Petit Hotel Chernobyl (Teatro)

A punto de explotar
 
Dramaturgia: Andrés Binetti. Con Laura Manzini, Fernanda Provenzano, Alejandra Oteiza y Martina Zapico. Asistencia: Lucía Oxandaburo. Producción Ejecutiva: Martina Zapico y Nicolás Manasseri. Diseño gráfico: Nahuel Lamoglia. Escenografia: Vanessa Giraldo y Angel Souza. Vestuario: La Costurera Teatro. Community Manager: Valeria Franchi. Diseño Instagram: Wilfredo Parra. Cámara y edición: Jimena Roig, Dirección y puesta en escena: Nicolás Manasseri.
 
Nün Teatro Bar. Juan Ramírez de Velazco 419. Domingos, 21 hs
 

El espacio es pequeño; quizás lúgubre y sofocante pero hay una pequeña luz que ilumina la escena. Todo una postal de lo que ocurrirá en los próximos 50 minutos.  

Cuatro mujeres (sobre) viven en una pieza que podría ser la antesala al infierno, en que el tiempo y la vida quedan en una “pausa” eterna donde pasa de todo mientras no pasa nada. Una joven parafrasea a Charly García con su “yendo de la cama al living” a una terraza o vereda ante la ausencia de aquél. Una maestra evoca un tiempo que no fue hermoso pero le daba una rutina y una «contención» llena de odio y excesos siendo aquella la palabra clave“. Una tercera quiere consagrarse como tenista pero no puede ver una pelota -amén de la carencia de talento-, a pesar de la insistencia de una entrenadora tan motivadora como ciega frente a la situación que va más allá del optimismo. Quizás sea la motivación la excusa para construirse una balsa para irse a naufragar con las cartas ya echadas.
 
El escenario cobija esa trágica historia de los sueños e ilusiones de aquellos seres a los que la vida les dio la espalda pero aún así, ellos siguen y siguen. Algunos dirán tozudez y otros, espíritu de lucha. Mientras la vida te permita levantarte día a día, habrá esperanza pero ¿qué es ésta en el universo de los sin jeta, que son olvidados detrás de cualquier acontecimiento?
Frente a esta situación, el espectador mira al tiempo que sonríe (la carcajada sería para otras ocasiones) y reflexiona frente a lo ocurrido sobre tablas que, de tan absurdo, puede ser perfectamente linkeables con realidades varias. Inclusive, subiendo algún escalón de las clases sociales con las que se establece el vínculo. 
 
La pluma de Andrés Binetti es precisa y elocuente en la descripción de estos mundos y seres en particular, en sus miserias y su ternura. Cada quien podrá apreciarlos con una pátina de bronce como héroes anónimos de una batalla pérdida.
La dirección de Nicolás Manasseri es exacta en la concepción de la puesta. Lo bueno (y sencillo) si breve (y austero), dos veces bueno y lo lleva adelante como un axioma a cumplir a rajatabla. La escenografía y la iluminación son vitales en la creación de ese marco ominoso y denso en que lleva a cabo la acción.
En lo que a actuaciones se refiere, Laura Manzini, Fernanda Provenzano, Alejandra Oteiza y Martina Zapico dotan a sus criaturas de locura y sensibilidad frente a un futuro que llegó hace rato, al que van directo, sin escalas. Un poker de actrices de alta calidad. 
 
Atrapante de principio a fín, “Petit Hotel Chernobyl” es de esas puestas que impactan desde todos los ángulos, como una perdigonada de realidad, de la que nadie puede -ni debe- salir indemne. 

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