London calling
De Stephen Berkoff. Traducción: Rafael Spregelburd. Con Martín Urbaneja, Ingrid Pelicori, Horacio Roca y Roxana Berco. Vestuario y Escenografía: Pia Drugueri. Diseño de luces: Marco Pastorino. Diseño sonoro: Miguel Angel Pesce. Entrenamiento corporal: Florencia Rapan. Asistencia de dirección: Marcio Barceló. Dirección: Analía Fedra García.
Centro Cultural De La Cooperación. Corrientes 1543. Sábado y domingo, 20.15 hs.
Allá lejos y hace tiempo, por el año 1979, The Clash sacó un disco doble dentro del movimiento punk en el cual no solo añadía nuevos ritmos sino que hablaba de temas como el desempleo, los conflictos raciales, el uso de drogas, y lo que implica ser “un adulto”. Esta versión de «Greek», de Steven Berkoff del Edipo Rey de Sófocles en la Inglaterra thatcheriana sería la visión teatral del disco (o éste sería la versión en vinilo de lo plasmado por Berkoff sobre tablas).
Despojada, con una escenografía muy austera pero exacta y luminosa, se enmarca la historia de Eddy, un joven que vive en Tufnell Park, Londres, junto con sus padres y su hermana. El padre es quien le cuenta sobre una extraña visión que le dijo un gitano sobre la posibilidad que cometa parricidio e incesto. Más allá de este inicio, es atrapante el derrotero de Eddy, que busca escapar de un destino ya escrito, típico de su lugar de origen de “fútbol, cantinas y trabajo”. Algo que Los Violadores habían visibilizado con su “fútbol, asado y vino, son los gustos del pueblo argentino”.
El dibujo de los personajes cuenta con variados matices. Permite no solo la reflexión sino que inquiere al lugar en el que se ubica cada uno dentro de una sociedad enferma de egoísmo e ignorancia, con “la peste” invadiendo cada centímetro del país. Justamente, ese concepto de “peste” será resignificado de acuerdo a la vivencia de cada uno. Para algunos, será el Thatcherismo privatizador de ilusiones; para otros, aquí en Argentina, será el menemismo con su neoliberalismo tercermundista de espejitos de colores, en el cual, la única salida parecía ser Ezeiza (algo que le pasa a Eddy, cuando quiere irse de Inglaterra, en la puesta). La intertextualidad hace que la obra sea muy próxima a unos contextos que ya hemos vivido en estas latitudes. Más aún cuando Eddy logra cierta prosperidad económica que, a la vuelta de la esquina, le tiene una sorpresa por demás inesperada.
La versión de Berkoff ubica al protagonista en un contexto del que desea salir con la rebeldía del que desafía su destino. No importa si la violencia lo envuelve en una pelea en un bar, donde se esboza el tema de su padre.
Con un lenguaje extremo y muy fuerte, en el que las metáforas son ilustrativas y directas y las palabras, dagas de honda crítica al capitalismo salvaje, la puesta mantiene un ritmo frenético. Las actuaciones están ajustadas en un ciento por ciento. Martín Urbaneja despega de a poco para llegar a un Eddy visceral, al que le presta su cuerpo y su voz, en sus vaivenes. Ingrid Pelicori se desdobla con la sapiencia que le es reconocida para ser la madre de Eddy y la Esfinge. Ésta última, la que plantea los interrogantes al joven inglés sobre su futuro. Horacio Roca tiene sus momentos de lucimiento como el padre biológico y el putativo de Eddy. La descripción de sus vivencias de cuando era joven es un punto alto. Por su parte, Roxana Berco cumple con su participación como objeto de deseo.
“Greek” es una puesta molesta, ponzoñosa y visceral, que inquiere y perturba a través de un texto que no deja títere con cabeza y actuaciones al límite. Esto es, justamente, lo que hace que la puesta sea por demás, interesante y digna de debate a la salida del teatro.