Bonus track (Teatro)

La pasión de Herbert

Actuación: Patricio Abadi. Voz en off: Isabel Merajver. Diseño de luces. Ricardo Sica. Concepto espacial: Patricio Abadi y Marcela Blanco. Vestuario: Ivana Nebuloni. Colaboración artística: Caro Babich, Florencia Bergallo, Valentina Fernández de Rosa. Entrenamiento vocal: Carmen Baliero. Colaboración en diseño de movimiento: Marina Otero. Diseño gráfico: Sofía Stead. Foto: Nora Lezano. Foto de escena: Noelia Vittori. Selección musical: Patricio Abadi. Community Manager: Candela Grinstein. Asistente de dirección: Marcela Blanco y Ivana Nebuloni. Dramaturgia y dirección: Patricio Abadi.

El Excéntrico de la 18. Lerma 420. Sábado, 22hs

Es conocida la historia del músico brasileño Herbert Vianna para el público del rock más no para la mayoría de la población. Líder de esa excelente banda llamada Os Paralamas Do Succeso, logró en los años 90, una gran popularidad en el público argentino, llegando a presentarse en el Estadio Obras, con Los Perros (banda de Gabriel Carámbula) y Titás, de teloneros. No obstante, el diablo metió la cola y en el 2001, sufrió un accidente de aviación en el cual falleció su esposa Lucy, quedando él postrado en una silla de ruedas, tras cuarenta y cuatro días de estar en coma. De ahí, la precisión del título. Un «bonus track», una canción extra en ese disco conceptual que es la propia vida del músico.

Pero Patricio Abadi va más allá de la literalidad de la historia, propia de Wikipedia. Retoma su proyecto de «biografías ficcionadas» que había iniciado con éxito con Frida Kahlo, para internarse en el mundo de Vianna. Casualmente o no, ambos personalidades quedaron sin la posibilidad de desplazarse por sus propios medios. Pero, como diría la propia Frida, «pies…para que los quiero si tengo alas para volar». 
En este lugar aparece el acierto de Abadi para plasmar al músico caído en desgracia, en su sentir y su vulnerabilidad. El antes y después de un hecho que marcó su vida para siempre, retratado de manera poética y poderosa. Es ese mix entre el documental y la imaginación donde se permite realizar varios interrogantes frente a lo ocurrido. Más aún, con esos momentos de debilidad y odio frente a un destino que le ha jugado una muy mala pasada. La lucha diaria de seguir adelante, después de la tragedia. Pero…¿cómo?  
Es la épica de la batalla cotidiana, con la tentación constante de ir al otro lado de la vida y evitar la salida fácil. Por eso es que Lucy sigue brillando en ese cielo que compartían, con los diamantes del amor eterno. El despertar de cada mañana y más aún, cuando sus dedos se deslizan por el diapasón de su guitarra, para dibujar diversas melodías, que siguen cautivando -y conmoviendo- a los cultores del rock.

En un espacio con muy pocos objetos, se destaca la presencia de Abadi que toma el centro de la escena de la cual entra y sale de manera constante. Su pluma es precisa a lo requerido por el proyecto original. Corre el riesgo de llevar las vivencias de Vianna a un lugar en el que se toma el «atrevimiento» de no hacer uso de su condición de inmovilidad sino que lo omite para acentuar su pensar y sentir. Romper con una linealidad que, de tanta prolijidad, terminaría conspirando contra la esencia del proyecto. 
Un buen punto fue el haber elegido las versiones originales de las canciones de Vianna. No en castellano. De esta manera, suena “Track track” (el clásico de Fito Paez), «Alagados» y “Lanterna dos afogados”, entre otras.

Patricio Abadi homenajea a Herbert Vianna con una puesta atrapante tanto para quienes conocemos la obra de este gran músico brasilero como quienes descubrirán su talento por primera vez. Por tal motivo, no será extraño que, al llegar a casa, surja el deseo de buscar una canción de los Paralamas en Spotify o You Tube. Es más, sería lo ideal. Además, de recomendar la obra. 

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