La metamorfosis y la simbiosis que empiezan a surgir permiten ver ambos personajes transitando una delgada línea entre realidad y locura.
Las máscaras dicen “presente”, logrando momentos sublimes como los diálogos con Ofelia, de una plasticidad y sutileza increíbles. Los disfraces y los dibujos son parte fundamental para la concepción de la obra. Lo mismo ocurre con la escenografía en la que una bolsa de boxeo será más de un personaje. Hará de la madre y el tío de Hamlet asi como otra de las caras de la mencionada Ofelia.
La música es otro punto fundamental. Suenan temas de Beck, Cat Power o Beta Band que le brindan un clima especial a la puesta, cercano a un recital de rock. La utilización de la multimedia es acertada y de buen gusto, sin caer en el videoclip teatral, tan visto en los últimos tiempos. Marcelo Savignone despliega su arsenal físico e interpretativo tal como nos tiene acostumbrados aunque, en este caso, agrega el canto. La interpretación es justa, sabiendo lo que puede y lo que no, sin buscar lo imposible. La iluminación es de precisión quirúrgica en sus múltiples y acertadas intervenciones para crear los climas en los que se moverá Savignone.
Habrá quienes digan que la puesta no respeta los preceptos del original, aunque el texto este presente y se lo respeta como tal. También estarán los que defenderán la búsqueda artística constante. Sin dudas, esta idea de Marcelo Savignone de encarnar a dos personajes en la misma obra, siendo uno de ellos Hamlet, pone de manifiesto que los caminos transitados no es lo suyo. Es un creador en busca del riesgo constante, que hace camino al andar. A título personal, se aplaude este tipo de riesgos. Lejos del “más de lo mismo” que viene sucediéndose en el teatro porteño y de mentes que atrasan años, que son “más papistas que el Papa”. Los que siguen sosteniendo que la solemnidad hace a la seriedad, regodeándose en puestas con olor a naftalina.
Al igual que lo dicho con “En Sincro”, desconocemos si Marcelo Savignone cumplirá su promesa de haber hecho por última vez “Hamlet x Hamlet”. Si llega a volver sobre sus pasos, no dude en verla apenas pueda. De lo contrario, se habrá perdido un Hamlet moderno, polémico, que divide aguas a partir de su concepción, pero que respeta el texto. Lo pone en un lugar mucho más amigable y aprehensible para el público con la mente abierta a nuevas propuestas. Nadie puede negar la seriedad y el conocimiento de Savignone. Más aún, para la tarea de llevar a Hamlet a un unipersonal y salir absolutamente airoso del intento.