– Mirá, el año pasado, en la Tecnicatura de Tango de La Plata donde trabajo, cada año hacemos un proyecto de investigación. Siempre sobre alguna faceta del tango que no sea tan conocida en creadores y autores. En ese sentido, me propuse trabajar sobre la obra de un gran admirado mio como es el Tata Cedrón. Entonces, recorrimos parte de su amplia obra con el grupo de investigación. Hicimos una puesta a fín de año y le mandé el material al Tata. Le gustó mucho y se sintió muy halagado por el reconocimiento. Ahí le propuse de hacerlo con el Cuarteto y mis bailarines. Todo nació de haber escucharlo al Tata desde los 19 años.
– ¿Cómo fue la realización de la puesta?
– Fue difícil….El primer guión tenía 50 temas. Cuando se lo mostré al Tata, me dice “¡Piba! ¡La gente se va a cansar y se van a ir!” Pero tenía razón. Era mucho tiempo. Duraba más que una ópera de Wagner. Ahí lo empecé a reducir. La idea fue armar un guión a partir de las letras, con esta idea de arrabal como síntesis de humanidades distintas pero aunadas y hermanadas por algunos puntos en común como la pobreza, el barrio, el baile, la muerte y el festejo.
– Siempre manteniendo un carácter lúdico
– Exacto! Pero eso está en la obra del Tata y los autores que él eligió, que a la vez, yo seleccioné y armé el repertorio. Hicimos un guión propiamente dicho ya que, caso contrario, sería un concierto. En ese sentido, me queda chica la palabra “repertorio” porque es solo musical. Lo que hacemos es más que eso. Hay un guión construido por las letras de los temas con su correspondiente guión coreográfico.
-¿Cuantos temas utilizan en la obra?
– Creo que son veintiuno. Después estaba el segundo guión que tenía 35, el tercero 30. Tengo como tres obras hechas. Por ejemplo, el tema “Tuñon” que musicalizó el Tata, cada poema da para hacer una obra. “La señorita muerta” es un temazo pero lo saqué por más que la escena estaba toda escrita. “La fogata de San Juan” tenía un pelele que quema pero tuvimos que recortarla por una cuestión de tiempo. Igualmente no creo que sea la única obra que haga sobre el tema. La literatura argentina de esos años es bellísima.
– ¿Cómo fue el trabajo sonoro? Noté que hay algunas sobregrabaciones
– Si. Hay algunos temas que están las pistas. Son aquellos que el Tata hizo hace mucho tiempo y no está haciendo ahora pero me interesaba ponerlo ya que es un recorrido por su obra. Quería que no solo aparecieran canciones que está tocando ahora sino las del principio, que forman parte de la esencia del Tata. Además, para mi representaban su impronta ya que escuchaba hace treinta años, cosas como “Los ladrones”. Quería que apareciera eso. Fue una pregunta que me hice y que le hice al Tata porque estaba el Cuarteto tocando pero quería saber si le parecía bien que sonase la música grabada. Uno de los integrantes del Cuarteto es Daniel Frascoli que se encargó del sonido, además de tocar el guitarrón y el acordeón. Hizo un trabajo excelente. No parece una gran diferencia al oído. Además, es muy interesante lo que hace el Tata. Canta encima de sus propias grabaciones.
– Es un dúo del Tata con el Tata.
– Claro. Hace una segunda voz porque además, elige frases para decir, que siempre son distintas. Es muy poético escuchar la voz en vivo que hace el contrapunto con la grabación, haciendo incluso coros. Es un collage. Otra capa que enriquece lo que está sucediendo. Tiene una libertad terrible el Tata. Quiere cantar y la pasa muy bien.
– El escenario es despojado pero se construye un mundo entero.
– Si, está en los cuerpos.
-¿Te sorprendió la repercusión de la gente?
– Si pero creo que el Tata despierta eso. Esta obra es él, en cierta manera. Es una figura muy importante en la escena. La forma en que se comunica con los bailarines y el público. Hay algo de su energía que irradia desde el escenario. Habla y dialoga…lo cual es maravilloso.
– Debe ser el homenaje más serio que se le ha realizado al Tata.
– Es un homenaje a un artista y su obra, que está absolutamente vigente, pudiendo ser bailado al día de hoy. Es una figura muy importante. No hay músicos que le hayan puesto música a autores contemporáneos. En el tango, fue el único.
-Y quizás, el más ignorado.
– Si, lo cual es lamentable porque tiene una riqueza enorme. Fijate que también tiene una riqueza rítmica que es genial. La obra, en género coreográfico, ¿Dónde la ubicas? Tenes tango, folklore, una zamba, chacarera, polka, candombe, vals…La chacarera es el poema de Bertolt Brecht, “El día de San Jamás”. “Los que nacieron en cuna pobre/saben que un día se sentarán/en un trono enjoyado y dorado/¡en el día de San Jamás!”. La hacen todos, con un solo de zapateo y ¡el público termina encendido!
Por otra parte, esta obra es una toma de posición de mi parte, en el contexto en que vivimos complejo y desfavorable para el mundo de la cultura y otros tantos mundos. La obra está parada en ese lugar donde uno se ubica. Es identitario. Pensá que la obra empieza con “Eche 20 centavos en la ranura” que es una ilusión. “Si quiere ver la vida color de rosa”…la vida no es color de rosa. Ya te lo está diciendo. El poema lo dice “La vida es dura. Con la filosofía poco se goza”. Empieza irónicamente pesimista porque te dice “Eche veinte centavos en la ranura. Si quiere ver la vida color de rosa” asi como “El dolor mata, amigo, la vida es dura”. Y termina con “El día de San Jamás”. Es horrible que sea asi pero mantiene la coherencia. Es ritmicamente enérgica y festiva. Tiene que ver con esto. Cuando trabajamos la coreografía, para encontrar el tono de energía, pensamos en un piquete, de barricada. De denuncia e interpelación.
– Puede ser….Aqui no hay un relato con un desarrollo histórico lineal pero si un relato, con las vivencias del arrabal. Uno que se muere, otro que tiene un caballo muerto, las chicas que ponen las sillas en la vereda para pescar, el engañador serial. Hay un montón de relatos y episodios. Para mi tiene que ver con cierta postura política a nivel cultural.
-¿Cómo fue el trabajo con los bailarines?
– Muy bueno. Tengo un muy buen equipo. No digo que me ayudan sino que creamos juntos. Voy con el repertorio, la idea, leemos los poemas. La primera entrada fue a partir de los poemas. Empezamos a trabajar con eso. Es fácil trabajar con ellos.
– ¿Cuanto tiempo ensayaron?
– Estamos trabajando desde principios de año aunque en realidad, vengo trabajando desde el 2015. Algunos cuadros ya los había pensado y experimentado el año pasado. Algunas cosas quedaron y otras no. Además, hay cuatro personas que vienen desde ese elenco. Son dos actores y una pareja de bailarines.
-¿Siempre tuvo ese mix de tango-escenario y tango-salón en la puesta?
– Me gusta trabajar con lo que trae cada intérprete. Llevarlo para un lugar dramatúrgico y expresivo que me interesa trabajar. No me interesa trabajar el virtuosismo de los bailarines. No es la búsqueda. No va por ahí lo que quiero contar en mis obras.
– Igual son apreciables los estilos.
– Si, pero más que estilos de baile, creo que son de persona. A partir de eso, se arma lo heterogéneo. Eso es lo interesante y a partir de ahí, podes ver a los personajes. No ves bailarines. Cada uno con su propia personalidad. No hay dos que tengan la misma experiencia. No los elijo porque todos hacen escenario, contemporáneo o lo que sea. Inclusive hay gente que no baila tango en la obra y sin embargo, hacen muy bien lo que hacen. Está buenísimo y me encanta.
– Tu elenco de bailarines es heterogéneo en todo sentido.
– Si, hay de todo. Algunos si y otros no. No busco por edades, estaturas o lo que sea. Encuentro personajes. El interprete que va a entenderme o escucharme más. Hay coreógrafos que trabajan con grupos de determinadas edades o alturas las cuales se tienen en cuenta. Pero esto es un arrabal. Es eso. Esta buenísimo que cada cuerpo punto distinto pueda contar algo diferente. No hay corset. Viste que en la danza clásica tenes el corset de la forma? Acá no hay corset….o hay distintos corsets en diferentes tamaños y colores.
– ¿La puesta está como la habías pensado?
– Está mejor de lo que me imaginé. Igual me gustaría que tuviese más temas (risas!). Podría ser en varios capítulos. Con la gente comiendo en escena y hacemos varias cosas. Una trilogía también…No me des ideas! (risas). Con la obra del Tata se podría hacer más de una trilogía.
Este es un trabajo muy importante para mí, en mi carrera. Admiro al Tata desde hace mucho tiempo. Es el tango que a me gusta. Sin clichés ni posturas. La verdad es que, cada ensayo es un concierto privado como siempre lo había soñado. Con los temas que me gustan, que elegí, el Tata en vivo y los bailarines haciendo lo que armamos juntos. Es un sueño. La verdad estoy muy contenta y todos estamos disfrutando mucho. Los bailarines se emocionan en las escenas al igual que el Tata. Ese encuentro entre ellos, en la escena, es genial. El día que estrenamos, estaba contenta pero también algo melancólica. Sentía que me viene la metáfora del alumbramiento. Que la obra pasa a ser de otro. Es del Tata, los bailarines y el Cuarteto. Están ahí. Por supuesto está mi mirada pero hay algo que ya no me pertenece. Los cobijaba y los tenía pero ahora ya salieron. Hay algo que es la confianza que le tengo para que la obra crezca. Es mi Golem. Ese crecimiento también tiene algo de tristeza. En los ensayos puedo manejar el universo, con la anuencia y colaboración de los otros pero hay algo que es ajeno a mi desde el momento que comienzan las funciones.
-¿Tuviste que salir de tu admiración al Tata Cedrón para trabajar con él?
– ¿Quien dijo que dejé mi admiración para trabajar con él? (risas). Le ofrezco mi punto de vista para todo y lo respeta mucho. Estoy atenta a que este cómodo y bien para que de lo mejor de sí, sin tener nada que lo perturbe. O al menos, minimizar todo lo que lo pueda perturbar. Lleva la obra adelante. Su imagen y su estar ahí, en la escena organizando todo. Los bailarines lo miman todo el tiempo. Hay mucho cariño y respeto, brindándonos el todo por el todo. Sus acotaciones son tan acertadas, con una gran sensibilidad para percibir la escena. Abre con su cuerpo el espacio escénico para todos. Aprendo y disfruto todo el tiempo.
-¿Cómo viste la recepción del público?
– Hubo mucha emoción tanto de la gente que conoce la obra del Tata como la que no conoce. Estos se fascinaron y los que ya conocían se fueron muy emocionados. Me dijeron que la danza subrayaba y potencia la música del Tata. Vinieron turistas y estaban muy contentos. Me han dicho que es una obra “luminosa” pero creo que es porque la obra del Tata es muy fresca. “Silla en la vereda”, “Siempre me has mentido”. Igualmente, creo que, en mi caso, “Eva un recorrido” es una obra muy luminosa. También hay que ver a que se le llama luminoso. En el caso de “Arrabal” tenes la música en vivo y al Tata como altos focos de luminosidad. Está todo ahí. Desde ese lado, coincido.
-¿Van a editar la música del espectáculo?
– La verdad, me encantaría. Para mi que si. El Tata tiene el disco de charlas con Tuñon. Ah! Los discos del Tata se venden en la sala. En la obra hace un instrumental que es “Ensueño”, con una pareja bailando. Después, está “Luzamor” en la que van todos los bailarines y se ubican detrás de los músicos y se quedan escuchando. “Luzamor” es un poema que hizo su hermana Rosita Cedrón de quien el Tata hace un disco musicalizándolos. El disco es hermoso y seleccionamos este tema.
-Si Andrea Fabiana Castelli no se dedicaba a la danza, ¿qué hubiera sido de su vida?
– Pensandolo desde hoy, me gustaría ser arquitecta porque me gusta construir. La danza es una especie de arquitectura. Me gusta imaginarme mundos. Las casas son mundos que uno imagina para que la gente los transite de una manera.
-Si por la puerta de esta casa, entrase la Andrea Castelli que recién empezaba a estudiar danza, ¿qué le dirías?
– ¡Que pregunta! Le diría que estudie más….pero no sé qué le diría…..¡Si! ¡Ya sé que le diría! Que juegue de la manera que sabe jugar. Que está muy bien que juegue porque esos juegos posibilitan que, hoy en día, pueda crear. Estaba todo el día imaginándome obras y mundos. Ese entrenamiento a través del juego, incluía la danza, los vestuarios, los collares de mi tía, las enaguas de mi abuela, las tacitas. Ese juego es el que hoy me permite imaginarme otros mundos. Le diría que baile y juegue, que va por el buen camino.