La reina tiene mucho por decir
Dramaturgia: Fernando Musante. Con Stella Matute. Músicos: Bruno Bragato y Santiago Rosso. Vestuario y escenografía: Alejandro Mateo. Maquillaje: Cholu Dimola. Diseño de luces: Carlos Rivadero. Realización de escenografia: Gustavo Di Sarro. Realización de vestuario: Titi Suárez. Realización de pelucas: Myriam Manelli. Música original: Santiago Rosso. Operación técnica: Julián Bisogno. Fotografía: Silvina Macri. Diseño gráfico: Pablo Hulgich. Asistencia de dirección: Graciela Ramirez. Dirección: Santiago Doria.
Teatro La Comedia. Rodriguez Peña 1062. Martes, 21 hs y sábados, 18 hs.
¿Y si hubiera hablado? ¿Qué hubiera dicho? ¿Qué habría pasado? Ante la sospecha de asesinato, complot o entretejido de intereses encontrados, «Gertrudis» propone, como precuela de Hamlet, darle voz a uno de los personajes elementales del poder real: la madre.
Antes hija, luego esposa, después madre, más tarde viuda, siempre reina. Y funciona.
«Gertrudis», en la piel de Stella Matute, ofrece una reflexión sobre las formas de vida y las relaciones de poder dentro del reino dinamarqués y de su propio clan familiar, así como referencias a los códigos medievales de heroísmo, amor cortés y la construcción de las indentidades por género, rol y posición social. Pero, principalmente, la obra le da cuerpo, voz y entidad a quien solo fuera un nombre en la obra original. La muerte del rey es la vía de ingreso a la historización de su propio recorrido de vida como “mujer-reina”, que invita al público a sumergirse en las formas, el léxico, el quehacer de la vida cortesana, sus vaivenes, sus sombras y sus máscaras.
El personaje de Gertrudis nace de la muerte, vive atravesada por ella, puede nombrarla. Su función real, reproductora y reproductiva de formas limitantes signadas bajo su género y posición social, desbordan su presente. Así, toda la obra la humaniza en sus goces en sus afectividades con otros, en la revisión de su infancia, adolescencia y adultez. Engranaje de un juego teleológico en donde Dios dispone y arraza, silencia y predetermina, amortiza la existencia con promesas del después, Gertrudis no puede escribir eso que nadie le enseñó a ser: sujeta de su propio deseo. Su corona es su cadena. Su cuerpo, su condición de existencia y mortalidad. Ser mujer para ser reina. Ser reina para parir al próximo rey. Ser muerte para pasar el trono. Ahora, el rey ha muerto. Dios todavía no. Propuesta: ser Gertrudis, ser mujer, ser en vida para hablar.
Texto: Nancy Romina Gregof (FFyL –UBA-)