El teatro independiente no tiene nada que festejar en su día

Llegó el día que debería ser una fiesta y no lo es. Hoy 30 de noviembre de 2020 se celebra el Día del Teatro Independiente pero no hay mucho por festejar. Más aún cuando fue ninguneado por la pomposa campaña de “Volvió el teatro” con un protocolo que le es imposible cumplir a la gran mayoría de las salas del independiente. Liliana Weimer (ARTEI-Abasto Social Club), Alfredo Martín (APDEA-Andamio 90), Anabella Valencia (ARTEI-Teatro El Popular), Macarena Trigo (Espacio 33), Emilia Bonifetti (Oeste Usina Cultural) y el director de teatro Rubén Szuchmacher visibilizan las problemas de un sector para sortear la pandemia, la falta de políticas culturales como de apoyo a la actividad teatral. 
 
-¿Al día de hoy, cómo está la situación del teatro independiente? También les pregunto por las salas que manejan.

-Liliana Weimer: La situación en general es de angustia y preocupación por las limitaciones económicas y la falta de un horizonte claro con respecto a la reanudación y la reactivación de nuestro trabajo. Muy pocas salas están haciendo funciones presenciales con las normas que fija el protocolo. Son las que tienen alguna posibilidad económica y saben que trabajan a pérdida pero lo hacen más por el valor simbólico que por cualquier otro motivo. Tienen espacios al aire libre y pueden dictar clases o realizar alguna función. La mayoría estamos a espera de que la situación general se vaya modificando mientras evaluamos cuánto tiempo podemos resistir o si debemos tomar la decisión de cerrar nuestros espacios. El Abasto Social Club, espacio en el que trabajo, se encuentra en esta última posición. Realiza algunas funciones y actividades de formación en forma virtual
Rubén Szuchmacher: Es muy complicada la situación. A la ya conocida precariedad se le sumó la pandemia, que hizo que todas las falencias del sector saltaran inmediatamente.
Alfredo Martín: Como se sabe, esto no empezó ahora pero la vulnerabilidad e informalidad es de siempre aunque se acentuó mucho durante el macrismo y terminó de desmadrarse con esta pandemia y emergencia sanitaria. Esta agonía ha crecido a diario en el 2020, frente a la indolencia de algunos sectores del poder y no se superará con soluciones rápidas o medidas homogéneas porque no son todos los sectores iguales. Asistimos con mucho dolor al desmoronamiento de la materia prima teatral independiente, utilizado frecuentemente como slogan político. Esta crisis llega en algunos casos a la desesperación de artistas que no tienen cómo cubrir sus necesidades básicas y deben recurrir a la solidaridad de nuevas agrupaciones emergentes, como Artistas Solidarios, para poder comer. En otros casos, al cierre forzado y definitivo de salas alternativas, porque sus dueños no alcanzan a cubrir alquileres y gastos con los subsidios recibidos del gobierno, ni pueden obtener algún ingreso significativo a través de la novedad del streaming.
En el caso de nuestro Andamio 90 es una sala que no se encuentra tan desfavorecida porque tiene una escuela incorporada a la enseñanza oficial y contó además con algunos subsidios que cubren mínimamente los gastos de parte del personal. Su capacidad es mayor que las salas pequeñas. Se está ajustando al protocolo el metraje y la ventilación mecánica, para tener un aforo de 28-30 personas. Igualmente, se hace imposible estrenar a principios del 2021, porque las puestas levantadas del 2020 incluían elencos numerosos. Así es que deberán replantearse y buscar programación adecuada a esta exigencia lo cual no es nada fácil. Tampoco se sabe cómo va a funcionar en tanto el vínculo entre espectadores y teatro, operado en esta pandemia.
Anabella Valencia: El teatro independiente fue herido de muerte al ser invadido por un virus letal que se expandió por el mundo entero. La pandemia ha profundizando una problemática que venía ahondándose en los últimos años del gobierno Macrista. El sector estaba en jaque, la pandemia dio el mate.
El panorama era desolador, espacios cerrados, con sus trabajadores y trabajadoras, que en su mayoría no tenían -ni tienen-, trabajos formales ni actividad a poder realizar. Les trabajadores culturales tuvimos que ampararnos en líneas de ayudas estatales, para sobrevivir. No fue facíl. Pero nos re-organizamos, nacieron así nuevas agrupaciones de trabajadores/as de la cultura como la agrupación PIT (Profesorxs de Teatro Independiente). Cientos de profes de todo el país se unieron para seguir adelante, crearon un festival, se hicieron escuchar ante los ministerios de cultura para que los tengan en cuenta en las líneas de fomento, que ahora se convirtieron en líneas de supervivencia. Agrupaciones que nuclean a los técnicos y técnicas teatrales y otras con gran trayectoria como ARTEI (Asociación Argentina del Teatro Independiente), ESCENA (Espacios Escénicos Autonomos), UNIMA, GETI (Grupos Estables de Teatro Independiente), las del Tango y la Danza, entre otras, que crecieron en adherentes y organización con el fin de visibilizarse como trabajadorxs y que sean contempladas sus problemáticas. El teatro independiente está unido, organizado, re-inventándose y con una necesidad imperiosa que el estado entienda que sin su acompañamiento dejará de existir.    
Macarena Trigo: Nunca hubiera imaginado llegar a una situación tan desesperante. Durante los primeros meses supuse que vendrían transformaciones radicales y me preocupaba las imposibilidades de producción y la pérdida de público pero el maltrato político de nuestra actividad, el desconocimiento absoluto sobre cómo nos organizamos – las características de las salas, la administración casi familiar de muchas, la intimidad con la que se trabaja tanto con los equipos de producción como con los alumnos, etc. – ubicó la actividad escénica como un territorio incierto donde reinaría el caos entre multitudes y se la estigmatizó como un máximo riesgo. El sector podría haber recuperado un margen de actividad mínima atendiendo a protocolos, pero la habilitación llegó muy tarde y resulta inviable para gran parte del sector independiente. No hay sala que no esté endeudada y ahora se pretende que instalen prodigiosos sistemas de ventilación para los que no hay presupuesto. Los requisitos que surgen a raíz de esta situación deberían estar financiados completamente por el Estado. Nada anuncia que estén considerando esa posibilidad. Todo es pérdida: plata, público, estudiantes, técnicos, creadores. Muchas salas cerrarán definitivamente en los próximos meses.
Emilia Bonifetti: Es un momento de incertidumbre total. No hay señales claras que alienten a pensar que la situación empiece a remontar. Sin embargo y a pesar de todo, el sector independiente se está moviendo más que nunca. La detención que nos provocó la pandemia nos permitió parar la pelota, mirarnos a nosotros mismos y reconocer que es imposible seguir de esta manera. Es el momento de saldar una de las contradicciones más grandes de la cultura de la ciudad de Buenos Aires que se presenta al mundo como la ciudad del teatro y en donde nuestro oficio es uno de los más esclavizados por el sistema. Es ideal para dar a conocer y poner en valor un circuito que hemos venido construyendo desde hace mucho años, donde además fuimos adquiriendo experiencia. Un saber hacer que nos caracteriza por usar nuestra creatividad al máximo para poder seguir creciendo y haciéndonos un lugar.


 

Liliana Weimer encabeza ARTEI

– ¿Fueron escuchados sus reclamos por parte de Cultura Nación y Cultura CABA?
LW: Con Cultura Nación tenemos abierto un canal de diálogo y sabemos del trabajo tanto desde el propio ministerio como del Instituto Nacional del Teatro. Si bien deben llegar al auxilio de la cultura de todo el país y esto hace que no siempre sea suficiente esa ayuda, nos tranquiliza saber que se siguen pensando políticas para terminar de atravesar esta emergencia y la crisis que ha provocado la pandemia.
En cambio, Cultura Ciudad está en una posición mucho menos permeable a nuestros reclamos y necesidades y esgrimen el argumento de que no cuentan con los recursos financieros para paliar la situación. Además estamos en conocimiento de un gran recorte en el presupuesto de Cultura para el 2021.
RS: Sólo en parte, fue más escuchado por Nación, proporcionalmente hablando, ya que debe atender a todo el país. La Ciudad fue muy avara con sus ayudas, y tampoco supo elaborar una política de asistencia efectiva para las salas y los elencos.
AM: Desde APDEA (Asociación de Profesionales de la Dirección Escénica Argentina), durante los primeros meses de la pandemia, realizamos un Censo de Obras de Teatro en Emergencia, sumando las obras que debieron levantar funciones, suspender giras y/o estrenos a causa de ella. (https://www.elcaleidoscopiodelucy.com.ar/2020/04/duro-panorama-para-la-cultura-frente-al.html)  Eso empezó a ponerle números a la realidad, alertando sobre el impacto en las obras y en el número de artistas involucrados. Ahora, cuando pedíamos cruzar dichos datos, o utilizarlos para actuar sobre el mismo, se nos respondió que no eran oficiales. ¡Pero no había números en ese momento y no sé si los hay ahora! Aquí se ve la inexistencia de un registro oficial, donde puedan anotarse y “tener visibilidad para el Estado y sus organismos”, todos los artistas independientes/trabajadores de la cultura, cuya economía queda fuera del sistema.
Desde Nación, a través del ministerio, del INT, y el Teatro Nacional Cervantes, hubo una escucha atenta, y mayor entendimiento de la difícil situación. Se amplió el presupuesto de Cultura y se adelantaron partidas otorgándose diferentes planes en varias etapas y subsidios para las distintas áreas, corrigiendo y ampliando los mismos en todo el país, para mitigar el impacto de una emergencia sanitaria. Esto fue de gran ayuda para todo el sector y nos permitió llegar hasta acá. Se otorgaron ayudas que tuvieron en cuenta la vulnerabilidad e informalidad del sector, promoviendo becas del Fondo Nacional de las Artes, sin la exigencia de contraprestación inmediata, ni mucho trámite burocrático y teniendo en cuenta la dificultad del sector para ser incluídes en el IFE.
Con el gobierno de la Ciudad, excepto una pequeña ayuda otorgada a través de la A.A.A. y con la intervención de Proteatro, no hemos tenido eco con nuestros pedidos, por más esfuerzos que pongamos para ser escuchados.
AV: Las ayudas estatales fueron un poco desparejas. Desde Nación Cultura el Instituto Nacional de Teatro salió enseguida con el Plan Podestá, y luego con el Sostener Cultura I y II, el Desarrollar, el  Fortalecer y está llegando el Reactivar. Todas estas líneas son y fueron a raíz de la Emergencia Sanitaria. También el Teatro Cervantes realizó una convocatoria que derivó en la realización de decenas de obras por streaming que están filmándose todavía, dándole trabajo a cientos de artistas, técnicos y diseñadores.
Todo bien pero a Nación le falta escuchar la problemática que tenemos los espacios con las tarifas. Hubo un primer intento de facilidades de pagos, abstenciones de corte y tramitaciones en relación a lo tarifario pero el grueso de la problemática no se resuelve. Hay muchos espacios que están acumulando deudas impagables y si no se hace algo pronto, los aumentos serán imposibles de sostener. Tenemos una solución bien simple que venimos estudiando las organizaciones de espacios y el Programa de Derechos Culturales de la Defensoría del Pueblo CABA donde trabajo. Sólo falta que nos escuchen y se accione rápidamente.
En cambio, la Ciudad no estuvo a la altura de las circunstancias. Se ha limitado a dar las líneas de ayuda habituales que ofrece desde Impulso Cultural, Proteatro, BAMúsica, Fondo Metropolitano, Mecenazgo, Prodanza y Bamilonga. No dio nada extraordinario, a pesar que estas líneas habituales fueron colmadas de pedidos más que nunca, y para completar la grave situación, no han sido eficaces burocráticamente, es el día de hoy que no se han ejecutado todas las líneas y hay espacios y trabajadores que todavía, llegando a fin de año, no han percibido nada.
 
– ¿Tuvieron algún tipo de reunión con el ministro Avogadro? ¿Cómo es la relación con Cultura CABA? Al día de hoy, ¿cómo ven su gestión?
LW: Con ARTEI tuvimos una reunión muy desalentadora con el ministro hace ya unos meses en los que vimos que no había posibilidades ni voluntad política para encarar alguna solución. Por eso en octubre, iniciamos una campaña con una carta abierta al Jefe de Gobierno y al ministro que continuó con una campaña visual de nuestros teatros convertidos en baldíos y concluye ahora en el Día del Teatro Independiente de CABA. Debo decir que habíamos trabajado acompañados por el ministerio, por ejemplo, hace un año para la realización del Día del Teatro Independiente 2019. En otras ocasiones habíamos sido escuchados por el ministro y su equipo pero no es lo que está sucediendo ahora. Hubo un cambio de actitud y creemos que la decisión seguramente es del Gobierno de la Ciudad. No sabemos cuál será la deriva de todo esto. Particularmente siento mucha decepción.
AM: El vínculo de trabajo nunca terminó de configurarse. Luego de una primera reunión solicitada y reiterada durante más dos meses por APDEA, la obtuvimos en abril y expusimos este problema. Lamentablemente, nunca pudimos volver a reunirnos para aportar y trabajar juntos, que es lo que intentamos en una situación límite y devastadora como esta. Sentimos que nos han dejado de lado, como si no supieran qué hacer con el problema y evitaran analizarlo.

Ruben Szuchmacher, palabra autorizada del teatro 

Para las organizaciones de la Multisectorial, la gestión del Ministerio de la Ciudad ante esta realidad devastadora, es de total disconformidad. Este colectivo reúne numerosas organizaciones y asociaciones del medio artístico -no solo teatrales- y se están llevando a cabo encuentros semanales, por la gravedad de la situación. APDEA está incluida y hasta ahora no se ha logrado una entrevista con Avogadro o Larreta, a pesar de las reiteradas solicitudes, y del planteo conjunto. Obviamente se continúa insistiendo con la declaración de Emergencia Cultural en la Ciudad y es paradójico, porque la última respuesta que se obtuvo la semana pasada, fue una reducción del presupuesto para Cultura.
RS: La gestión de Avogadro tiene un error de fondo, arrastre del desastre que ya dejó Hernán Lombardi en ocho años de Macri, siguiendo las peores teorías de Puig Picart, que hablaba de “crear ciudadanía” desde la cultura, pero a costa de los artistas. Avogadro sigue esta línea, promoviendo una suerte de populismo participativo que hace mucho ruido pero que no deja ni cimienta nada. Un buen ejemplo es “La Noche de los Balcones”, en plena pandemia. “Cultura” barata y ruidosa, pero nada consistente, en definitiva. Y uno de las cosas que debe hacer la política pública es crear bases sólidas para el funcionamiento de las instituciones, las culturales en este caso.
AV: Avogadro brilló por su ausencia, las pocas organizaciones que han tenido contacto con él sólo han recibido como respuesta “que no hay dinero”, que hay que pedir a Nación. En los últimos meses se sumó la excusa del punto de coparticipación que Nación le sacó, así que terminó de cerrar las puertas. Además, vemos un 2021 mal encaminado. En la presentación del proyecto de ley del nuevo presupuesto 2021, Cultura es el gran perdedor, estaría bajando 16 puntos en relación al 2020. Fue una gestión vergonzosa y se vislumbra una peor aún. No sólo desoyó el pedido del sector de declarar la #EmergenciaCulturalBA, sino que además nos castigan aún más presentando semejante presupuesto.
MC: La gestión de Avogadro es defectuosa, insuficiente y negadora. Su discurso es que hacen todo bien y están más que satisfechos consigo mismos. No conciben una cultura a pérdida. Botón de muestra: el programa para impartir talleres culturales en los patios de los museos que fue anunciado hace unas semanas. Son espacios al aire libre dentro de instituciones públicas que cuentan con una infraestructura más grata que cualquier plaza. Un buen marco, pues, para impartir clases. Así lo consideramos desde PIT cuando les presentamos la idea como una petición. Fue desestimada. Sin embargo, ahora la tomaron y se convirtió en una convocatoria donde los postulantes debían contratar un seguro de responsabilidad civil y uno de accidentes, además de otorgar una cesión total de derechos de imagen que implicaba que pudieran grabar y reutilizar el material quién sabe cómo. Es un ejemplo revelador. No conciben la posibilidad de ofrecer un servicio gratuito a la comunidad bajo ningún concepto y nunca asumen responsabilidades. Por supuesto, nadie cobraba un peso ni había ningún incentivo económico. Esa es la gestión cultural en CABA.
EB: No tengo la capacidad para evaluar la gestión del ministro de la ciudad. Si puedo opinar sobre mi experiencia con el Estado que es el resultado de un camino que vengo recorriendo desde hace muchos años en diálogo con sus distintas gestiones y gobiernos. Oeste recibe subsidios desde hace muchos años y ha sido un recurso vital para nosotras. Los montos siempre son insuficientes, los criterios de evaluación son cuestionables pero lo que más ha empeorado es el sistema burocrático en relación a los tiempos de ejecución. En este sentido, desde que se implementó el sistema TAD (Trámites a Distancia) que buscaba agilizar esos tiempos y lejos de mejorar, empeoró muchísimo las cosas. Es el sistema que vive caído por excelencia. Esta operación sistemática es una barrera burocrática que funciona como filtro. Una operación de desgaste que, en muchos casos, te llevan a abandonar. Resolver el tema de los tiempos sería un buen comienzo.


 

Desde APDEA y Andamio 90, Alfredo Martin

– ¿Cómo viviste el lanzamiento de la campaña de “Volvió el Teatro” por parte del GCBA?
LW: Más márketing que otra cosa. Nosotros estamos diciendo que “el teatro independiente en CABA no volvió” y esa es la consigna principal que nos aúna en este día del teatro independiente. Ni siquiera han pensado en alguna línea de ayuda para las adecuaciones a un protocolo que nos resulta oneroso y complicado o en alguna manera de colaborar para las eventuales reaperturas.
AM: APDEA sostenía que el teatro no podía ser dejado de lado, como una actividad estigmatizante, que pareciera contagiar más que otras, mientras se abrían shoppings, gimnasios y bares. Nos parecía que era preferible que aquellos que pudiesen abrir, lo hicieran con los debidos protocolos y cuidados sanitarios porque la actividad venía siendo relegada al último lugar. Hay consecuencias devastadoras, no solo económicas, sino simbólicas y sociales considerando el lugar esencial que tiene la actividad teatral para la comunidad.
Ahora, el hecho de que solo algunas salas puedan volver, no debería ser un motivo de alegría para nadie; al contrario es muy triste. Hubo un problema de comunicación. Lo que se pone en juego es la desigualdad enorme que existe entre los diferentes tipos de teatro, porque lamentablemente lo que beneficia a unos, puede perjudicar a otros. Un sector privilegiado del teatro comercial tiene una amplia capacidad, una cantidad de recursos financieros, económicos, de difusión y una oferta de servicios como la publicidad, que le permite abrir y sostenerse en medio de las grandes exigencias de los protocolos. En el teatro independiente, muchas salas no están ni por asomo, en condiciones de llevar a la práctica. Ante este panorama, prefieren seguir cerradas porque gastan menos en mantenimiento, en tanto los gastos en insumos de sanitización, ventilación mecánica y otras mejoras, para obtener un aforo que, en algunos casos, es de 10 o 12 personas de público como máximo. Es evidente que algunos sectores del poder obtienen un rédito político al plantarse para la foto y decir “Volvió El Teatro”. Ya está, problema resuelto. En ese punto parece algo macabro, facturado por un individualismo feroz, que ni aún con esta pandemia, reflexiona sobre sus consecuencias nefastas.
Otro aspecto fundamental a señalar es la falta de políticas sobre el público, que no ha sido preparado para esta vuelta. Se presume que, con solo avisarles, van a ir corriendo a las salas y lo harán a ciegas sin miedos, ni modificaciones subjetivas respecto de su vínculo anterior con el hecho teatral. Un público autómata y numérico al que puede convencerse para que asista. No hay teatro sin espectador, por eso es importantísimo darle su verdadero lugar.
RS: Pensé que fue una manera de sacarse el verdadero problema de encima. Comenzaron con funciones algún espacio del San Martín, algunos teatros comerciales, algún teatro independiente, no mucho más. Eso no puede llamarse “Volver al Teatro”. No tiene relación con la actividad intensa de teatro que hay en la Ciudad. Por otra parte, sigue siendo inexplicable que el Teatro Colón no haya abierto ya.
AV: Ese anuncio es fuera de toda realidad. El cerco mediático que se le hace al sector es increíble. La campaña es Marketinera, quiere instalar algo que no es, no representa lo que vivimos. El teatro no volvió. Está volviendo el teatro comercial, y sabemos que nuestra realidad teatral se basa en un movimiento llamado Teatro Independiente que tiene sus particularidades y que es el corazón teatral de la ciudad. La mayoría de les trabajadores del teatro nos desarrollamos en esta periferia que además de ser inmensa en cantidad, es de gran calidad reconocida mundialmente. Ninguna ciudad del mundo tiene este exponente tan desarrollado, que además está declarado por la misma ciudad de Buenos Aires como patrimonio cultural de la ciudad. No sólo no lo está cuidando el Gobierno de la Ciudad, sino que está desconociéndolo y ninguneándolo. Además de esta frase desafortunada, el jefe de Gobierno quiere hacer creer a la ciudadanía que nuestra actividad se reactivó a partir de los streaming. Esto es otra falacia. El streaming es para unos pocos y no satisface económicamente a nadie.
MC: Es otro ejemplo de ese tráfico de humo que señalaba. Una frase hueca que es cierta, pero miente. Voy a señalar algo que pasa desapercibido: los protocolos de todos y cada uno de los rubros fueron elaborados por los gremios o sectores. Es decir, durante meses personas que no sabían nada sobre eso –mecánicos, carniceros, peluqueros, transportistas, docentes, músicos, actores- leyeron, se documentaron, asesoraron o lo que fuere, para redactar protocolos que presentar a las autoridades. Ahí recién se estableció un diálogo con supuestos especialistas y se obtiene la aprobación. Es decir, el Estado no los configuró sino los trabajadores. Al sector escénico en CABA se le pidió que presentara un único protocolo. No hubo opción de redactar uno para cada circuito. En esos momentos aún no había entrado en juego la cuestión de la ventilación mecánica. El texto hablaba de metros cuadrados, distanciamiento, organización horaria, desinfección etc. Los metros cuadrados son y siguen siendo lo más complejo. Son requisitos establecidos por la OMS y por mucho que se quieran matizar, no hay margen de maniobra. Quienes reclamamos la aprobación de un protocolo y la apertura de salas, defendemos en primer lugar, la desestigmatización de la actividad y el derecho a poner en práctica las medidas estudiadas.
La semana pasada fui a una función presencial en el Picadero y el cumplimiento protocolar fue conmovedor. En ningún lugar me sentí tan cuidada en estos meses. Es lo que nuestras salas merecen: la posibilidad de demostrar que son competentes y pueden trabajar ajustándose a tan penosas circunstancias.

Anabella Valencia, desde el Teatro El Popular

Por otro lado, el reconocimiento “esencial” de la actividad entra en juego. Tan vital como el culto religioso es una función de teatro. Ambas se desarrollan en condiciones idénticas. ¿Cómo puede habilitarse una cosa y no la otra? La falta de criterio para habilitar actividades es escandalosa y lo sigue siendo. El teatro está detenido en la mayor parte del país, incluso en provincias donde la pandemia tuvo menor efecto. La decisión política es clara. Se firmó una sentencia de muerte. Desde ahí, muchos celebramos la aparición de un protocolo porque sin él se estaba forzando la clandestinidad como única alternativa.
Ahora bien, si ese protocolo no se instrumenta junto a otras medidas que atiendan a la #EmergenciaCultural, como un proyecto de amparo económico, una abstención de impuestos, una financiación para los requisitos técnicos que implica la puesta en práctica, etc, lo conseguido se transforma en un arma de doble filo que divide las aguas. Pero la división no debería ser entre tipos de teatros, el problema no son las diferencias entre circuitos, sino la incapacidad de promover una gestión cultural inclusiva a nivel nacional. Si Nación no marca el camino de forma contundente, las jurisdicciones no se involucrarán.
EB: Que vuelva el trabajo es super importante. No hay manera que no celebre que vuelva el teatro, el comercial y el oficial. Se puede cuestionar los protocolos en esos sectores pero creo que el verdadero problema es que nuestro teatro -el independiente que es el que contiene a la gran mayoría de los actores y actrices de este país y es el semillero de todos los buenos actores que llegan al circuito comercial y oficial- no está siendo identificado. Niegan nuestras limitaciones y nos ponen en un lugar de pura vocación y servicio sin identificanos como trabajadores. La noticia de que vuelve el teatro como una generalización no hace más que reforzar lo que mencione anteriormente. Estamos tan fuera de los márgenes que ni existen protocolos para nosotros y nuestro teatro no está volviendo a ningún lado. Estamos en serio peligro de extinción.
 
– ¿Por qué no fue convocado ARTEI para el diseño del protocolo?
LW: ARTEI estuvo involucrado y participó en la elaboración del protocolo, sobre todo para la fase 1 que permitía en alguna medida algún que otro ensayo y la realización de streming en vivo. Luego, en estas últimas instancias, la participación fue mucho menor. Quiero aclarar que no había posibilidades de protocolos más flexibles para nuestros espacios y que eso es potestad de las autoridades de salud nacional y luego de la ciudad. Es decir, el protocolo es una herramienta que, por ahora, permite lo que permite. Las autoridades sanitarias tienen esa última palabra que -al menos unos cuantos más respetamos- lo que falta es el acompañamiento del estado municipal para su implementación.
AV: ARTEI fue convocado, pero no escuchado en sus necesidades. Igualmente, no hay protocolo que nos salve en estos momentos. Lo único que necesita el teatro independiente, es que se entienda que, hasta que la pandemia no pase o hasta que la vacuna esté funcionando en toda la población, no hay protocolo que nos sirva. Nuestros espacios son pequeños. Estar trabajando al 30% de la capacidad y con todas las medidas sanitarias, de higiene y desinfección no hace de ninguna manera una situación rentable. Los teatros independientes, siempre hemos trabajado sin fines de lucro pero estos gastos ya son imposibles. No todos los espacios van a poder abrir, por los requisitos de ventilación, de cuidado de salud e higiene y por la poca capacidad que tenemos. Somos muy poquitos los que hemos conseguido esa míni habilitación con aforo reducido. Si no podemos abrir TODOS, eso no es abrir. No es sálvese quien pueda; no es meritocrático el asunto. No “volvimos”.
AM: APDEA tuvo y tiene vínculo con el Ministerio de Cultura de Nación y aportó sus Censos, ideas y consideraciones para un posible protocolo de reapertura, (trabajado exhaustivamente por las distintas comisiones) y para mejorar la situación tributaria del sector y todo lo que este ministerio le solicitó. Esto como ya dije, no fue así de ninguna manera, con el Ministerio de Cultura de CABA.
Ahora desde un principio de dicha convocatoria al Protocolo, se nos informó que quienes lo confeccionarían serían, dicho Ministerio junto a AADET, ESCENA y ARTEI, más la Fundación Huésped, consensuado con la superintendencia. Una vez elaborado, lo hicieron circular para que aportáramos nuestra posición e hiciéramos saber qué nos parecía, lo cual hicimos. Hubo una coincidencia en no demorar más la apertura de la actividad, entendiendo que era demasiado tiempo y el costo de la parálisis era altísimo. Se dejó en claro que era un protocolo escrito que se debía poner en práctica con la mayor rigurosidad, pero cuya aplicación había que observar de cerca e ir relevando para ver los inconvenientes y dificultades que surgirían. La inversión requerida por los espacios para llevarlo a cabo; la ayuda para solventar esos gastos de acondicionamiento del espacio y la capacidad limitada de los espacios pequeños frente a la reducción de los aforos, se explicitaron desde el lado del sector del teatro independiente como una imposibilidad desde el vamos. Se habló de la generación de espacios de diálogo y mesas de trabajo así como una articulación conjunta para propuestas y sugerencias consensuadas, sobre la aplicación del protocolo, entre todos los sectores, oficiales y no oficiales. Esto, lamentablemente no se concretó y se están viendo las consecuencias de esta falta. Se produjo una división entre los que sí pudieron abrir (que tienen sobradas razones para afirmar sus derechos a trabajar y desarrollar sus proyectos -hay equipos que tienen pagos derechos de autor, que vencen sin que hayan podido llevarlos a escena, por ejemplo-) y aquellos que no pueden hacerlo y cargan con lo injusto y absurdo de que se festeje esta desigualdad y se promocione esta fractura lamentable como si fuera la solución del problema. 


«Curacó», una gema inolvidable del Oeste

– ¿Les sorprendió que varios medios tanto masivos como alternativos hayan aplaudido un protocolo que no favorecía al teatro independiente? Inclusive de algunos teatreros del independiente?
LW: De alguna manera se vivió como un pequeño avance, un pasito más. Pensemos que antes no teníamos absolutamente nada… Quizá algunos pocos entusiastas que creyeron que con esa herramienta podían abrir y se les iba a colmar el teatro, lo festejaron sin poder ver el panorama general pero ha sido minoritario ese segmento.
RS: La información que circulaba alentaba alguna esperanza, pero como iba cambiando permanentemente es posible que algunos responsables dentro del teatro independiente hayan confundido su propio deseo de abrir con la realidad que imponían los protocolos del GCBA.
AV: En el caso de los medios de comunicación masivos no me sorprende, porque son mercantilistas. Ya estamos acostumbrados a que no nos miren, no nos tengan en cuenta, que nos ignoren y que nos tengan miedo, porque mostrarnos sería dar a luz que otra forma de relacionarnos es posible. Pero sí me sorprendió la falta de conciencia de clase de muches trabajadores del sector. Como si no se reconocieran a sí mismos. Me hace acordar a les trabajadores que están en contra del impuesto a las grandes fortunas.
AM: Los medios en general olvidaron al teatro durante la pandemia. Solamente citaban de vez en cuando las luchas del sector (excepción hecha con algunos periodistas, que les interesa el teatro independiente) pero no se mantuvo vivo al teatro con notas y espacios en los medios; que lo hicieran presente en la mente del público. No se hicieron notas a artistas del sector, que colaboraran con la permanencia del teatro. Se le dio lugar a empresarios de teatro comercial, como si pudiesen dar cuenta de todo el campo teatral..
Por otro lado, en la categoría del independiente, sabemos que no es homogénea. Hay teatristas que piensan como sostener el alma teatral comunitaria y otros que se manejan como empresarios en busca de sus propios intereses.
EB: No seguí mucho las repercusiones. Lo que sí puedo decir es que salvo medios muy independientes, no existen otros con mayor alcance que aborden el fondo de  nuestra problemática. Nos reivindican desde un lugar más vinculado al sacrificio y entrega pero no como trabajadores. No hay investigaciones que pongan el valor de nuestro circuito y el alcance de nuestras propuestas, no sólo en términos de contenidos sino nuestra posición política en cuanto al arte y la construcción de sentido desde ese lugar.

– ¿Van a realizar algún tipo de campaña para el Día del Teatro Independiente?
LW: Ayer domingo 29 de noviembre nos manifestaremos en nuestras redes sobre el Día del Teatro Independiente que es en realidad el 30/11 pero como esa fecha coincide con el Día del Teatro y hay un evento nacional desde La Pampa que realiza el INT, no quisimos superponernos. Por eso lo hacemos un día antes.
AM: Vamos a conmemorar ese día, que es también el Día Nacional del Teatro, con publicaciones y videos en las redes, visibilizando que el teatro no regresó para todos y alentando a que sigamos trabajando hasta recuperar nuestro lugar en la escena.
Esto más allá de las acciones de la Multisectorial de la cual formamos parte, que como dije viene bregando por la declaración de la emergencia cultural.
AV: Todas las salas de ARTEI presentamos ayer domingo 29, un manifiesto encabezado con la siguiente frase: EL TEATRO INDEPENDIENTE DE CABA NO VOLVIÓ.
 
– Frente a una situación de pandemia, el cierre de varias salas independientes, la nula ayuda del GCBA y cierto “ombliguismo” de un sector del teatro, ¿no quedará siendo el teatro independiente un núcleo elitista para quienes pueden mantenerlos con una lógica de mercado y poco riesgo investigativo?
RS: Para contestar esta pregunta deberíamos explayarnos acerca de todo el teatro independiente de los últimos veinte años. Lo cierto es que las salas que puedan existir serán aquellas que tengas recursos propios para su subsistencia. Lo más probable es que pervivan las salas de aquellos que son propietarios. No creo que, para sobrevivir, el mercado tenga nada que hacer. Al llamado “mercado” no le interesan lugares tan poco rentables. Igualmente para contestar la pregunta, habría que pensar que no solamente las salas son el teatro independiente. También los artistas son parte importante, aunque no tengas salas. En general, no suelen estar muy presentes en las decisiones sobre el sector. La falta de relación entre las salas y los artistas que las habitan es uno de los misterios más grandes de la escena porteña.
AM: Cuando las necesidades de volver se tornan primordiales, sea por las reglas del mercado, porque existen casos acuciantes desde lo económico pero sobre todo por el escenario agobiante, con la actividad escénica tan paralizada, hay que tener mucho cuidado. Deben consolidarse las políticas culturales, con estrategias consensuadas para que esta actividad -que se juega en la industria cultural y el entretenimiento- no modifique las formas de producción, en respuesta al mercado. En ese caso, se deja de pensar el teatro como un lugar de procesos y de investigación, y se reducen las búsquedas lo cual incide en el alma del teatro independiente. Por eso hay que estar muy alerta y ver cuáles son los costos en estos momentos de salvataje.
Y si nos ponemos conspirativos -algo común ya que somos argentinos y este es un país donde bullen las conspiraciones- tal vez algunos sectores estén buscando inactivar el teatro independiente promoviendo su desaparición. No lo van a lograr porque somos resilientes. Eso está en nuestro ADN.
O como decís, quizás buscan que quede solo una parte del mismo. Será esa parte que de independiente solo tiene el nombre, porque en realidad obedece a sus intereses personales. Es la más inofensiva para el establisment y pueden manejar la crisis con recursos de otro orden. En ese caso estamos preparados para defendernos. Creo que los espectadores seguramente estarán de nuestro lado.
RS: El debate sobre todas las cuestiones ligadas con la cultura y el arte es imprescindible, pero no veo que haya una voluntad verdaderamente seria por parte de las autoridades, precisamente porque ese debate, cualquiera sea el resultado, las terminaría cuestionando.

«Esas cosas que se dicen», una belleza de Espacio 33

-¿Qué expectativas tienen para el futuro?
LW: El movimiento teatral independiente es resiliente, por lo cual quienes sobrevivan continuarán. La realidad es que la actividad quedó herida de muerte y sabemos que no todxs podremos continuar. Tampoco se vislumbra todavía qué tipo de cambios se impondrán en nuestras costumbres, en nuestra manera y en nuestras realizaciones. Mientras tanto, quienes tenemos alguna responsabilidad sobre nuestros colectivos artísticos y de gestión, seguiremos en la pelea por la vida de la mayor cantidad posible de salas, de trabajadorxs y de compañerxs de camino. El futuro lo veo resumido en una palabra: incertidumbre. Como responsable de una agrupación como ARTEI, referente del teatro independiente en la ciudad y que tiene una historia tan importante construida por teatristas de primer nivel y sostenida por compañerxs incansables, tengo la obligación de mirar hacia adelante, continuar la lucha por la supervivencia y ser optimista en cuanto al futuro.
AM: Tengo muchas expectativas porque estamos frente a una situación lo suficientemente crítica, desestablizante e inesperada, como para pensarnos de otra manera. Es necesario realizar lecturas nuevas, desarmar conceptos previos y rever nuestras formas de producir artísticamente, que hoy ya no aportan a esta realidad. Esta emergencia sanitaria, nos encuentra con un debilitamiento institucional generalizado, donde las prácticas democráticas están abusadas, y es también evidente otra emergencia, la de nuevas agrupaciones que están pensando su trabajo como prácticas colectivas, que asumen su identidad plural, mediante una experiencia política y subjetiva. Algunas preguntas en este sentido podrían ser ¿En qué prácticas nos reconocemos en el plano cultural? ¿Qué estamos dispuesto a hacer para volver a hacer teatro? y ¿Qué tipo de teatro es el que promovemos?
El 2021 será el segundo año de pandemia y esta convivencia nos tiene que servir para un cambio de posición, como seres humanos, ciudadanos y artistas. La catarsis es inevitable y necesaria, pero una vez hecha debe ser superada para dar lugar a una política integral. Todos los involucrados podríamos comprometernos a una política que reactive la actividad de una manera solidaria y colectiva y acompañe en este tiempo de transición. Que vaya desde lo simbólico a lo real y todos ocupemos la escena. El teatro solo para unos pocos es un oxímoron, se destituye a si mismo. No es posible tomar al teatro por asalto y dividirlo porque el teatro somos toda la comunidad. Como dice Alain Badiou, “El teatro es más solidamente estatal que el propio estado“.
AV: Espero que el Estado pueda estar a la altura de las circunstancias. Que preserve a su patrimonio cultural, que las líneas de subsidio habituales se agilicen burocráticamente, y que se crean nuevas líneas que contemplen a la totalidad de sus trabajadores/as culturales y a las salas que alquilan que le tienda una mano extra. Que estas organizaciones culturales que se formaron y las que se afianzaron sean fuente de sostén, que sigamos re-inventándonos y solidarizándonos. Y que podamos entendernos como una sociedad justa, contemplando al otro y no los beneficios propios.
MC: Si algo aprendimos en estos meses es que el futuro ya fue. Piensa lo mejor, prepárate para lo peor, dicen.
EB: Muchas. Este parate por la pandemia permitió una serie de movimientos muy interesantes. A partir de la modalidad virtual se logró generar encuentros con mucha participación y diversidad que está ayudando a exponer con más claridad nuestras demandas. En base a mucha organización se está logrando llegar a un diagnóstico más preciso de nuestra situación. Con voluntad política y despojándonos ciertas mezquindades, se podría articular perfectamente una serie de medidas concretas que ayuden a retomar la actividad.
 
Macarena, ya pasaron poco más de cuatro meses del cierre de tu sala Espacio 33…
-Si. Fue una de las primeras salas en anunciar el cierre. Una decisión muy dura porque habíamos consolidado un equipo de trabajo excelente y el 2020 se anunciaba como un gran año. Había planes de coproducciones, proyectos de formación en provincia, estrenos, un festival, medio año de programación confirmada. Cerrar un espacio cultural en su mejor momento es una situación absurda. Aún no pudimos digerir la pérdida y, como tantas otras cosas en estos momentos, siento que es una herida de la que no quiero olvidarme.
 
-Emilia, contame de la situación del Oeste Usina Cultural al día de hoy-
-Estamos en plena transición. Acaba de vencer nuestro contrato de alquiler y estamos en un momento de ver cómo darle continuidad a la sala. Oeste lo fundamos con Graciela Camino en el 2008. Llegamos hasta acá dando todo y casi sin reparos. Hoy creemos que tenemos un ciclo cumplido y es hora de pensar una renovación en su funcionamiento. En ese sentido estamos 100% abocadas a buscar quienes quieran tomar la posta de la dirección del Oeste. Por nuestra parte y a pesar de la pandemia, el macrismo y el pésimo 2020, nuestra gestión logró llegar al final del contrato sin deuda y con todos nuestros compromisos cumplidos. Oeste es una de las pocas salas de Buenos Aires que tiene habilitación definitiva. Está ubicada en el histórico Mercado del Progreso y fue declarada sitio de interés cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Desde el Mercado del Progreso, saben que estamos en la búsqueda de alguien que tome la posta y nos están acompañando pero con la advertencia de que si alguien aparece primero y lo alquila para usarlo como depósito no les quedará otra que aceptar. Estamos a contrarreloj, como siempre y más que nunca.

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