Secuencias de tiempo
Dramaturgia y dirección: Martín Flores Cárdenas. Con Ximena Banús, Laura López Moyano, Javier Pedersoli y Germán Rodríguez. Diseño de vestuario: Cecilia Zuvialde. Diseño de escenografía: Alicia Leloutre. Asistencia de dirección: Soledad Gaspari y Fernanda Llamas Scheffer. Diseño de luces: Javier Casielles.
Camarín de las Musas. Mario Bravo 960. Sábado, 23.30 hs.

Martín Flores Cárdenas vuelve con una estructura de cuento pero ahora, como si fuera un rompecabezas en el cual no se respeta al tiempo porque todo sucede en diferentes momentos.
La situación es de un homicidio y la forma en que se entrecruzan las historias con un winchester de por medio. Este asesinato tiene un testigo que es culpable de otro crimen: la traición y el desamor. La poética utilizada es de alta calidad, permitiendo situaciones para destacar. Una conversación telefónica puede estar a tanta distancia como la extensión de una mano pero con los corazones y sensaciones lejanas, a millones de kilómetros.
Es en los cruces donde resulta atrapante la puesta, destacándose el aceitado triángulo de actores-dramaturgia-dirección, llevando un hecho a cada espectador que lo procesará con sus vivencias, resignificando la escena a su propia existencia. El elenco es sólido y versátil. Se realiza un cambio constante de personajes con tal solvencia, que el primero queda oculto por el que aparece. Un efecto de mamushkas atrapante. La escenografía es sencilla. Teléfonos y sillas dotan del minimalismo necesario para que acompañe con prestancia las actuaciones excelentes que se van sucediendo, una detrás de la otra. El minimalismo mencionado, junto con la contundencia de las palabras y las actuaciones conforma un coctel explosivo que detonará en ese instante o quizás, más tarde.
Por eso, el silencio de la atención constante invade la sala, creado por cada par de ojos (y de cerebros y corazones) que presencie lo que ocurre sobre tablas. La iluminación marca la sutileza en medio de una vorágine absolutamente dinámica pero ordenada y rítmica. La duración exacta para que el disfrute sea completo.
“Mujer armada, hombre dormido” es de esas puestas que se ven, terminan y se resignifican. Por ende, no es para nada extraño el volver a verla. El disfrute será aún más rico que esa tan intensa primera vez.