La suerte de la fea (Teatro)

No todo lo que brilla es oro

Dramaturgia: Mauricio Kartun. Con Luciana Dulitzky. Composición musical e intérprete en vivo: Fede Berthet. Asistencia de dirección: Marcelo de León. Diseño de Escenografía y Vestuario: Alejandro Mateo. Realización escenográfica: Los Escudero. Realización de vestuario: Lucina Tropini. Diseño de iluminación: Fernanda Balcells. Pelo: Granado. Fotos: Alejandro Ojeda. Diseño gráfico: Zkysky. Repostería: Vilmanjar. Dirección: Paula Ransenberg.

Timbre 4. México 3554. Domingos, 17 hs.

Ella está ahí, en una especie de escenario, en un costado. Viola, tal es su nombre, relata las vicisitudes que atraviesa su vida. Es música, de las muy buenas pero no pueden verla. El sonido que sale de su instrumento –la viola, al igual que su nombre-, tiene el rostro de una chica bella, acorde a lo que se quiere mostrar en el bar en el que trabaja, allá por los años 20.

La temática gira en torno a que es considerado “bello” y bajo qué parámetros. Si bien lo ocurrido sobre tablas ocurre en los años 20, dialoga con la actualidad amén que la puesta se desarrolla en tiempo y espacio diferente. Viola cuenta con ese mix de orgullo y rencor por no poder mostrar sus virtudes al tiempo que la “exitosa” usufructúa y explota su repercusión. Las relaciones tras bambalinas que esconden egos y sensibilidades. La debilidad de la fortaleza y la fortaleza de la debilidad, surcado hoy en día por flagelos como el bullying. ¿Que implican estas imágenes? Es la resignificación y reflexión constante ante lo que nos tocó en la vida.

Pero toda esta cavilación gira en torno al humor y la picardía con las palabras atraviesan la puesta. Sus desavenencias con sus inmediatas y bellas rivales (Emilia y Yolanda) y el éxito “vacío” de la bella reflotan aquél dicho que alude a aquello que “hasta la más linda la desea” aunque el término “suerte” merecería un largo debate. Más aún cuando estas chicas lindas también piden por esas carencias que tienen y no pueden hacer mucho para paliarlas.

La puesta se desarrolla con armonía, como si siguiese lo establecido por una partitura, con sus silencios incluidos. Los chistes más “musicales”, relacionados entre la implicancia de ser viola o violín, no cae en la cuestión sectaria de “solo para entendidos” sino que es inclusivo para todos. El escenario tiene el aura de una cajita de música, similar a la que tiene Viola con la cual interactúa.

El muy buen texto de Mauricio Kartún tiene su correlato preciso en la dirección de Paula Ransenberg que cuenta con Luciana Lulitzky en un enroque con respecto a lo que había sido la elogiada “Solo lo frágil”. En dicho unipersonal, era Ransenberg la que actuaba y Dulitzky quien dirigía. Con los roles invertidos, Luciana Dulitzky está exacta. Su Viola es, por demás, identificable y querible en tanto no cae en la autoindulgencia sino en una lucha con respecto al devenir que le toque en suerte. Rompe con algunos preconceptos y busca instalarse donde se merece. Párrafo aparte para Federico Berthet y su aporte musical que es fundamental en la puesta.

“La suerte de la fea” ilumina los domingos con una puesta divertida que tiene mucho para descubrir y dejarse sorprender.

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