Las Lágrimas (Teatro)

Lo cortés no quita lo paródico

Dramaturgia y dirección: Mariano Tenconi Blanco. Con Ingrid Pelicori, Violeta Urtizberea, Martín Urbaneja, Iride Mockert y  Fabio Aste. Músicos: Ian Shifres. Diseño de vestuario: Oria Puppo y Micaela Sleigh. Diseño de escenografía: Oria Puppo. Diseño de luces: Matías Sendón. Realización de escenografia: Valeria Abuin. Video: Santiago Brunatti. Música original y músico en vivo: Ian Shifres. Cámara: Martín Piroyansky. Letras de canciones: Mariano Tenconi Blanco. Fotografía: Soledad Allami. Diseño gráfico: Gabriel Jofré. Asistencia de dirección: Tomás Vio. Asistente de prensa: Lucia Pechersky. Producción: Angela Castro. Coreografía: Carolina Borca.

Centro Cultural de la Cooperación. Corrientes 1543. Viernes y Sábado, 22.45 hs.


En una de sus más inolvidables canciones, Gustavo Cerati decía que estaba “desafiando al rito/destruyendo mitos”. Algo de eso hay en “Las lágrimas”, la nueva creación de Mariano Tenconi Blanco.


En este caso, la historia gira en torno a un teleteatro a la vieja usanza, con todos los clichés que uno pueda imaginar. Pero esta decisión estética forma parte de una búsqueda determinada la cual se sigue a rajatabla.

Habrá una historia retorcida, con vuelcos inesperados donde la ficción y la realidad se confunden todo el tiempo. Libertad es una actriz que protagoniza “Las lágrimas”, un exitoso teleteatro, que dirige y escribe Edith, postrada en una silla de ruedas. Libertad tiene un amorío con Victoria que no termina de desarrollarse.
Como buena parodia que es, no podía estar ausente la alusión a la política y el contexto histórico. La risa y la burla –no exenta de reflexión al respecto- va hacia todos lados, permitiendo que varios géneros se relacionen con buen gusto. Podrá ir desde el grotesco hasta el melodrama, con escalas en la comedia negra sin dejar de lado el humor. La idea del actor como una persona comprometida con la realidad aunque Libertad se califique a si misma como “básica”, desconociendo lo que le tiene preparado un futuro que ya había llegado. Este entramado dialoga constantemente con la realidad donde, no en vano, la temática de la telenovela tiene a los “indios” como protagonistas asi como relaciones “prohibidas” entre sus protagonistas.
La visión política sobrevuela subrepticiamente el estudio de “Las lágrimas” intercalándose con la televisión y sus propios tiempos y deseos.

El trabajo de dirección se aprecia en los actores por los registros que transitan. Una Ingrid Pelicori, con un trabajo pocas veces visto en su carrera. Una gran actriz que no se repite y que crea a partir de lo establecido por el director. Parece una perogrullada pero no lo es. Violeta Urtizberea será esa Libertad, actriz y protagonista, a la que dota de la gracia que se le conoce, en un personaje que le calza justo. Martín Urbaneja es Marcelo, un muchacho de campo que viene a romper los esquemas del set de televisión y de las relaciones entre los personajes de la tira. La inocencia de Marcelo es contrasta con la dureza –puertas afuera- que destila Victoria, donde la inquieta Iride Mockert se ubica en otro registro, diferente al que se le ha conocido al día de hoy. En cambio, Fabián Aste es un correcto Leopoldo Alvarez, productor de la telenovela y de oscuros vínculos con el contexto histórico.
La escenografía es versátil para dar cuenta del espacio y crear otros nuevos con pocos elementos. La música de Ian Shiffres es exacta y brinda todos los climas que requiere la puesta, constituyendo otro de los puntos fuertes de la misma.

Más allá de la puesta en si, se valora muchísimo el riesgo que corre Tenconi Blanco al llevar “esta” obra al Centro Cultural de la Cooperación donde, seguramente va a dividir aguas, dentro de su público. Polémica e inclasificable, se aprecia que la apuesta a la búsqueda constante, -algo que debería ser moneda corriente en el teatro, en vez de repetir formulas constantemente- forma parte de la seriedad con que encara los trabajos Mariano Tenconi Blanco.
Párrafo aparte para los críticos y los periodistas –sin olvidar a teóricos teatrales- que, ponen el grito en el cielo cuando ven algo que “no entienden” pero también critican cuando no hay “nuevas ideas” o “renovación”. El trabajo de abrir su mente a lo nuevo -que no implica dejar de lado lo anterior-, permite un enriquecimiento y quitarse de un lugar de “verdad” que no se tiene.

Bizarra, corrosiva y paródica respecto a la televisión, a los actores al tiempo que incluye a la política, “Las Lágrimas” será divisoria de aguas. Es una obra que retrocede pero no va para atrás…sino para tomar impulso y volar hacia nuevos aires.

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