Nada de zonzas
Dramaturgia y dirección: Paula Ransenberg. Música original y dirección musical: Facundo Borgia. Con Dolores Ocampo, Iride Mockert, Laura Silva, Andrés Passeri, Federico Llambí. Piano: Facundo Borgia. Batería: Nico Echeverría. Diseño de escenografía: Gonzalo Córdoba Estévez y Agustín Yoshimoto. Realización de escenografía: Agustín Yoshimoto y Federico Ransenberg. Vestuario: Cinthia Guerra y Paula Ransenberg. Diseño de luces: Adrián Grimosi. Pelucas: Mónica Gutierrez. Coreografías: Marina Svatzman. Máscaras: Román Lamas. Foto: Aaron Wang. Asistente de dirección: Antonella Jaime. Producción ejecutiva: Sebastián Romero y Proyecto Tsunami. Duración: 90 mins.
El Galpón de Guevara. Guevara 326. Martes, 20 h.
El paso del tiempo es aquél enemigo imbatible al que se suele enfrentar. Éste cuenta con aliados poderosos como la soledad, el prejuicio y la opinión del otro, que hacen aún más difícil la aventura llamada “vida”. Cada uno tiene las armas que puede para hacer frente a una batalla perdida de antemano. Cloto y Laque son dos mujeres que sobreviven a sus respectivas existencias, de la manera que pueden. Situaciones que, en el caso de una, trata de «mejorar» y la otra, de «mantener».
La interacción cotidiana de ambas tiene una contraparte que, a los ojos externos, podría ser óptima. Mejor dicho, satisfactoria. El viejo refrán “más vale conocido que malo por conocer” se repite como ley, imponiéndose como una roca atada al cuello. Todo en la geografía de una peluquería que termina siendo un reducto de almas en busca de redención y expiación.
Paula Ransenberg concibió un texto de múltiples aristas en tanto permite la risa, la diversión mientras añade con sutileza, problemáticas como la violencia de género y las relaciones tóxicas. Éstas últimas, ejercidas por personas que, supuestamente, tienen un vínculo personal, de amor y respeto. Siempre, con todas las comillas del caso. Más aún, si forman parte de esa institución llamada “familia”.
La imagen simbólica del pelo es fundamental en la puesta en tanto objeto de cambio ante las circunstancias de la vida. En este caso, se condice con lo planteado de manera metonímica en relación con los deseos y los anhelos que nos hacen estar en esta ruta, sin abandonar la lucha en la primera de cambio, por más que la tentación sea grande. Por tal motivo, entran distintas variables que van desde la religión a la amistad pasando por una fuerte reflexión personal respecto sobre la propia identidad.
El escenario está dividido en varios espacios en los que la acción se desarrolla sin prisa pero sin pausa. Son pequeños pero acertados para la vorágine de una dramaturgia que salta de la peluquería a la iglesia, pasando por casas y hospitales. La música en vivo brinda la frescura de la interpretación presente con letras y melodías atrapantes Dolores Ocampo e Iride Mockert se reparten los roles protagónicos a los que dotan de toda su calidad artística, tanto en su interpretación actoral como musical.
Divertida y corrosiva -a su manera-, “Pelomuerta” exige ir más allá de la punta del iceberg que plantea en su origen, para descubrir otros aspectos. Se pueden tocar temas ponzoñosos y profundos sin perder la sonrisa, en el contexto de una canción. Una buena melodía con letra acorde permite gambetear las defensas personales ante cualquier cuestionamiento a la «matrix» original.