Noches rusas (Teatro)

Chejov a la carta 

De Anton Chejov. Con Marcela Fraiman, Fernanda Cantarella y Mario Petrosini (El Oso) María Viau, David Paez y César André (Pedido de mano). Iluminación: Jorgelina Herrero Pons y Martín Ortiz. Diseño de vestuario y de escenografía: Jorgelina Herrero Pons. Fotografía: Ornella Fazio. Diseño gráfico: Marco Petrosini. Puesta en escena y dirección: Martín Ortiz.

El Crisol. Scalabrini Ortiz 657. Domingos, 18 hs.



Parece que Chejov está de moda. Al menos eso lo demuestra la cartera de teatro que tiene a varias versiones de las obras del gran Anton, en diferentes gustos y formatos.


En este caso, Martín Ortíz tomó dos comedias como “El Oso” y “Pedido de mano” y las puso sobre tablas con precisión.
En el caso de “El Oso”, Elena Popova es una viuda joven y bella que vive con su criada Luka, al tiempo que guarda el luto que le corresponde por la muerte de su marido en un mar de lágrimas. Todo cambia con la aparición de Smirnov, un teniente del ejército que viene a cobrar una deuda que mantenía con el marido de Elena.


En cambio, en “Pedido de mano”, Iván Vassiliyitch Lomov se dirige a la casa de su vecino Stepan Stepanovich Chubukov  para proponerle matrimonio a Natalia Stepanovna, la hija de 25 años de Chubokov.

Las dos comedias giran alrededor del amor y la forma en que puede llegar a manifestarse. En este caso, Ortiz mantiene la estructura original de las obras aunque le da una impronta personal más cercana a un humor donde los malos entendidos y los intereses contrapuestos son moneda corriente.
Para tal fin, debe contar con un elenco que le permita lograr estos objetivos. Ambas puestas tienen dos tríos de actores por demás sólido. No obstante, la tristeza sin fín de Elena y el fuerte carácter de Natalia tienen sus puntos destacados en las actuaciones de Marcela Fraiman y María Viau. La primera, dueña de un histrionismo excesivamente cuidado (del cual no cae nunca) es esa Elena atravesada por el dolor y que se debe a su promesa respecto al luto. Sus luchas internas, lo que siente (y lo que no) en el marco de un luto se contraponen con un Smirnov que oscila entre cobrar la deuda que tienen con él o enamorarse de la esposa de su deudor. En cambio, María Viau pone toda su gestualidad y su físico para un teatro de enredos y discusiones. Será ese humor el que logre que establecerse en la puesta.

Con una escenografía absolutamente practica y austera y una iluminación acorde,  “Noches rusas” logra acercar Chejov a nuevos públicos pero con un humor tan próximo que da cuenta de la escritura sublime del gran maestro ruso. Divertida de principio a fín, es la propuesta ideal para un día tan “particular” como el domingo.  

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