Savignone desarrolla al máximo todas sus facetas expresivas: canta, baila, actúa y desarrolla un trabajo corporal de alta calidad. Compone a un joven que se encuentra sin rumbo frente al fracaso personal. Es destacable la utilización correcta del espacio para la descripción de la historia y el ritmo que tiene la misma.
La versatilidad de Savignone carga sobre sus hombros una puesta difícil a nivel interpretativo, con el que logra captar la atención inmediata de los espectadores. Las situaciones varían y la atención se mantiene. Las luces y la música son puntos relevantes en la creación de climas de una obra que si bien apela al humor, refleja una situación bastante común y que, paradójicamente, no es nada graciosa.
“Suerte” volvió pero por poco tiempo por lo que es menester darse una buena panzada de buen teatro concurriendo al Belisario.