Iride Mockert: “El teatro es vida y energía, voz y cuerpo”

Es de esas actrices que no paran nunca. Siempre está con varios proyectos a los que dota de su talento y frescura. Ahora, forma parte del elenco de “El avaro”, dirigida por Corina Fiorillo. Iride Mockert encara un nuevo desafío en su carrera al tiempo que da su punto de vista sobre la ficción en la televisión argentina y sus próximos pasos en cine.
Entrevista realizada junto a Azucena Ester Joffe (Luna Teatral)
-Iride! Estás participando de esta nueva versión de “El avaro”…
– Si! Me enteré que Corina estaba con el proyecto de “El avaro” y me llamó. Esto fue el año pasado. Hablamos un día y ella habló con los productores para proponerme. El San Martín dio el “ok” y me dijo de hacer Elisa, la hija de Harpagón. Es muy buena esta posibilidad. Más en estas épocas de escasez. No solo fue genial por laburar con Corina -nunca había laburado con ella- sino que uno desea trabajar con gente talentosa y buena por sobre todas las razones. Además, la posibilidad de laburar un Moliere, algo que no lo hacía desde que estudiaba en el IUNA, en tercer año. Tenía un recuerdo muy lúdico de haber transitado ese material.
Con la propuesta en la mano, me empecé a preguntar “¿Cómo se hace Moliere?”. Después tenía el verano para entrenarme y pensé en hacer un curso con alguien que trabaje específicamente Moliere. Pero me di cuenta que uno tiene que ver la forma de trabajo con la directora. Cual era la idea y hacia donde iba. Después, me había comentado acerca del elenco. Con algunos ya había trabajado anteriormente y con otros, no. Está buenísimo el hecho de poder trabajar y vivir del trabajo que uno realiza. Más aún si te llaman para un proyecto en el teatro oficial.
-¿Cómo es hacer Moliere hoy en día?
– Son difíciles los clásicos y creo que cada vez lo van a ser más porque nos vamos alejando de ellos. Vivimos en una ciudad muy prolífica, de mucho teatro, con muchos perfiles. Entonces uno se pregunta cómo se hace determinado material y más aún, ¿por qué lo hago hoy? Pienso el esfuerzo que implica hacer una obra. El “¿por qué hacer este esfuerzo para contar esto? ¿Qué es lo que uno quiere?”. Era el gran interrogante que tenía cuando Cori me convocó. Ella apostó al juego, lo cual es universal en la comedia. Si no hay juego, no hay comedia ni humor. La obra arranca con una obertura -un agregado al texto de Moliere- en la primera escena que tiene a Elisa con su enamorado, Valerio (Julián Pucheta). Cuando uno empieza a hacer los ensayos en el teatro oficial, se comienza desde el principio, a montar la obra. Era el cagazo de iniciar todo y romper el hielo. Ver a donde iba el código y la mirada de Corina que planteó una hipótesis en el primer ensayo. “Ellos se juntan a definir como estar juntos pero se juntan a tener relaciones”. Eso, para mi, habilitó el juego y al cuerpo, el cual es crucial en Moliere. Si no hay cuerpo, no hay nada. El cuerpo tiene que estar muy implicado más allá del ritmo. Cuando sentís que el director habilita otros campos de sentido, que van más allá del texto, es una fiesta. Siento que la manera en que Cori hizo o eligió hacer Moliere está buena porque no es un clásico a la vieja usanza ni tampoco es algo todo corrido. Es algo que juega y oscila en la idea de hacer Moliere y volver a la actualidad.
-¿La construcción de tu personaje tiene una marca determinada?
– Creo que cada uno y todos, en mayor o menor medida, pusimos el cuerpo. Hay algunos personajes que tienen una composición hasta en la forma de caminar. Tal el caso de Antonio Grimau o Silvina Bosco. Después, cada uno le pone su sello. Mi personaje, en el texto, no tiene mucha gracia. Charlando con el grupo, decíamos que Moliere escribía para los hombres. Los personajes más importantes son masculinos. En este caso, el protagonista es un varón y sus hijos son como sus enamorados. “Quieren casarse con…” y se tienen que someter a un padre déspota. En realidad, los que llevan y traen, los que tienen más escenas de puerta, de comedia, son los criados. Cuando Cori me propuso el texto, leí la obra y dije “¿Cómo le ponemos la gracia y el humor al personaje?”. El texto es situacional. Moliere es una pelota que después se resuelve en un segundo. Típico de la comedia de esa época. Lo único que me dio gracia de mi personaje, fueron las reverencias con el padre (que son tres, según el texto) y exagero.
Estuvo bueno que Cori habilitó lo físico. Antes, con Pucheta, inclusive bailábamos pero dos semanas antes del estreno, eso voló. Quizás uno se copa con el juego y se deja de contar el cuento. Sobre todo en la primera escena, que abre la obra y cuenta toda la situación y la presentación de todos los personajes para que se entienda después todo lo que va a venir.
Corina tiene muy presente lo musical. De hecho, dice que sueña con dirigir una comedia musical. El actor no es solo una boca que habla sino que el cuerpo tiene que estar generando sentido. El teatro es vida y energía, voz y cuerpo, y hay que estar ahí.
-El monólogo de Harpagon, apareces tocando el oboe. ¿Cómo surge esa idea?
– Fue una idea de Corina. Quería que toque el oboe en algún momento y pensó que estaba bueno hacerlo en el momento en que Harpagon descubre que le robaron su dinero. Cori elige que ese monólogo sea de verdad y no con la morisqueta con la que se venía desarrollando el personaje. Que sea el dolor, casi de perder un hijo. Lo terrible es que está hablando de dinero. A Corina le parecía interesante que aparezca la hija viendo ese lado más siniestro y doloroso del padre. Quería que, además de ser un ambiente musical, también fuera una escena en la que es un espectador de la casa pero que él no está solo sino que todos lo estamos viendo. Inclusive él acusa recibo del público y somos todos cómplices de la situación.
-El público contribuye al clima festivo que tiene la obra…
– La gente está recopada. Recibo un montón de mensajes privados por Facebook, casi al nivel de lo que había sido “La Fiera”. Es muy loco y me sorprendió mucho. Mejor dicho, me alegra porque uno siempre estrena y le pone todo al espectáculo. Cree que está bueno lo que se está haciendo, con sus más y sus menos. Mi hermano, que fue a ver la obra, me decía que en la boletería no vendían más entradas. Es genial que el teatro produzca esto. Estar haciendo una obra en la que la gente la pase bien y se divierta a un precio accesible para todas y todos.
-Además, llenar el Regio no es fácil.
– Los técnicos nos decían que era inédito lo que pasó la primera semana cuando no salieron críticas ni nada. El sábado no lo podíamos creer y el domingo, que estaba nublado, había público en platea y pullman arriba. No sé qué razones que hay detrás de todo esto ni con qué tiene que ver. Entre la primera semana, con la función de prensa y demás, haciendo un cálculo vinieron dos mil personas. ¡Un montón de gente! También vinieron muchos colegas, los cuales te escriben si se copan con lo que ven. No hay lógicas con estas cosas. A veces, te pasa que estas en un proyecto al cual pensas que está buenísimo pero no termina saliendo de acuerdo a las expectativas.
-¿Te pasó tener una obra a la que le ponen todas las fichas y por algún motivo, no funciona?
– No, sinceramente no. Tengo obras que no volvería a hacer pero por suerte, con las últimas obras estuve muy contenta. El término “éxito” para mi no existe. Lo que si me cuentan colegas de más experiencia es que la pegas una vez en la vida. Te llena de alegría pero te pasa muy poco en la vida. Eso me han dicho. Siento que hubo proyectos en los que me fue muy bien como “La fiera” que también tuvo algo coyuntural. Pero después, en general, todas las obras fueron muy importantes para mi. No se mide en premios, críticas o plata. Se aprende de todo lo que uno hace. Incluso hubo proyectos en los que cobré muy poco y aprendí un montón.  En el teatro off pasa que no te está yendo tan bien pero rescatas que estas con un material que te encanta.
-¿Vas a hacer tele este año?
– Por ahora, no. Pero estamos en un momento muy difícil. Me parece terrible lo que pasó con “Fanny” y que se esté viviendo de latas turcas, talk show y programas de chismes. Tenemos que preguntarnos el porqué de una grilla de programación basada en eso. No puede ser que las dos únicas tiras de producción nacional compitan a la misma hora. Esa cosa indiscriminada de pelear por el rating y cual canal gana la programación anual. Deberían unirse para fomentar la producción nacional. No podemos vivir de latas turcas y que la gente termine eligiendo Netflix. ¿Por qué no apostar a realizar historias como “El marginal”, que le fue muy bien? ¿O programar películas nacionales, muchas de las cuales ya entraron en Netflix? Lo único que se está grabando es “Las estrellas” y la de Estevanez que va a salir la segunda mitad del año.
-¿Y cine?
– Estoy con un par de proyectos que todavía no se han definido. Uno es relacionado con el tema de trata pero estamos esperando al INCAA por el subsidio porque hacer cine, es carísimo. Dependemos de los fondos para terminarlo. Había una fecha de clausula y no se respeto por lo que estamos esperando.  “Los decentes”, la película que había filmado y se proyectó en el Festival de Mar del Plata, se va estrenar en octubre porque el director está de viaje.
-¿En el futuro se verá una Iride directora?
– Directora no pero….más cercana a la dramaturgia. Estoy escribiendo, más que nada para que no me roben las ideas (risas). Estoy haciendo, con una ayuda, el esqueleto de mi próximo unipersonal. Creo que en dos meses ya arrancamos. En el unipersonal, voy a cantar y tocar el keytar.
-Lo último, ¿hasta cuándo sigue “El avaro”?
– Hasta el 3 de octubre porque viene el FIBA. ¡Esperamos poder seguir! La verdad es que se ensaya tanto que estaría bueno estar un tiempo importante. O poder ir de gira a ciudades como Mar del Plata. Sentimos que es una obra para toda la familia. De hecho, las primeras semanas de agosto vienen colegios y creo que va a ser una fiesta.

«El Avaro». Teatro Regio. Jueves a sábado, 20.30 y domingo, 20 hs

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