Polos opuestos
Dramaturgia: Pablo Bellocchio. Con Juana Conzi, Nicolás Dezzotti, Malena López, Catalina Motto y Maximiliano Zago. Vestuario y escenografía: A&M Realizaciones. Diseño de luces: Lucas García. Diseño gráfico: Rodrigo Bianco. Asistencia de dirección: Rodrigo Bianco. Producción: Lascia Colectivo De Trabajo. Dirección: Nicolás Salischiker.
Espacio Polonia. Fitz Roy 1477. Viernes, 21 hs

Claudia y Miguel son un todo en cual las partes se dividirán en cinco fragmentos en tres momentos diferentes, a través del tiempo. ¿Parece difícil lo dicho? Nada que ver. A partir de esta situación, se inicia esa especie de partido de tenis entre la puesta y el público presente en el que el saque pertenecerá siempre a la primera.
Al día de hoy, pareciera que la institución “pareja” –ni hablemos del matrimonio- está barajando y dando nuevamente las cartas. Si bien son moneda común en el teatro, las historias de parejas vienen con un cambio constante tanto en el ritmo como en quienes llevan adelante el relato. Todo esto, sin tomar en cuenta planteos varios como el que no haya culpables o inocentes en lo que ocurre. ¿O los habrá y será que uno/a no los querrá ver? Este tipo de interrogantes, que van más allá del texto, terminarán definiendo ese partido de tenis mencionado en el párrafo anterior.
La construcción del espacio es ilustrativa y de identificación inmediata. Un living, una cocina y un espacio exterior que no se ve pero significa mucho simbólicamente hablando. La dramaturgia juega todo el tiempo con haber tomado temas y situaciones comunes a quienes hemos estado en pareja. Todo, en el marco de la caída de la dupla, lo cual hace más difícil de soportar el trago. Solo algunos toques de humor matizan el gusto agrio y atrapante del texto creado por Pablo Bellocchio, una especie de Richard Linklater del teatro off, para concebir estos reas y darle una vuelta de tuerca que enriquece a un texto que podrá ser repetitivo. La dirección de Nicolás Salischiker es precisa en dotar de dinamismo a la puesta. El ritmo es atrapante y tenso en precisa sincronía con actuaciones exactas a lo requerido.
Al igual que esas canciones de rock que se saben su ritmo y melodía pero que siempre serán escuchadas y bailadas, “Dos, una desconexión” se mete en esa sintonía pero con algunas vueltas de tuercas en el medio que terminan enriqueciendo aún más su propuesta.