Leticia Bacci y las historias de mujeres verdaderas

Reconocida por su labor con los adultos mayores, la actriz Leticia Bacci busca ampliar sus horizontes. Inquieta como pocas, ahora emprende el desafío de sacar un libro que cuenta historias de mujeres desde lo más profundo de su ser. Las sorpresas pueden ser muchas y de todos los gustos. Charlamos con la autora sobre un libro que promete emoción y espíritu de lucha


-Leticia, ¿estas escribiendo un libro?

– Si. Se llama “Historia de mujeres verdaderas”. Voy a contar historia de mujeres “comunes” que quieren contar sus historias de vida. Quiero brindarles un espacio para que sean escuchadas y leídas.


-¿Cómo surge la idea?

– Hace un tiempo, tenía un programa de radio al cual llamaban los oyentes. En su mayoría, eran mujeres. Cuando recordábamos las cosas de antes, con la sección “El baúl de los recuerdos”, decían “Que lindo escucharte…porque me trajiste recuerdos de mi infancia. Mi vida no fue nada fácil”. Todo eso, generó en mi la necesidad de brindar un espacio. Me gustaría escuchar –y también contar- TU historia de vida. Los olores de la casa de tu abuela, tu vida, tus hijos, tu matrimonio. Qué fue lo que hizo que no fuera fácil tu vida. Entonces me puse a trabajar para hacer un libro sobre esta temática. Además, no es casual que en esta etapa de mi vida, este llevando a cabo este proyecto. Me reconozco en esas historias de mujeres, en cada una de ellas. Abro los portones de mi alma para recibir todo eso que quieren compartir conmigo. Escucharlas, verlas y reconocerme en ellas.


-Contame de las entrevistas con estas mujeres.

– Es una charla más íntima. Tenemos un primer contacto que puede ser por Facebook o por teléfono. Las cito a mi taller y las entrevisto. Charlamos un rato mientras tomamos unos mates. Prendo la cámara y las grabo en video durante una hora y media aproximadamente. Hacemos un recorrido por su vida. Me llevan de paseo por sus propias vivencias, desde su propia mano. Sus gustos, sus miedos. Buceo en esos sótanos internos, lugares oscuros que tienen pero siempre con el consentimiento de ellas. Soy muy respetuosa de eso porque no voy a ir a un lugar al que no quieren ir. 


-¿Cuantos testimonios tenes?

– Tengo once pero no sé hasta cuantos voy a recabar. Me encanta recopilar estas historias. A veinte testimonios voy a llegar seguro. Escribo como si fuera un texto de ficción. Pongo mi corazón y cuento la vida de estas mujeres. Va todo con nombre y apellido real. Será la historia y la foto. Las edades van desde los 50 a los 80 años. El libro estará en la calle en marzo de este año.

-¿Te sorprendió alguno de ellos?

– Si. Hay mucho dolor en varias historias. Sorprende como puede haber tanto dolor en una niña…una mujer que en su momento fue niña. Algunas cosas me sorprendieron mucho. Dicen “si yo hubiera nacido en otra época, ni loca hubiera hecho lo que hice”. No habrían soporta tanto…o callado. No se apaga la cámara pero no se muestra en la edición del video final.

-¿Hubo casos de violencia de género?

– Si, muchos. No solamente física sino verbal y psicológica. En algunos casos, resignadas pero nunca perdonados. Eso si, todas las entrevistadas pudieron soltar y seguir adelante. Porque….¡hay que seguir adelante! Son historias de sobrevivientes. Otras historias cuentan alegrías y tienen muchas sonrisas. Son las menos pero en todas, brota en algún momento esa idea. Hay mucha emoción en los testimonios. A todas les pregunto por los sueños por cumplir y ahí aparece la emoción. También les pido que me muestren sus manos porque dicen mucho de la persona.

-En los casos de violencia, ¿pudieron salir de ese ambiente?

– Si, pero lo hicieron por no dar más. Levantaron la mano y pidieron ayuda. Por eso sobrevivieron.


¿Te contaron sobre abusos?

– Y…..pero no lo digo directamente. Dejo que el lector lo interprete. 


-¿Se nota mucho el quiebre generacional con las chicas de 40 para abajo?

– Si, mucho. Igualmente, en mi caso, soy una madre rara. No me gusta la palabra “criar”. No tengo un criadero de chinchillas y crio a mis hijos, sino que los acompaño. Somos un equipo de cuatro personas. Será que tuve una madre tan autoritaria que no quiero repetir patrones. Entonces, retomando, hay una diferencia abismal entre lo que siento y lo que viví y lo que traen ellas. Por ejemplo, mis alumnas de teatro, que rondan los 70 años, hablaban de almidonarle la camisa al marido. En mi vida, le planché una camisa a nadie. Vos podes plancharla….Si me decis que salis y queres que la planche, obvio que si pero no esa cuestión de “tu deber es planchar la camisa”. No es la tarea de la mujer el “atender a…”. En la crianza, siempre hubo un “otro” por delante. Cuando eras chica, tenías a los padres y los abuelos a quienes había que respetar. Y después venían los maestros del colegio, los directores, el intendente, el diputado…para que después venga tu marido, tus hijos, tus nietos….¿¿¿Y vos, donde quedaste???


-Hay un marcado tono optimista o se busca girar en esa dirección….

– Mirá…la mayoría manifestó “me siento realizada”. Los sueños se fueron cumpliendo a medida que daban cada paso. Eso me sorprendió mucho. Lo que si me hizo pensar y reflexionar fue la proyección de la vida en los hijos, en el otro –matrimonio, compañero de toda la vida-. Es algo cultural. A las mujeres nos enseñaron que tiene que formar una familia, se tiene que casar, atender a su marido y tener hijos. Una mujer que no tiene hijos, no está completa. Esta fue la crianza de generaciones anteriores, la de los mandatos. Ahí piensan y dicen “A mi me gustó tal cosa…pero a mis padres no”. Postergaron mucho sus propios deseos. También es apreciable el miedo a la soledad y la muerte.

 
-¿No tenes miedo que se convierta en un libro de autoayuda?

– Del tipo “Usted puede sanar su vida…”? No es miedo pero si este libro puede ayudar a una mujer que está pasando por un momento difícil, no me sentiría mal. ¡Al contrario, lo celebraría! Asi como me reconozco en ellas, lo que escucho me enseña más. No se puede convertir en un libro de autoayuda porque no damos fórmulas. Nosotros contamos historias. Rara vez van a dar un “mensaje”. En el caso de mujeres agredidas, alguna dirá “no se queden donde están”. Pero no damos recetas sino que es como ver una película y después digas “me marcó”. Capaz que leyendo este libro, ocurre lo mismo. No, no tengo miedo que se convierta en un libro de autoayuda.

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