Paula Brasca: Teatro, cine y docencia.

Acaba de reestrenar en teatro “Soy un fantasma”, un unipersonal de suspenso y terror y no para. Tras un triple estreno cinematográfico a fines del 2021 (“La casa de los conejos”, “Lo habrás imaginado” y “Nightmare Radio II”), hoy coordina la formación actoral en el Camarín de las Musas. Actriz versátil, maestra y comunicadora social, Paula Brasca tiene mucho por contar.  
 
Fotos: Cecilia Inés Villarreal

-Paula, contame de “Soy un fantasma”
-Es la adaptación de una película de culto, realizada por H.P. Mendoza, en el género de terror que los directores Lucrecia Oviedo y Lisandro Vera quisieron hacer una versión teatral. Pidieron los derechos y H.P se mostró muy contento al respecto. A partir de ahí, se procedió a adaptarla. La obra se toma licencias respecto a la película. El proceso de investigación que hicimos del material original permitió un montón de aristas que surgieron en el proceso de ensayo, lo cual devino en algo muy “sui generis”. Singular, encantador y cautivante para todo el equipo. Experimentamos la evolución de un proyecto que partió de un guión original y devino en lo que hoy se puede ver en el Camarín. Es un unipersonal de terror y suspenso que se instala en la comedia.
 
– ¿Cómo fueron los ensayos, teniendo en cuenta la pandemia?
-Se iba a estrenar en el 2020 pero se pospuso por el cierre de los teatros. Después hubo una pequeña apertura y se volvió a cerrar. Ahí tuvimos un amague de estreno y la hicimos en agosto del año pasado. Fue una fiesta volver al escenario y más aún, con este proyecto formado por gente a la que quiero y admiro mucho. Hicimos una temporada de dos meses en el Teatro Anfitrión, por lo que es un reestreno muy deseado en el Camarín de las Musas, en la sala de abajo.
 
– Imagino la manera en que afecta a la puesta el cambio de escenario…
– Es muy importante. El terror funciona con la proximidad del público y ahora, en esta sala todo es más cerca, más íntimo. Los efectos de suspenso son más potentes cuando hay cercanía. La obra cuenta con un montaje muy complejo para imbricar iluminación, sonido y actuación lo cual se potencia con un espectador cercano. El tiempo adicional de ensayo que nos dio la pandemia permitió que se fuera complejizando un poco más.
 
– ¿Qué te dice la gente cuando terminaba la obra?
– Hay mucha empatía con Emilia, mi personaje. Su sufrimiento por la situación de encierro que vive es tal que causa tanta gracia como tensión. Está atrapada y trata de ir hacia su liberación, pero con mucha dificultad. Esa identificación generó un eco en tanto lo vivido por el aislamiento y la pandemia. 
La respuesta del público fue muy buena, que se encontró con una puesta inesperada y aterradora. Es una obra muy singular y diferente lo cual me agrada. Una experimentación con géneros, que es algo que no se acostumbra a hacer en el teatro en tanto el terror y el suspenso tienen un soporte más propio de los audiovisuales. El teatro implica toda una gramática para llevarlo al escenario con esa diferencia que tiene el dispositivo audiovisual en tanto restricciones y libertades. En cine podes editar, meter planos y efectos de sonido, acá no. El cuerpo del actor narra todo y lleva adelante el relato.
 
– Se apunta a muchos lugares…
-Sí, es cierto. Hay muchas líneas de lectura. Es muy polisémica. Por un lado, está la cuestión del encierro, así como el «no pertenecer», estar fuera de los márgenes de lo que se considera “normal” y ser de “la periferia”. Está el tema de la vida y la muerte, lo sobrenatural y lo paranormal así como la luz y la oscuridad de los individuos. Hay una interpelación a varios aspectos.
 
-Además tiene un horario ideal para una obra de estas características….
-A las 22.30.
 
Luz, cámara, acción.
 
-Vi “Soy un fantasma” en octubre, mes en el que tuviste muchos estrenos de cine.
-Si. Estrené tres películas y estaba filmando «What the fuck», una serie para Flow. Volver a trabajar después de la pandemia fue una gran alegría. Una enorme movilización de energía ya que estaba  con lo de Flow y muy pegado “Los olvidados 2” además de los estrenos de “La casa de los conejos” y “Lo habrás imaginado”. También estaba haciendo “Nightmare radio II”. Tras el encierro, de repente vino un montón de trabajo con un subidón de adrenalina muy importante.
 
-Contame sobre “La casa de los conejos”.
-La filmamos hace varios años y estábamos esperando que se den las condiciones para su estreno en cine ya que la directora no quería estrenarla virtualmente, en una plataforma. Es una película muy especial en tanto está basada en la novela homónima de Laura Alcoba que cuenta una historia real sobre una célula de Montoneros que vivía en la clandestinidad mientras se editaba “Evita Montonera”. Mi personaje es Diana Teruggi de Mariani que fue asesinada durante la dictadura militar. Su hija es Clara Anahí, nieta de Chicha Mariani, que sigue desaparecida al día de hoy. Fue una coproducción con Francia y España y participaron de la película Darío Grandinetti y Miguel Ángel Solá. Contó con grandes actores como Guadalupe Docampo y Patricio Aramburu. La realización fue compleja por el tema que abordaba…
 
– Muy fuerte…
-Sí, muy. Estuve en contacto con familiares de Diana que me compartieron muy generosamente, cartas, fotos y anécdotas de ella. Esto fue muy movilizante en tanto ese material se iba enhebrando con el guión. Los actores le contábamos a la directora lo que se había hablado porque podía darse algún tipo de reescritura. Al final terminó siendo una especie de organismo vivo que se iba reformulando a medida que los actores nos empapábamos de testimonios reales.
 
– ¿Cuánto duró la filmación?
– Casi dos meses. Fue muy intenso. Es más, mi último día de rodaje fue el día del asesinato de Diana y el robo de Clara Anahí. Terminé mi trabajo con esa escena. Me tuve que despedir de la persona, del personaje y el vínculo emocional que implica querer contar esa historia de una manera respetuosa y amorosa. Para mi, fue un cierre y una despedida muy importantes. Estuvimos casi dos años preparando la película. Fueron dos entrevistas con los dos hermanos de Diana y Laura Alcoba, que vivió con ellos en la casa de los conejos y fue una hija del corazón para Diana. Uno siente un gran compromiso cuando representa a personas que realmente existieron y existen en la memoria de quienes los conocieron.
 
-Después, fuiste una hacker…
– ¡Exacto! Eso fue “Lo habrás imaginado”, un policial negro de Victoria Chaya Miranda, con Carlos Portaluppi, Osmar Nuñez y Diana Lamas. Era una hacker que trabaja en una investigación sobre pedofilia, en la Dark Web y servidores donde se comercializan niños para la prostitución.
 
-Qué temita…Salimos de uno y nos metemos en otro…
-Si, pero la composición de los personajes fue diferente. Diana era muy angelical y maternal mientras que ésta hacker tiene una forma de razonar muy fría y matemática.
 

-Parece que el cine se está metiendo con un tema como la niñez en diversas aristas…
-Es muy interesante esto que se está dando. “La casa de los conejos” tiene una mirada infantil directamente. Es la subjetividad del niño y como establece sentido a partir de lo que lo rodea. De alguna manera, expone y acusa al mundo de los adultos. Hay un lugar –y vuelvo al “Fantasma”- donde se plantea una “normalidad” de tal crueldad y desquicio que genera una adaptación ciclopea en los chicos. Uno hace el viaje con el niño tratando de armar ese alfabeto con lo que se los rodea. Se crean referentes para crear un sentido y adaptarse. Por ejemplo, la nena toma la leche mientras están limpiando las armas. Come pan con dulce de leche mientras le ponen lubricante al cañón de un revolver. 

En cambio, “Lo habrás imaginado” es la historia de una niña que crece habiendo sido abusada por su propia familia que, de hecho, tiene prostíbulos. 
Es muy atrayente que el cine se aventure tanto en los géneros (estamos hablando de un policial negro) y por otro lado, cuestionar el statu quo y una normalidad atroz.
Además, hay una vuelta de tuerca en la forma de filmar. Hay grandes vientos de innovación en el cine nacional. Empiezan a aparecer propuestas distintas con otras formas de filmar. Lo estamos viendo. Se realizaron historias de superhéroes y de género fantástico. Un caso fue cuando hicimos “La valija de Benavidez” de Samanta Schweblin en la que aparece el suspenso, el terror, el thriller con la pátina nacional.
 
-Ojalá tuvieran una difusión acorde…
– Hay una deficiencia grande en la promoción cultural de nuestro propio cine. Tiene mayor prioridad una producción internacional que una local. Desde Cultura y nuestras propias leyes no se fomenta que el público vea cine nacional y de calidad. Más aún con la oferta enorme que hay hoy en día, más allá de las grandes producciones. Tenemos cine de autor y la gente no se entera de esto. Se debe dar un gran paso para revalorizar nuestra cultura en tanto leyes que promuevan nuestro cine, teatro, etc. Tenemos unos artistas maravillosos.
 
-Recién nombraste “La valija de Benavidez” que terminó con muy buena repercusión…
-Fue una producción muy importante con Guillermo Pfening, Jorge Marrale y Norma Aleandro. Estuvo mucho tiempo en el Gaumont y también se estrenó en salas comerciales. Te diría que fue toda una aventura de género. Hubo un quiebre en la realidad así como un nuevo verosímil. Está muy lograda y propone un viaje por el arte así como por las instancias de consagración, algo muy interesante. Además, había una cuestión de género.
 
Sobre las tablas
 
En los últimos años hubo una gran explosión de unipersonales femeninos atravesados por la temática de género, discriminación y violencia…
– Estamos en un contexto en el que las mujeres así como la sociedad está atravesado por el movimiento feminista. Una nueva conciencia y una lucha en pos de ir a una sociedad más igualitaria y solidaria. Así es como entiendo al feminismo. Es tomar conciencia –hombres y mujeres- que hubo factores de coacción y opresión y ser conscientes de estos mecanismos de poder. Ponernos en un lugar de reivindicación de nuestra diversidad pero que también promueva igualdad de oportunidades y tratar de ser todos lo más felices posible. Las mujeres estamos muy atravesadas por esta conciencia generacional.
 
-Es importante la cuestión generacional…
-Entiendo que las mujeres tenemos mucho por decir en ese sentido. Hay una gran conmoción interna en tanto que estamos reviendo nosotras también. Las pibas ya vinieron con cierta mentalidad de época mientras que mi generación está revisitando varias cosas. Es muy movilizante y hay mucho por elaborar. El teatro es una manera de elaborar, de comunicar, de expresar una cosmovisión. Cuando uno se pregunta de qué quiere hablar, ahí aparece el unipersonal atravesado por marcas y heridas que han tenido que ver por la condición de ser mujer. Es un gran descubrimiento empezar a reformular los vínculos, los valores, con gente querida, con la familia y con todos.
 
– ¿Qué pensas del teatro por streaming?
-Es difícil ver teatro filmado pero durante la pandemia se hicieron cosas maravillosas. Como forma adaptativa a algo circunstancial que no elegimos, la respuesta del teatro por streaming y las clases virtuales, fue maravillosa. Permitió seguir aprendiendo y trabajando en algo que capta nuestro interés. Esto fue fundamental para nuestra supervivencia. Ahora con la presencialidad plena, la gente quiere volver a lo presencial. La clase virtual quedó en el contexto de la pandemia.
 
– Después de la pandemia, ¿hubo resignificación del teatro como hecho cultural en tanto ceremonia, cambios de horarios, las temporadas se acortaron, etc?
-Es un proceso que vamos a tener que ver más adelante. Veo una revalorización en el sentido que, para la gente, volver al teatro, es muy conmovedor. Tuve alumnas a las que no había conocido personalmente y me vinieron a ver al estreno de “Soy un fantasma”. Se me acercó una persona con barbijo y un ramo de flores, y me di cuenta que era una alumna a la que le daba clases desde hace dos años. ¡Fue una emoción tan intensa el vernos en el teatro! Todos anhelamos que vuelva lo más pronto posible.
El tema de los horarios viene de tiempo atrás, cuando Veronese hacía obras a la luz del día. Más aún con “Mi hijo solo camina un poco más lento”. Se empezó a plantear la teatralidad con la luz del día. En el cine ya lo había hecho el Dogma. La restricción empujó la creatividad a otros confines; la pandemia, hacia donde se podía.
 
Maestra y comunicadora
 
-Sos coordinadora de la formación actoral del Camarín de las Musas. ¿Cómo se dio esto?
-Tenía un estudio de actuación con mi socia Eloísa Collusi. Se llamaba “El salto estudio”. Justamente, estaba haciendo “Medea del olimar” aquí, en el Camarín. Entré en contacto con Emilio y Daniel que son los dueños del teatro. Me propusieron armar una formación actoral aquí. Un poco, maridando en nuestro estudio, la belleza y la infraestructura del Camarín, y todas las posibilidades que ofrece, diseñamos una formación de tres años, con materias instrumentales –además de actuación- como puede ser Técnica vocal, técnica corporal o análisis de texto. Hace tres años –pandemia de por medio, migración a lo virtual, vuelta con protocolos y ahora presencialidad plena- que estamos dictando clases aquí, de lunes a sábados.
 

– Se brinda una formación seria, con mucho contenido…
-Hay dos cosas que me parecen muy importantes. Una parte es el aspecto interpretativo, que es el que hablamos recién y otro es el comercial, que tiene que ver con el mundo del trabajo. La producción, el saber cómo generar oportunidades que es igualmente importante como el aspecto interpretativo para aquella persona que quiere ser un actor profesional. Está quien viene a pasarla bien, a sacarse la timidez o una experiencia primera con la actuación, pero también quien desea ser actor profesional. Uno, con toda la técnica y formación necesaria, con todo el talento del mundo, si después no sabe salir a generar puentes con el mundo del trabajo, es muy frustrante. Ambas herramientas son igualmente importantes y deben considerarse con la seriedad necesaria.
 
-¿Te imaginabas en un rol docente?
-La formación ha sido muy importante en mi vida. Estudio de muy chica. En mi casa siempre hubo mucha ilustración y fomento del estudio y del saber. Se le daba mucho valor al conocimiento. Para mi, entrenar es algo invaluable en tanto se puede investigar, franquear sus propios límites y aventurarse a lugares desconocidos para después volver. Es de una riqueza enorme para el actor seguir entrenando el oficio. Hay algo del saber que no es un producto. Estas en un espacio en que tenes absoluta libertad. Un lugar donde la experiencia no te la quita nadie. De ahí que, para mi, el ser docente…. Está muy desvalorizada la docencia. Muchos la ven como “un kiosko”. Trabajo mucho como actriz, pero el poder compartir lo que he aprendido, es fundamental. Tiene que ver con la vocación de servicio. El conocimiento es para compartir y no para acumularlo. Uno lo hace como docente y como artista. El poder compartir una experiencia, el ejercicio de empatía de comprender a otra persona y sus valores, tiene que ver con brindarse.
 
Mirada al futuro
 
-¿Habrá una Paula Brasca dramaturga?
-Seguramente…
 
-¿…y directora?
-Seguramente…Soy de escribir un montón, desde que soy pequeña. Es más, mi padre es escritor y mi hermana, cantante. Capaz que es por eso que soy actriz y no escritora…Hay una distribución artística de roles. (risas). Escribo como un acompañamiento de mi profesión de actriz. Más pronto que tarde voy a estar dirigiendo lo que escribo porque me dan ganas de escribir para mi, hacer materiales que me interesen.
 
-Hay mucho dramaturgo que dirige y director que escribe…
-No podría dirigir al mismo tiempo que actúo pero si, escribir y dirigir pero no actuar o escribir y actuar pero no dirigir. Que alguien me dirija con total libertad en función de lo que escribí y lo que propuse. Ahora, estar adentro y afuera a la vez, no me veo haciendo. La actuación es sumamente exigente porque te pide que estes muy involucrada. La mirada externa es fundamental para ver que se está narrando y cual es la lectura. Uno como actor, hace un laburo parcial. El rol del director es vital como equipo. Uno tiene la sensación en tanto siente que está imaginando muy bien pero de afuera no hay lectura de lo que se está haciendo, como pensamiento. Necesitas de alguien que te este guiando, marcando, tanto en cine como en teatro. Hay que confiar mucho en la dupla con el director.
 
-Si en la clase que estas dando aquí, en el Camarín de las Musas, entrase la Paula Brasca que estaba estudiando, ¿de qué manera encararías la enseñanza?
– A ver… Los conocimientos que adquirí fueron producto de las frustraciones y los errores. El camino es el aprendizaje y la evolución. Tuve maestros muy exigentes y disciplinarios. Había cierta matriz en la que el rigor era el camino para llegar a la excelencia. Hoy pienso que se puede aprender las mismas cosas desde un lugar de disfrute. Uno no es más eficaz por sufrir cuando aprende o por darse con un palo cuando las cosas no salen. La capacidad de trabajo y disciplina hacen a la maestría, pero se puede hacer también con alegría. He pasado horas y horas entrenando, repitiendo ejercicios y generando grupos de estudio a la clase para reflexionar, pero le restaría ese componente de que, si no sale lo que practico, “es grave”. Es fundamental tener sentido del humor. Uno tiene que poder reírse de las cosas que no le salen. Es la mejor manera de salir adelante. Antes de frustrarme por algo que no me salió, prefiero reirme de eso y ver como le encuentro la vuelta para entrarle. Lo mismo hago para enseñar. Celebro las nuevas formas de hacer, no porque sean mejores o peores sino que nos permite reflexionar en torno a nuestro oficio, de la manera de contar, de quienes somos ahora. La forma en que enseño no tiene que ver con la que aprendí. Hoy en día, se aprende y enseña de otra manera.


«Soy un fantasma». Camarín de las Musas. Mario Bravo 960. Viernes, 22.30 hs. 

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