Princesa del teatro off de Buenos Aires, debutó en la pantalla grande con “Biutiful” y es convocada por Woody Allen. Mientras forma parte de “Hécuba o el gineceo canino” en el Rojas, Maricel Alvarez cuenta su vida en las tablas y lo otra parte del cine hollywoodense.
– Maricel, ¿cómo surge «Hécuba»?
– El curador del área de teatro convoca a Emilio García Wehbi para formar parte de este ciclo que es el ciclo Clásicos, en el Rojas. Le ofrece la posibilidad de que elija un material siempre y cuando sea una tragedia no demasiada transitada. Emilio lee un corpus importante de material y decide que Hécuba es el más indicado. Otro de los requisitos era que la tragedia estuviese encarnada en un personaje femenino con lo cual podía entretejerse fácilmente con los otros materiales elegidos por los otros artistas. Entonces estas eran las premisas. Se realiza un cruce entre Hecuba y otra gran tragedia que es Medea.
– Cómo fue hacer el personaje, si se puede hablar en esta terminología?
– En el tipo de teatro que hacemos o que me propone hacer Emilio, no tenemos la noción de personaje. Como mínimo, se diluye. Asi que no hablamos en estos términos, de composición que uno encara o encarna sino que se trabaja desde otro lugar, para nada psicologísta. Nuestro trabajo no está atravesado por esas escuelas o tendencias. Pero si se nutre en un punto. Yo tengo una formación clásica que, con el correr de los tiempos y con otros maestros que he encontrado, he podido diversificar pero no considero que lo mio, en este trabajo, sea convencional. A la manera de componer un personaje, con una estructura de pensamiento convencional sino un trabajo contemporáneo desde lo interpretativo, de entender el teatro –y el material teatral- como un campo poético en el cual el actor puede operar de muchas y muy diversas maneras.
– Me encantó lo que dijiste de la palabra “operar”
– Es un procedimiento propio del teatro contemporáneo y de muchos artistas que están investigando de que manera se pueden correr los límites para que pueda evolucionar el arte, uno como persona y reflexionar -siempre en términos contemporáneos-, con la mirada muy atenta en lo que traemos como bagaje pero ante todo, con la mirada de lo que sería el devenir. Entonces la palabra “operación” describa bastante bien los procedimientos de muchos artistas de hoy en día que tratan de desentrañar los materiales, iluminarlos y también de intervenirlos.
– Estuviste, hace poco, en Brasil…
– Si, con “Dolor exquisito”, de Sophie Calle. Esta es una obra que está teniendo una vida muy prospera. Si bien nos da un poco de miedo el mantener dentro de nuestra producción un espectáculo que podría decirse que es un poco “viejo”, el espectáculo se sigue resignificando y dialogando con los espectadores. El material de Sophie lo permite y el pasaje al teatro es muy respetuoso de su obra por lo que admite esta posibilidad. Sigue girando y viajando allí donde es convocado.
– ¿Cómo viste el devenir de Hecuba, de la primera función a la actualidad?
– Todavía me cuesta verlo con distancia. Me genera más interrogantes que certezas. Estoy fascinada con eso. Es una primera etapa de trabajo donde uno pone a prueba todo lo que uno ha transitado en el ensayo, con sus dudas y certezas, de que este era el camino y ahora está confrontando con un público que devuelve. Es un espectáculo interpelativo y uno se tiene que hacer cargo que no solo el espectador lo completa y lo termina sino que tiene derecho y espacio a manifestarse sino también para hacer una devolución. Con esta energía es con la que uno se va encontrando y también se aprende mucho de ella. Me fascinan estas primeras épocas de los materiales porque es donde empieza a cobrar su verdadera potencia, donde puedo empezar a aprender cuales eran las verdaderas potencialidades del material. El ensayo es un espacio donde uno comparte su intimidad y con su equipo de trabajo…
– …no es lo mismo…
– no, para nada. Y este es un espectáculo complejo, de mucha exposición. De hecho, transito por unos cuantos estados que son muy desafiantes. Para mi, “Hécuba” es un espectáculo que, en un punto, me perturba aunque me lo se de memoria y lo he transitado mucho. Me sigue dando vértigo, lo cual me ha pasado siempre, más aún en los que hemos hecho con Emilio. Son espectáculos que nos han hecho transitar un borde, una cornisa donde nos tenemos que poner a prueba nosotros mismos. Todo esto, considerado en el aspecto positivo, referido al crecimiento personal y profesional.
– Ya pasó año y medio de “Biutiful”. ¿Cómo recordás ese proceso?
– De manera entrañable. Tuve una experiencia extraordinaria a nivel artístico y humano. Me gustó mucho hacer ese trabajo y me enseño mucho también. La película está ahí, el trabajo habla del gran esfuerzo que hubo y del compromiso con ese proyecto. Todo lo demás, me parece cosmético. Me importa muy poco que pasó o no pasó, que si los premios, el Oscar, si viajé o no, la promoción o que tal Javier. Me parece cosmético y banal cuando la gente me lo pregunta. La verdad, es una lástima que pongan el acento en ese lugar y no en otra cosa. Teniendo la ventaja de la historicidad, del tiempo que pasó…esto te lo digo porque antes, ponele un año, era comprensible que me sentara y hablara de Javier; hoy me parece absurdo y una pérdida de espacio y de tiempo pero en ese momento, lo comprendí. Son las reglas del juego que aprendí, sobre esa manera de jugar las fichas en la profesión. Nunca había transitado por esa experiencia y agradezco haberlo hecho. Salí al ruedo con un trabajo, un personaje y una película de la cual estoy orgullosa. Entonces aún a pesar de las buenas y malas críticas que tuvo la película –que son muy comprensibles y si parten de un profundo análisis, tanto las positivas como las negativas son atendibles-, para mi, fueron todas a favor. Asi es como recapitulo, todo a favor.
Intermedio: Maricel abre la puerta de su casa –literalmente hablando- para la nota. La mañana invita a un exquisito café que prepara bien calentito. Un comedor grande con un alce y una sala de lectura llena de libros son los ámbitos para la entrevista y las fotos. Maricel habla pausado, ubicando cada palabra en su justo lugar, para evitar cualquier interpretación errónea de lo dicho.
– Yendo aún más atrás en el tiempo, ¿si te pregunto por Bambiland?
– Es mi trabajo bisagra. Lo habrán visto muy pocos espectadores pero fue el trabajo que me cambió la percepción de mi misma como artista e interprete. Me desafió a niveles que tocan fibras muy íntimas que tienen que ver con los cimientos más profundos que nos sostienen en nuestra profesión. A mi me reveló muchas cosas con respecto a mi naturaleza como profesional por lo que le debo mucho a ese trabajo por muchos motivos. En términos intelectuales porque admiro mucho a esa autora y fue un gran desafío. Fue todo un reto ponerle la voz y el cuerpo a esa cabeza de Medusa que es la Jelinek –una genia- pero además también, como Emilio había pensado la puesta, de manera muy diafana un texto por demás complejo, donde solo una actriz, con su voz y su cuerpo –aunque sabemos que puede ser tanto y tan poco al mismo tiempo-, pudiese disertar durante dos horas acerca de los más diversos y complejos temas que abordaba ese material. Entonces, para mi era un tour de force, y bajaba dos o tres kilos por función…
– Si?
– Si, si. Era alucinante. Entraba de una manera y mi cuerpo se transformaba completamente. Lo recuerdo muy bien porque tenía que usar un traje muy estrecho de Mujer Maravilla. Cuando empezaba el espectáculo me apretaba pero cuando terminaba, me bailaba. Recuperarse de esa maratón, me llevaba toda una semana. Fueron épocas muy intensas. Te puedo decir que a “Bambiland” le dediqué dos años de mi vida. Primero la presentamos en el Goethe Institute en el marco del 4×4, después al Camarín y también por el Excentrico de las 18. También viajamos bastante con la obra. Me tomó un año aprenderme la letra de todo el texto. La autora es genial y cuando tenés un material asi, si no le hincás el diente, sos un ignorante de profesión. Estuvo buenísimo. Lo que si es que fue como entrar en una montaña rusa y después de dos años, quise dejarla y también que me deje.
– “Bambiland” no se resignificó a través del tiempo?
– Corríamos el riesgo de estrenar una obra que perdía actualidad minuto a minuto. Como Jelinek la había escrito muy sabiamente, con la urgencia de ese momento, lo hizo mirando la televisión, CNN las 24 hs. Como esa guerra iba transcurriendo y en tiempo real, ella iba escribiendo y relatando. Nosotros montamos el espectáculo en el 2005 y Saddam todavía estaba vivo, vaya uno saber donde, escondido en una topera. Después la historia siguió su curso y fue capturado. Fue juzgado entre comillas y ahorcado y en el 2007 hablaba de ese señor como un ser vivo. Su existencia todavía era perturbadora pero ya era un personaje del pasado al igual que Bush y Cheney. O sea, los malvados de esa historia ya estaban siendo dejados de lado por la Historia por lo cual, la obra fue perdiendo actualidad. No hubiese querido más que Jelinek hubiese seguido escribiendo! Porque “Bambiland” era parte de una supuesta trilogía que continuó con una obra que no fue traducida al español pero que pude leer en alemán y otra tercera parte que no escribió. Imagino que en esta hablaría de Obama, Guantánamo, entre tantas otras cosas…jajajjaajajajjaja. Cosas que no pudo meter en Bambiland y la Historia siguió su curso. Esa obra fue solo un recorte de la realidad y sentimos que la obra estaba quedando un tanto vieja y eso es algo que no tiene retorno.
– Me acuerdo que había gente que se levantaba y se iba en el medio de la función….
– Eran dos horas y después lo fuimos reduciendo el tiempo. Fui mejorando con la memoria del texto y las primeras funciones duraban casi dos horas; al final terminó en hora cuarenta. Fijate lo que hace el timing y el ritmo por un espectáculo. Para la atención del espectador, era una maratón porque había que trabajar mucho. Mucha gente se resistía al material. Tampoco fue visto por hordas de gente y nos costaba mucho.
– ¿Con “Hécuba” se va la gente?
– Que buena pregunta….porque también es un espectáculo que tiene su carga de violencia y creo que la violencia fascina. Ese es el aspecto y la locura, el Leviatán que llevamos adentro. Digo, hay un afecto por la violencia que nos fascina y de eso habla el espectáculo. También habla de la venganza, que esta no es repadora y que el círculo de violencia no se cierra nunca. El espectáculo es bien trágico, tal como lo consideraban los clásicos y también en el sentido más contemporáneo de la palabra. La tragedia griega, en una reescritura en clave más contemporánea, no pierde la potencia que tenía asi como su grado intrínseco de violencia. A aquél que quiera hacerse el estúpido no se lo permito porque Euripides, Sófocles y el mismo Shakespeare, tenían un nivel de violencia en sus obras que nos corta el aliento. No es que nuestro teatro es violento. No. El que no se quiera hacer cargo de la naturaleza del material, es problema suyo. Acá el desafío era como hacerlo dialogar en un aquí y ahora con las personas. Creo que las personas también sostienen este discurso y asumen este nivel de violencia que es inherente a todos y a nuestras sociedades y tienen una mirada atenta. Estoy fascinada con el nivel importante de escucha que hay en este espectáculo, por más que el aire a veces se corte con un cuchillo. Esto no es malo sino que es super positivo.
– La última, si entrase la Maricel Alvarez que empezaba a leer sus primeros textos teatrales, ¿qué le dirías?
– (Piensa) Era una niña muy lectora, muy ávida. No tenía ni idea pero leía igual gracias a que una hermana mayor le pasaba sus libros. A los doce años, leer Lorca, Shakespeare, me subía la temperatura corporal y no entendía porqué. Fui, por suerte, bastante intuitiva. Viste que Aristóteles decía lo de las primeras impresiones cuando uno lee. Más allá del análisis critico e intelectual que uno haga de los materiales, las primeras impresiones son las que dan cuenta de nuestra mirada del mundo. Es algo intelectual, emocional y también visceral. Cabeza, corazón y estómago. Creo que de chica, como no tenía formación, esas primeras impresiones eran las que más me afectaban y más me pesaban. Cuando uno crece, se va modelando, deformando pero está bueno no perder las primeras impresiones. Esa capacidad de responder a ciertos materiales con el cuerpo, con la sangre, con la materia gris. Con todos los fluidos que nos constituyen.
“Hécuba o el gineceo canino”. Ciclo Clásicos. Centro Cultural Rojas. Sábados, 21 hs.