Deseos encarnados
Concepción y dirección: Emilio García Wehbi. Texto: Jean-luc Nancy. Performers: María Elena Acuña, Pedro Antony, Ana Balduini, Priscilla Bello, Romina Bloise, Carolina Silva Carbone, Camila Carreira, Eva Carrizo Villar, Alejandra Ceriani, Romina Ciera, Hernán Costa, Érica D´alessandro, Maximiliano de la Puente, Mateo De Urquiza, Felipe Diaz, Fernanda Díaz, Ingrid Ditisheim, Héctor Drachtman, Verónica Dragui, Luciana Estévez, Alejandra Ferreyra Ortíz, Araceli Flores, Bárbara García Di Yorio, Emilio García Wehbi, Martin Gross, René Guerra, Maria Heller, Cintia Hernández, Hernán Herrera, Leandro Ibarra, Eliana Ruth Kopiloff, Michelle Krymer, María Luna, Vivian Luz, Mariana Maciel, Horacio Marassi, Melina Marcow, Adriana Miñones, Merlina Molina Castaño, Mariana Moreno, Eliana Niglia, Daiana Peralta, Abigail Persico, Caymo Pizarro, Federica Presa, Sebastián Raffa, Juan Pablo Ramirez, Julieta Ranno, Mariano Rapetti, Agustin Repetto, Lucrecia Sacchelli, Francisco Sendra, Juan Pablo Sierra, Amalia Tercelán, María Thompson, Lucía Tomas, Paula Triñanes, Sara Valero Zelwer, Magui Vittar. Música: Jordi Savall. Operación de sonido: Lucía Jerónimo Gazzaniga. Fotografía: Nora Lezano. Diseño gráfico: Leandro Ibarra. Asistencia de dirección: Julieta Potenze y Amalia Tercelán. Producción ejecutiva: Julieta Potenze. Coreografía: Alejandra Ceriani, Alejandra Ferreyra Ortíz y Julieta Ranno.
Timbre 4. México 3554. Domingo 10 y 17 de agosto, 19 hs
Hay puestas que son atrapantes desde el título mismo. Uno no puede menos que detenerse en la palabra “indicio” y reflexionar al respecto. Esta operación ocurrirá desde el mismo momento en que se ve el flyer de la puesta. Porque Emilio García Wehbi crea a partir de una mente preclara la cual busca provocar un efecto que vaya más allá del “shock” inicial. Inclusive con la entrada de Emilio García Wehbi a escena para decir un pequeño parlamento, en un escenario vacío y proceder inmediatamente a quitarse la ropa.
Será el mismo García Wehbi quien ingrese primero de los cincuenta y ocho performers que se presentarán. Tranquilo y sereno, observará a la platea para decir un pequeño parlamento y procederá a quitarse la ropa. El marco será la música de Jordi Savall, para dar cuenta del texto concebido por Jean Luc Nancy.
Pero a partir de la extrema sencillez de la performance –ir hacia el micrófono, decir unas palabras y desnudarse-, la resignificación constante permite que el desarrollo de los acontecimientos sea tan previsible como atrapante. Hombres y mujeres de distintas edades y fisonomías saldrán a la palestra para interpelar a un exterior desconocido. Pero ellos se quitan de todo lo “material” para quedarse con su cuerpo y su esencia frente a todos. Una especie de “yo soy” tan despojado y sincero como incomodo para quien está lleno de ropa -¿corazas? ¿Prejuicios? ¿Crianza? ¿Educación?-.
Ellos aprehenderán cada texto como propio. Lo “interpretaran” después de tomar pintura roja con las manos para colocarlas en su humanidad. Pintura que será sangre y se ubicará en lugares tan diferentes como performers haya.
Cada uno de ellos tomará una porción del espacio y comenzará a trabajar con una situación tan propia como única. Muertes, peleas, amores desfilaran en cada uno de ellos, captando la atención inmediata de un espectador que, a esa altura, ya se olvidó de la desnudez en si misma y del lapso de tiempo transcurrido. Desde estos dos lugares, Wehbi interpela con ponzoña a quien se encuentra ubicado cómodamente en su butaca. Este comenzará a percibir como esa comodidad no es tal. Algunos saldrán al baño o a fumarse un cigarrillo pero después volverán para encontrarse con un cuadro de situación similar….pero distinto.
El cuerpo desnudo se ubica en un lugar de pureza y sinceridad. Salir del agujero interior para ubicarse lejos de la cosificación tan propia de estos tiempos de dictadura estética. El todopoderoso mercado de consumo queda indefenso e impotente frente a situaciones como las planteadas por García Wehbi, porque sale del juego planteado por el primero para crear su propio universo y mantenerlo como tal.
La ropa que dejó cada uno de los performers, descansará en un montículo tan impresionante como elocuente. Esa imagen de la montaña de ropa que yace sobre el piso dará paso a múltiples interpretaciones o imágenes vistas con anterioridad. Porque después de la partida de los cuerpos ¿qué queda?
La puesta termina pero comenzará a decantar en cada espectador, como la gota que horada la piedra, algún momento en particular que lo haya «tocado» en su individualidad. Reflexiones y pensamientos sobre lo visto y lo percibido, atravesado por la definición –o idea- de lo que es un “indicio” abrirán el abanico de posibilidades interpretativas. Sentir y pensar casi al mismo tiempo, dejándose llevar por alguna de las dos acciones para que, inmediatamente la otra meta la cuchara para llevar agua a su molino. Será en la intersección de las dos acciones donde la puesta dará cuenta de su riqueza.
Disfrutable y enriquecedora de principio a fín, “58 indicios sobre el cuerpo” da cuenta que Emilio García Wehbi continúa con el deseo de extender las fronteras o plantear nuevas ideas acerca de lo que se llama “teatro”.