Auge y caída de Jake Paul en el boxeo. Signo de los tiempos.

En 1987, cuando Prince Rogers Nelson, más conocido como Prince, sacó esa gema discográfica llamada “Sign o’ the times”, en la canción homónima, hacía una descripción tan poética como contundente de lo que eran distintos aspectos de la marginalidad en la sociedad de la época. Esto, como un “signo de los tiempos” en que estaba viviendo. Describía y, con este mismo acto, al dotarlo de arte, daba cuenta de su visión al respecto.

Algo similar puede decirse de lo que pasó ayer 19 de diciembre, con la derrota del youtuber y promotor de boxeo devenido pugilista Jake Paul ante el ex campeón del mundo de peso pesado y oro olímpico Anthony “AJ” Joshua, por KO en el sexto round. Antes que nada, cuando uno busca el nombre de Jake Paul en Google, se lo define como “celebridad de Internet, youtuber, actor y boxeador estadounidense”. El ser “boxeador” figura en cuarto lugar. Excelente.

Hoy por hoy, es muy fácil caerle al youtuber con todas las de la ley para defenestrar su carrera en el pugilismo. En el caso de quien esto escribe, nunca tomó en serio las performances de Paul arriba del ensogado. No puede ser considerado como algo más que un producto masivo invadiendo un deporte que no se encuentra en su mayor momento de popularidad. No obstante, esto no quita que se pueda realizar un análisis de lo ocurrido en la noche que aconteció “La paliza de Miami”.

A nivel meramente boxístico, fue una payasada absoluta de Paul queriendo boxear al boxeador, ubicándose en una larga distancia más que prudencial. Lo que si se apreciaba era que, apenas llegaba un puñetazo de Joshua a la guardia de “Ricitos de oro”, la conmoción era instantánea. Los rounds pasaban y Paul se cansó. Cuando la cabeza mandaba órdenes al cuerpo que no podía cumplir, la faena acabó rápido.

Por otra parte, Joshua no hizo una pelea espectacular. Uno podría decir que fue “cómplice” –con todo lo que implica este término- de esta fantochada. ¿Ponerlo KO a Paul en el segundo round en una definición “copy paste” de la realizada ante Francis Ngannou? Tuvo la decencia de no hacerle pasar un papelón al dueño del circo hasta que una mano le tocó el rostro al británico. Después, fue buscar el momento preciso para poner fin al evento y dejarle de recuerdo al impertinente, una doble fractura de mandíbula antes de finalizar el combate en el sexto asalto.  

En la excelente transmisión realizada por La Casaca Boxing Club, se recordó como los caprichos de cierta fanaticada avaló el errático comportamiento de Ryan García (otro campeón de las redes sociales) en su pelea con Devin Haney, llevándose puesto el reglamento del boxeo. No importa. “Ryan es la cara del boxeo”. La mentira duró nada. Otro tanto puede decirse de Rolly Romero, un milagro del pugilismo que certifica la existencia de Dios; caso contrario, no se entiende. La diferencia de ambos con Jake Paul es que tanto García como Romero ya vienen del boxeo; no son outsiders.

Por eso, la alegría que despertó la derrota de Paul. Además, es algo que cosechó con sus declaraciones y la construcción de su personaje extrovertido, fanfarrón y un tanto despreciativo para con el deporte en el que estaba incursionando. Es más, cuando cae KO, mira a la cámara y le saca la lengua, como si no terminase de entender lo que había ocurrido. Simbólicamente, una imagen muy fuerte y absolutamente criticable.     

Por este mismo motivo, destacar el “valor” de Jake Paul para pelear con Anthony Joshua es una falacia. Subió porque quiso, sabiendo las consecuencias que eso podía tener. ¿Cuál es el mérito? Si uno entra a una jaula con un tigre y me corta un brazo, mi “valentía” no es para destacar. Es una irresponsabilidad propia al 100%, siendo el felino solo el brazo ejecutor de cierta justicia para con mi idiotez. No todo en la vida es “respetable” o merece respeto por el simple hecho de tener la posibilidad de hacer y/o expresar. Esto baja el debate a niveles subterráneos en los que el poeta ya había descripto con precisión. “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor/Ignorante, sabio o chorro, pretencioso o estafador/Todo es igual, nada es mejor/¡Lo mismo un burro que un gran profesor!”  

Partamos de la base de esa ley no escrita que es el derecho de una persona de realizar una actividad determinada sin condicionamiento alguno previo. Cuando se ve la irrupción de personajes como Jake Paul en arenas que van desde la política hasta el arte, uno se pregunta “¿a costa de qué?”. La banalización de esta mal entendida “apertura” a todo tipo de actividades puede tener consecuencias nefastas. Lo será por la participación de los mencionados en distintas esferas sin tener conocimiento alguno y el predicamento que obtienen en la población que quiere algo fácilmente consumible y que no requiera un gran esfuerzo de comprensión. De ahí, al terraplanismo que invade a buena parte del mundo, estamos a medio paso. El conocimiento y el estudio parecen estar en franco retroceso ante una mayoría gritona capaz de decir cualquier barbaridad y exigir respeto ante lo dicho.  

Las preguntas se suceden una tras otra y las respuestas son duras. El haber viajado muchas veces en avión, no te brinda el conocimiento de poder manejarlo. Esta verdad, más que obvia, parece hacerle una gambeta corta a los caprichos de casi dos generaciones que, al decir de Luca Prodan, “no sé lo que quiero pero lo quiero ya”. Y si no lo obtienen, lloran y patalean. Si, amigos y amigas, le estoy pegando al colectivo denominado “público”. Ahí, es donde se ubica Fake Paul.

Si a esto le sumamos que los organismos de boxeo, en busca de aumentar la visibilidad del pugilismo, no dudan en albergarlos, estamos legitimando un fraude insostenible. No hay una linealidad en tanto «causa y consecuencia» que los fans de Paul, por ver a su ídolo (ven que tan bajo han caído las palabras con la presencia de estos individuos), van a seguir al boxeo en todas sus veladas. NO. Quieren ver al producto Jake Paul y si este cae, se buscará otro en esa misma línea. El público «golondrina» no hace primavera ni verano.

Esto, mal que le pese a los 50 millones de seguidores que tiene, vaya uno a saber cuál es el mérito de tanta popularidad. En realidad, lo sabemos. Es plasmar los deseos y frustraciones de generaciones líquidas, con mandibula de cristal que piensan que boxear es “como en las películas”. Cualquiera que este pisando un gimnasio en este 2025, sabe que los jóvenes que van a entrenar, son muy pocos los que siguen una rutina con seriedad, suben al ring a guantear y, después de recibir una paliza, vuelven para seguir aprendiendo. La gran mayoría, abandona.

Cuando Nakisa Bidarian (ejecutivo de negocios, cofundador de Most Valuable Promotions (MVP) con Jake Paul) sale a “excusar” la actuación de su socio comercial, da cuenta que el boxeo no importa sino que la rueda del negocio siga girando. La exposición de la charada es visible. El rey está desnudo. Carece de corona y su reinado es solo visible para quienes seguir consumiendo esta mercadería de mala calidad.

Ya está. Se vio y se comprobó. Ahora, no ratifiquemos por enésima vez lo dicho por un ciudadano alemán de apellido Marx –¡oh…!- que se refería a que “el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”. Esto, en relación a repetir los mismos errores una y otra vez, a pesar de conocer las consecuencias. Las justificaciones son muchas. Van desde la terquedad, el ego, la esperanza (tan en boga hoy en día, insostenible por donde se la vea, en tanto argumentos serios) o por el cascotismo que impide aprender la lección.   

¿Esta derrota pondrá fin a la carrera boxística de Jake Paul? Solo me interesa que siga promocionando con sabiduría el boxeo femenino, algo que hace, realmente muy bien. Después, será su decisión personal. No está mal aceptar que no todo puede hacerse a partir del dinero que se tenga. Hay algo que se llama “talento” al que debe unir con un entrenamiento serio y el fuego “sagrado” que no todos tienen. Recibió una lección de humildad y respeto en este 19D inolvidable. Punto final a un entretenimiento de baja calidad que se estaba extendiendo más de lo necesario.  

Para finalizar, todo lo escrito no quita un ápice la necesidad del boxeo para aggiornarse a los tiempos que corren, pero sin poner en duda su esencia. Aquello que lo hizo tan grande y ha brindado íconos culturales y sociales como Muhammad Ali. El que permitió sacar a tantos jóvenes –y no tanto- de la marginalidad, para darle un futuro mejor, a través del esfuerzo y la constancia. Tampoco es caer en una nostalgia, una “retromanía” melancólica. Por el contrario, adherimos a ese “Mañana es mejor” que escribió el gran Luis Alberto al publicar “Artaud”. Buscar, investigar, para mejorar e incluir a una mayor cantidad de gente, siendo absolutamente conscientes de lo que el boxeo propone y brinda

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Translate »
Scroll al inicio