Marginalidad y barbarie
Dramaturgia y dirección: Gonzalo Demaria. Con Fabián Minelli, Daniel Campomenosi, Hugo Agudo, Bruno Alcón, Nahuel Bazan, Nacho Pérez Cortés, Joaquin Vazquez, Agustín Vera. Diseño de vestuario: Julio Suárez. Diseño de luces: Gonzalo Córdova. Fotografía: Claudio Larrea. Diseño de imagen: Mariela Gradel. Entrenamiento En Combate Escènico: Cristian Roda. Asistencia de dirección: Juan Manuel Flores. Producción ejecutiva: Isidoro Sorkin. Producción: Juani Bianchi y Unai Torres.
Portón de Sánchez. Sánchez de Bustamante 1034. Sábado, 21 hs; domingos, 20 hs.
Suele decirse que el teatro porteño no se mete en temas escabrosos o referidos a cierta periferia social. Gonzalo Demaría es una gratísima excepción a la regla. Su depurada y calificada pluma concibió puestas en las que satirizaba a distintas figuras e instituciones como la Iglesia y la religión (“Conurbano I”), la educación y el devenir del país (“La maestra serial” y “La ogresa de Barracas”), la política (“Juegos de amor y de guerra” y “El diario del peludo”) o “las buenas intenciones” de la alta alcurnia (“Tarascones”). Ahora es la vida en las cárceles la que cae en sus manos para crear “La reina del pabellón”, una fábula corrosiva y mordaz no exenta de humor e ironía. Aquí, el juez Del Hoyo y su madre manejan los hilos de un penal que se maneja por reglas por demás particulares. Un guardiacarcel que oficia de gerente de un establecimiento penitenciario donde la corrupción, el sexo y el crimen imperan de una manera aún mayor que fuera de los muros que contienen a los reos. Justamente, serán las actividades de estos las que brindarán el contexto para el desarrollo de una puesta cautivante y crítica del sistema carcelario. Un circo romano en el marco de una condena que siempre dependerá de un día a día que va más allá de la conducta de los reclusos.
El texto, escrito en verso, brinda un soplo de aire fresco en la concepción de la obra. Si bien Demaría lo había utilizado con sumo éxito en la sensacional “Tarascones”, escuchar el recurso en el marco de una cárcel permite una revisión constante. Una forma de narrar propia del Siglo de Oro mezclada con criminales y lenguaje tumbero, en un teatro independiente, en el siglo XXI. La procacidad de las palabras, en relación directa con el contexto, llevadas adelante por las rimas, dota de una contundencia mayor a lo dicho. Inclusive, exige al espectador tener el oído atento al respecto. Será en ese instante donde la riqueza de la obra puede apreciarse en su totalidad.
En un escenario despojado, la iluminación y el vestuario se adueñan de la puesta para llevar el axioma “menos es más” a lo más alto. El trabajo físico es importante en tanto forma parte del capital de los reos para hacer frente una vida dura, tras los barrotes. En este caso, las coreografías son precisas en las distintas situaciones que se suceden.
Fabian Minelli y Daniel Campomenosi llevan las riendas de poco más de setenta minutos de puro teatro. El primero, en su doble rol del juez Del Hoyo y su madre, a los que dota de histrionismo y mordacidad, con un parecido físico a un ex juez de la Nación. Por su parte, Campomenosi es el carcelero encargado de mantener el orden del presidio y el relato con su voz clara y gestualidad plena. Ambos no solo han trabajado con anterioridad con Demaria sino que cuentan con una importante carrera, tanto en apariciones televisivas (Minelli participó de «Sandro, la serie» y «Loco por vos») o en grupos de renombre y talento (Campomenosi fue parte de Los Prepu).
Irreverente, corrosiva y sarcástica, “La reina del pabellón” es atrapante de principio a fín. Si escucha un “no entendí todo lo que decían” por la utilización de un lenguaje tumbero, no se preocupe. Ahí es donde el teatro enriquece y abre nuevos rumbos, en vez de caer en la pasteurización de temas candentes por el deseo de convertirlo en una comedia ATP. En este caso, podrá verla nuevamente y disfrutar de una de las más curiosas e logradas puestas del presente 2018