Una niña muy especial
Dramaturgia y dirección: Mariana Mazover. Con Alejandra Carpineti Daniel Begino y Lala Mendia. Diseño de maquillaje: Ana Pepe. Diseño de vestuario: Pia Drugueri. Diseño de escenografía: Félix Padrón. Música original: Mariano Pirato. Fotografía: Luiza Lunardelli. Asistencia de escenografía: Mauro Petrillo. Asistencia de dramaturgia: Ornella Dalla Tea. Asistencia de dirección: Camila Peralta. Producción ejecutiva: Natalia Slovediansky.
Teatro La Carpintería. Jean Jaures 858. Domingos, 18 hs.
Una habitación iluminada. La presencia de una niña le brinda un plus al brillo de la misma. Está vestida con vestidito que exacerba su candidez. Pero no todo lo que brilla es oro. La niña, que responde al nombre de Lucrecia, no es lo que parece ser. Es una niña-mujer encerrada, que espera por una madre que no se sabe donde está. Que un día se marchó y prometió volver.
A partir de ese instante, es menester empezar a atar cabos entre varias aristas como la literatura, la poética de una puesta y el clima onírico que propone, todo atravesado por una realidad en la cual los derechos de los niños y las mujeres son puestos en jaque. Lucrecia vive en su propia Matrix en la que crece y sueña. Su padre, el señor Cristófanes, será su único vínculo con el exterior y quien le traiga maestras que la ayuden en su desarrollo.
Lucrecia congeló su infancia y ese desarrollo estancado será uno de los puntos que tocará con sutileza el texto. Ella jugará con armas y realizará varias diatribas acerca de quién tiene el poder. Las preguntas atravesarán la puesta ¿La niña es niña o ya es mujer? ¿Hay un deseo real de no salir de la niñez o es impuesto? ¿Cómo es su relación con su propio padre?
Será esa figura paterna la que mezcle una contención no exenta de malicia, en la cual el tono de voz es fundamental para acentuar su capacidad de dominio. Siempre con la gran incógnita del destino de la madre y el resto de las maestras que antecedieron a Adela en su cometido.
La iluminación permite que la puesta sea lumínicamente kafkiana en tanto contribuye a lo ominoso de la puesta y el espacio. Al respecto, aporta mucho respecto a la cuestión del encierro y el crecimiento (o no) de Lucrecia. El tiempo y el espacio se desdibuja en un “ahora” que será tal, en tanto el pasado y el futuro se desvanecen en el cuerpo y la vida de la niña. En cambio, el “afuera” será solo una ilusión que se despertará en algunos momento, como si fuera un capricho para oponerse a un “adentro” seguro y previsible, salvo por la llegada de una nueva institutriz. El desarrollo concebido por Mazover permite un mix exacto de poética y tensión latente con personajes muy bien trabajados en sus más ínfimos detalles. Las actuaciones del elenco son fundamentales para el cariz de la obra. Por eso, la labor de Alejandra Carpineti, Daniel Begino y Lala Mendia es destacable. Muy especialmente la de Carpineti que da vida a una Lucrecia enigmática y con varias capas a descubrir.
“Esquinas en el cielo” aborda, con un trabajo de excelencia artesanal, el lado B de una niñez (o período de la vida) que no es el que todo el mundo desea.