Un Vania (Teatro)

Un, uno, todos.
Concepción y dirección: Marcelo Savignone. Con Marcelo Savignone, Maria Florencia Alvarez, Luciano Cohen, Merceditas Elordi, Pedro Risi y Paulina Torres. Vestuario: Mercedes Colombo. Escenografía: Lina Boselli. Iluminación: Nacho Riveros. Realización de muñecos: Flavio Pagola. Video: Belén Robaina. Operación técnica: Daniel Schabert. Fotografía: Cristian Holzmann. Diseño gráfico: Edgardo Carosia. Producción ejecutiva: Silvia Barona. Colaboración artística: Nela Fortunato, Andrea Guerrieri y Eva Rodríguez.

La Carpintería. Jean Jaures 858. Sábado, 22.30 hs.


La obra de Anton Chejov es revisitada por Marcelo Savignone, con la impronta que lo caracteriza. Música, movimiento, tensión y fibra vuelven a atravesar esta personalísima versión de “Tio Vania” del gran autor ruso. Y aquí, la puesta de Savignone adquiere un carácter lúdico y actual, aunque mantenga la estética de otros tiempos. El vestuario es muy cuidado y exacto, enmarcando a la época como referencia de un texto excelente, que trascenderá el tiempo, para llegar a la actualidad, con frescura y convicción.

El prestigioso profesor Alexander Vladimirovich Serebriakov, vive con Elena Andreevna, su esposa –muchos años menor que él-, pero se encuentra enfermo y postrado. El mantenimiento de la casa recae en Sonia, hija de la primera y fallecida esposa del profesor e Ivan Voinitizkii, su tío –el mismo Vania-, hermano de la difunta. Ivan desea a Elena y ella está en la duda de la lealtad a su esposo o dejarse llevar por sus deseos aunque también es manipuladora y oportunista según lo requiera la ocasión.

Al ser “un” Vania, abre la puerta a que pueda ser cualquier Vania, entendiéndolo como sinónimo de hombre, individuo, ser. Él puede ser uno, a través de las vivencias que le toca en suerte, similares a las de cualquier mortal. Allí radica una de las grandes virtudes de la puesta, la proximidad, la identificación con un texto que combina humor, ironía y seriedad. Esa ironía se marca incluso en la caracterización del profesor con un maniquí, dando cuenta de la mediocridad que envuelve al personaje, al caracterizarlo a través de un muñeco sin vida. El amor, los deseos incumplidos y la resignación/rebeldía frente a lo acontecido marcan el pulso de un texto excelentemente llevado a las tablas por Savignone, respetando la esencia del original al tiempo que le brindaba su toque personal. “Cuando la vida falla es mejor vivir de espejismos” es una de las tantas frases que calan profundo al tiempo que interpelan al respecto de la posición que tiene uno al respecto.

La puesta va y viene a través del tiempo del relato y del desarrollo de la acción al tiempo que cuenta con un dinamismo de calidad. Las coreografías y la música que forman parte de la puesta, se conjugan con una iluminación creativa y adecuada.
El espacio del teatro es utilizado a lo ancho, con una escenografía austera pero exacta, al tiempo que están diseñados tres ambientes de la acción de manera escalonada, justa en su ubicación para que pueda apreciarse de todos los lugares.
Con actuaciones de gran nivel (el propio Savignone y María Florencia Alvarez, como Sonia, son los puntales de un elenco de real valor), la puesta cuenta con personajes llevados delante de manera cabal y con una sapiencia admirable.

“Un Vania” es un excelente homenaje a la obra de Chejov pero con lecturas actuales que dan cuenta, no solo del muy buen trabajo de Marcelo Savignone en su adaptación sino en la calidad inoxidable del gran escritor ruso.

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