Libro: “Parricidas. Mapa rabioso del metal argentino contemporáneo”.

El GIIHMA (Grupo de Investigación Interdisciplinaria sobre el Heavy Metal Argentino) lo hizo de nuevo. En su muy buen «Se nos ve de negro vestidos», había puesto el dedo en la llaga en relación con los estudios sobre el heavy metal a partir de aspectos teórico-filosóficos. Allí esbozó distintas formas de abordar al género, dando un salto de calidad en el análisis realizado. Esto, en tiempos donde el periodismo y/o la investigación está en retirada frente a «fans que cuentan lo que ven» (y encima tienen un gran aparato de difusión detrás). Frente a este panorama, el libro era un soplo de aire fresco.

Ahora, con “Parricidas. Mapa rabioso del metal argentino contemporáneo” (Emiliano Scaricaciottoli (comp.). La Parte Maldita, 2018. 146 páginas) se mete con el psicoanálisis al tomar la figura del «parricidio» para referirse a la relación del heavy metal con Ricardo Iorio. Éste, como padre a asesinar. Más aún cuando, en los últimos tiempos, Iorio derrapó con lamentables declaraciones que lo acercó más a la historieta que a la Historia, Beto Casella y la Divina TV Führer mediante.

El prólogo de Scaricaciottoli planta bandera con respecto al trabajo realizado con cruces ricos e interesantes para el debate. «Hablamos siempre de Iorio -en primer lugar puesto que lo consideramos el autor más importante dentro de nuestro movimiento, el más gravitatorio, nuestro intelectual orgánico si se quiere-» asevera para después empezar a desglosar la idea del libro. «Su muerte simbólica es ya demasiado necesaria para que el relato pueda seguir. Seguir no es sinónimo de acostumbramiento, es sinónimo de avance dialéctico».

Es aqui cuando se establecen puntos en común con el periodista e investigador Simon Reynolds, cuyos libros «Retromania» y «Post punk»- son de lectura y debate obligatorio para ir más allá de la identidad del fan. Dos frases del prólogo, llaman la atención. «Quien no muere a tiempo clama a gritos que el final de los tiempos llegue» y «El derrotero de los padres es la vacancia, la ausencia que no se ha podido llenar».  

Dividido en dos bloques bien determinados («Infancia, mujer e identidades subalternas» y «Poéticas, micropoéticas y lenguajes»), el libro realiza un exhaustivo análisis de distintos tópicos que atraviesan al heavy metal. Luciano Scarrone toma la relación del género con los niños, Heavysaurios, Foucault y Horcas de por medio. Incluye cierta autocrítica al «resaltar ese factor de lo visual, casi caricaturesco que. a veces puede tener el heavy metal». Es pensar la figura paterna y materna que configuran el carácter del niño en una etapa compleja de su crecimiento.

En el caso de Noelia Adamo, toma al toro por las astas con un ensayo anclado en la coyuntura actual. «Mujeres metálicas. Reflexiones en torno a la mujer en el heavy metal argentino» parte de la pregunta acerca de por qué las mujeres aparecen en un capítulo aparte en la historia del metal. Añade una descripción de las resistencias que encontró en su investigación. Los estereotipos patriarcales y la construcción de identidades de género en el metal son algunos puntos del análisis de Adamo. Allí pone la lupa en la deconstrucción de los machismos que forman parte de nuestra sociedad. El análisis de letras de Rata Blanca, Riff, Hermética o Asspera abren el debate respecto a cómo se describe a la mujer. Los cuerpos, las voces y aquellas que formaron parte del mundo del heavy metal dan cuenta de aspectos que deben tomarse en cuenta. Más, hoy en día, tras el empoderamiento de la mujer, el #NiUnaMenos, etc.

Otro punto a destacar  de este capítulo es la relación que se plantea en torno a Carina Alfie y Ricardo Iorio. La primera suele ser invitada del padre fundador del género, quien le brinda su “bendición” y status de pertenencia a través de su tema “Guitarrera”. Aquí Adamo marca este gesto aunque señala que Alfie es una artista de fuerza y talento propio, con la coyuntura jugando a su favor en pos de la lucha de las mujeres por la igualdad de derechos. Esto se liga con su crítica a las letras de Asspera.

Este es uno de los capítulos más importantes del libro y de los que llama más a la reflexión y al debate. Sobre todo, a los hombres que, en su gran mayoría, debemos hacernos cargo de la crianza que ha tenido. Esto, junto a como ha difundido la misma, de neto corte machista.

El capítulo “Un nosotros distante. Metal patagónico”, a cargo de Manuel Bernal. Allí, el eje se traslada al sur de nuestro país para poner el acento en otras búsquedas y objetivos. La naturaleza, la política, el indigenismo y las masacres de la conquista (tanto la del Desierto como la de nuestros días con empresarios extranjeros y nacionales que responden a intereses espurios) ponen al género en un lugar diferente. No en vano afirma Bernal que “el metal patagónico es un fenómeno en si mismo, dentro de otro, la música pesada de inflexión nacional”.

Como si fuera un vinilo, el libro ingresa en su “Lado B”. Éste cuenta con el nombre de “Poéticas, micropoéticas y lenguajes”, con cuatro ensayos tan heterogéneos como interesantes.

Gito Minore es el encargado de abrir esta segunda parte del libro con “La memoria proyectada. El cine del heavy metal argentino, en el registro histórico y la ficción”. Tres planos y los créditos finales es la división de un capítulo que toma al mundo del celuloide en relación con el metal de estas pampas en sus diversas variantes. Minore sostiene que el heavy metal “ha dejado de ser solo música para convertirse en una cultura. Y en ese particular universo cultural, el cine y el resto de las manifestaciones audiovisuales ocuparon y ocupan un lugar privilegiado”.

Con “Trágico siglo metálico: la venganza de los perdedores”, Diego Caballero patea el tablero desde el primer párrafo. Dijo “Carajo es el gran vencedor de las bandas de la música pesada nacidas en el siglo XXI”. Caballero realiza un análisis en el que no duda de incorporar a autores como Zygmun Bauman y sus “sociedades líquidas” asi como algún guiño al Simon Reynolds de “Retromania”. Aqui, cuando asevera que “la nostalgia sobre el pasado no nos deja mirar de forma nítida el presente”. Al sostener que la banda “desde el vamos, rompe con la tradición de los padres fundadores”. Le hace una gambeta al tradicionalismo/conservadurismo/purismo del género para abrir el horizonte de expectativas a otras latitudes.

En cambio, a partir de la obra de dos bandas como Raza Truncka y Asspera, Juan Ignacio Pisano pondera la irreverencia de sus voces. En el primer caso, toma como condición de producción de su discurso a José Larralde y el folklore. A posteriori, lo cruza con una coyuntura ligada al cuidado de la tierra y la ecología. Pisano considera a la banda como “la gran aparición de nuestra escena, en particular y del rock argentino en general, para nuestro siglo XXI”. En el caso de Asspera, hará hincapié en lo políticamente incorrecto de sus letras. Desde allí se un intercambio de opiniones con lo esbozado por Noelia Adamo en el mismo libro. Más allá del análisis, la toma de posición es inevitable. Al día de hoy, justificar letras supuestamente “picarescas” en tiempos del #NiUnaMenos, termina atrasando años al desconocer una coyuntura por demás visible.

Será este texto quien haga una mención al parricidio propiamente dicho, respecto a Ricardo Iorio (el padre de la criatura), tomando al mismísimo Freud como referencia.

Para finalizar, Emiliano Scaricaciottoli retoma a la figura de Norberto Napolitano para releer al movimiento “stoner” desde Los Natas y Los Antiguos y Saurón. Afirma que “el stoner de las pampas deambula entre linajes inexactos, padres múltiples, orígenes errantes” al tiempo que realiza el corte entre “ese primer Pappo’s Blues volumen I al July 93, con Deacon Jones”, para pensar “las ciudades y los campos, los desiertos y las multitudes”. Todo, atravesado por la presencia de Pato Larralde que reivindica lo dicho mientras “Sauron y los Antiguos empiezan a pelear cabeza a cabeza la dirección del metal nacional”.

Volviendo a la figura de Pappo, Scaricaciottoli toma a “Sucio y desprolijo” como “el tema icónico de la mejor formación de Pappo’s Blues –con Pomo y Machi-” para aseverar que “el blues y el metal fueron para Pappo modalidades de encontrar salidas para-lingüísticas ante el dilema oxidarse o resistir”.

Es menester decir que la figura de Iorio, tan polémica al día de hoy con sus declaraciones por demás desafortunadas, es el eje sobre el cual gira un análisis pormenorizado y serio del contexto para “el día después” del parricidio.

Lectura imprescindible para quien desee abordar el tema con la curiosidad a flor de piel y la neurona atenta y abierta, “Parricidas” se desmarca de “la lógica del fan” –con todo lo que esto implica- para abrir el debate hacia otros espacios, con una investigación seria y por demás disfrutable.

“Parricidas. Mapa rabioso del metal argentino contemporáneo”, de Emiliano Scaricaciottoli (comp.). La Parte Maldita, 2018. 146 páginas

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