Producción en serie
Dramaturgia: Valeria Medina. Con María Forni, Coral Gabaglio, Ignacio Huang, Julián Eduardo Duffy, Adriana Julio, Carlos Lombardi y Vicente Santos. Bailarines: Emiliano Ramos, Camila Santillán y Lucila Tolis. Vestuario: Julia Moretti. Iluminación y diseño de escenografía: Magali Acha. Realización de escenografia: Sergio Sagiryan. Música original: Lautaro Cottet. Fotografía: Pablo Kalhat. Diseño gráfico: María Forni. Asistencia de escenario: Rodrigo Parise y Tomás Valenzuela. Asistencia de escenografía: Sol Soto. Asistencia de dirección: Daniela Martínez. Producción ejecutiva: Anabella Valencia. Supervisión dramatúrgica: Ignacio Apolo. Dirección De Visuales: Pablo Kalhat. Coreografía: Paula Etchebehere y Marina Svartzman. Puesta en escena y dirección: Paula Etchebehere. Dirección de actores: Raquel Albeniz.
Teatro El Popular. Chile 2076. Sábados, 22.30 hs
Un ambiente en el que cuelgan sábanas blancas desde el techo a la superficie. Un grupo de hombres y mujeres se encuentran dentro de la maquila, trabajando. Es menester recordar que dicho término es utilizado para denominar a una fábrica donde los trabajadores, generalmente mujeres, trabajan en condiciones infrahumanas, con salarios de hambre. Su ubicación podrá ser tanto en países tan diversos como China, India o México.
En este caso, se alude a los talleres clandestinos de ropa, muchos de marca de primera calidad. Mano de obra barata, encerrada y esclava, en pos de enriquecer los bolsillos de amos inescrupulosos y también, satisfacer el deseo consumista de ávidos consumidores.
El texto hace referencias de distinto tenor, tanto al ejercicio del poder, vigilar y castigar asi como la forma en que se lo ejerce/ejecuta. Un toque foucaultiano para una puesta absolutamente actual que invita, a todo aquél que tenga dudas al respecto, a darse una vuelta por la zona de Flores. Politicamente incorrecta por la sutil crudeza de su puesta en escena, los hechos se suceden tanto en la realidad como en los sueños de los cautivos. Algunos optarán por luchar, otros por resignarse, cuando no es la locura la que termina siendo la mejor –y también más lúcida- opción para hacer frente a lo que se vive. Una salida para un negocio en el que todos ganan menos ellos. Como no podía ser de otra manera, el titular de la maquila es oriundo de un país del primer Mundo. Será así que se aprecien visiones de desfiles de moda en medio de campos de explotación y muerte para darle un mayor sentido aún a una puesta fuerte, que va al meollo de la cuestión.
En el caso que compete a la obra, hay gente de diversas nacionalidades y etnias. Un trabajador chino, mujeres afroamericanas u oriundas de Paraguay o Argentina. La conformación del elenco da cuenta de un trabajo serio y exhaustivo en tanto deseo de mostrar con el máximo rigor los planteos que realiza el excelente texto concebido por Valeria Medina, ganadora del tercer premio del concurso de dramaturgia “Estampas de la Argentina Actual”. Dos planos para los hechos, la maquila y un desfile de moda se yuxtaponen en realidades tan opuestas como complementarias, en una puesta lumínicamente opresiva. Globalización en la conformación de un grupo humano más no en sus derechos y ganancias ya que desigualdad e injustica es lo primero que salta a la luz. Se percibe una armónica combinación de distintos lenguajes como la danza y las artes audiovisuales, como esa pantalla que brota entre las cortinas para plasmar un futuro que podrá ser obvio o deseado.
Historia de hambre, lucha y deseos, “La Maquila” cuenta con trabajadores y carceleros casi tan descarnados como los mismos propietarios de la fábrica. Cualquier similitud con los “kapos” de los campos de concentración nazis, será pura casualidad (?). Pero, al igual que aquellos, se encuentran dentro de un infierno que los ubica en el doble papel de victimarios y también víctimas. A la usanza de los años 40 en Europa, el abuso y el maltrato llegan a niveles insospechados tal como el borrado de la propia identidad del individuo. Seres que no se reconocen como tales y que reniegan de aquello que les corresponde, deseando únicamente que el castigo sea menor que el día anterior.
La puesta en escena es excelente, con una escenografía por demás acorde. La iluminación tiene sus momentos para lucirse. La creación constante de imágenes tanto reales como oníricas, sobre tablas, da cuenta que el tándem Albeniz-Etchebehere-Forni (cráneos del combo “Simpatizo con todo” –nombre tomado de la excelente obra homónima, concebida por las tres artistas). La búsqueda del grupo no va por los lugares convencionales propios del teatro, sino que apela a lenguajes artísticos e ideológicos propios.
En un elenco de calidad, Coral Gabaglio e Ignacio Huang tienen a su cargo los personajes de mayor tensión a los que dotan de humanidad y pasión. Gabaglio es una trabajadora paraguaya que rotó por varias maquilas para llegar a su tercera fábrica. En cambio, Huang es un hombre que ha perdido la razón pero cuenta con momentos de lucidez que iluminan con descripciones precisas y exactas. Pero ¿estará loco o alienado? Por su parte, María Forni da cuenta de la sapiencia que le es reconocida.
Fabula por demás real, “La Maquila” golpea fuerte con una puesta de gran nivel, en un tema actual como el trabajo esclavo y la explotación laboral.