“Viejo, solo y puto” (Teatro)

Receta para calmar el dolor

Con Patricio Aramburu, Marcelo Ferrari, Darío Guersenzvaig, Federico Liss y David Rubinstein. Vestuario y Escenografía: Gabriela A. Fernández. Iluminación: Matías Sendón. Diseño sonoro: Fernando Tur. Fotografía y Diseño gráfico: Brenda Bianco. Asistencia artística: Adrián Silver. Asesoramiento de maquillaje: Gabry Romero. Asistencia de dirección: Jorge Eiro. Producción: Jorge Eiro, David Rubinstein. Dirección: Sergio Boris.

Espacio Callejón. Humahuaca 3759. Sábado, 22 hs.

El cruce de diversos mundos puede dar cuenta de varias realidades superpuestas, a punto de estallar. En “Viejo, solo y puto”, ocurre esto a lo cual hay que añadirle el componente de cierto humor bizarro que, paradójicamente, no provocará una carcajada sino una mueca en forma de sonrisa.

Una farmacia de Wilde es el escenario de las acciones que tomarán a dos hermanos, propietarios del local, un visitador médico y un par de travestis prestos a irse a “Mágico”, el boliche de la zona. Justamente, aquí es donde se empiezan a intercalar las realidades. Mientras Daniel, el hermano menor quiere celebrar el haberse recibido de farmacéutico, se encuentra con un mundo paralelo y conocido aunque no por esto, de su agrado.

La violencia de las situaciones y relaciones se verá de manera fuerte e incluso de manera paródica y grotesca, logrando un fuerte efecto de realidad. Es la brutalidad de quien quiere progresar pero no puede por su debilidad de carácter. El dolor de quienes desean cambiar su sexo y deben atravesar las inyecciones para una ilusión efímera. O quienes continúan con una vida miserable ya sea por mandato familiar o por incapacidades propias.

Finalmente, otro punto fuerte de la puesta es la utilización del cuerpo y su expresividad. Todo, en medio de los laberintos de la parte de atrás de la farmacia, conformada por una escenografía exacta y milimétrica en su conformación. Son los cuerpos que se llevan a estados de crudeza extrema en situaciones imaginables y posibles pero que muchos no querrán ver. No se cae en lugares comunes ni en clichés humorísticos para lograr la risa fácil. Por el contrario, gira en torno a la creación de un sentido más bien sórdido y denso. Esto provocará distintas reacciones frente a un público que no podrá asir lo visto sobre tablas.

Con actuaciones viscerales y potentes, “Viejo, solo y puto” abre la ventana a un mundo de violencias palpables y simbólicas. Quizás, la moraleja final no es la deseada sino un corolario de ciertos sectores silenciados por los “bien pensantes” de turno.

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