Del otro lado de la tranquera
Dramaturgia y dirección: Natalia Villamil. Con Laura Névole. Diseño coreográfico: Carla Rímola. Música original: Carlos Ledrag. Diseño de escenografía y vestuario: Rodrigo González Garrillo. Diseño de iluminación: Ricardo Sica. Fotografía de obra: Lucila Bernabey y Laura Castro. Diseño gráfico: Sergio Calvo. Producción general y directora asistente: Felicita Oliden. Duración: 50 minutos
Teatro del Pueblo, Lavalle 3636. Domingo, 19 hs
Una mujer se ubica detrás de una reja. A su lado, se erige una pared con una ventana. Parece que no hubiese nada más que eso pero es solo la punta del iceberg de una situación tensa y oscura. Ella rompe el hielo de la cuarta pared aunque muestra cierta timidez no exenta de duda respecto a la verbalización de un hecho atravesado por la violencia.
El relato gira en torno a una rutina de agresividad permanente, siendo ésta parte del paisaje que habita una pareja. Él se maneja con impunidad y prepotencia pero como bien se sabe, “si te pega, no te quiere”. No es amor. Es momento de hacer algo frente a esta situación. Como dicen por ahí, «cuando la verdad sea demasiado débil, deberá pasar al ataque». Pero, ¿de qué manera?
Su verborragia denota mucho más que sus palabras, en relación directa con su gestualidad y sus movimientos. La metamorfosis que lleva a cabo esta mujer es más contundente y efectiva que la remanida frase “No soy yo cuando me disgusto”. El deseo de curar las heridas sufridas, en pos de una justicia y reivindicación personal más que la ligada a los estrados y sentencias, que distan muchísimo de brindar aquello que prometen.
Hete aquí es cuando Laura Névole da cuenta de su calidad como actriz al potenciar el texto creado por Natalia Villamil. Cada gesto, cada silencio es seguido por un tono de voz que denota tensión interna junto con la creación de un personaje que vive siendo testigo de su propia existencia. Tal como esa vaca a la que alude el título, en contraposición al «oso» con el que convive. Una pasividad y apatía que se alimenta de excusas varias hasta que llega el momento de la verdad. Por otra parte, se saluda la decisión de haber priorizado el axioma “menos es más”. A través de la austeridad, se profundiza todo lo que hay detrás de cada acto y sus consecuencias.
“Como vaca que mira el tren” es de esos unipersonales que van captando de a poco la atención de los presentes. Una vieja canción diría que “me estas atrapando otra vez” a partir de una puesta lograda que permite la identificación al tiempo que pide una solución frente a lo acontecido, con tantos hechos similares, fuera de los límites del escenario.