«Petróleo» (Teatro)

Polaroid de machos en jaque

Dramaturgia y dirección: Piel de Lava (Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes) y Laura Fernández. Con Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes. Coordinación de producción (CTBA): Mariana Mitre. Producción técnica (CTBA): Claudio Del Bianco. Asistencia de dirección (CTBA): Fabián Barbosa, Sofía Palomino y Daniela Sitnisky. Meritorio de vestuario: Daniela Dell Acqua. Asistencia de vestuario Estefanía Bonessa. Asesoramiento artístico y entrenamiento corporal: Andrés Molina. Música y diseño de sonido: Zypce. Iluminación: Matías Sendón. Vestuario: Gabriela A. Fernández. Escenografía: Rodrigo González Garillo.

Teatro Sarmiento. Av. Sarmiento 2715. Jueves a sábados, 21 hs. Domingos, 20 hs.

En algún lugar de la otrora Patagonia Rebelde, cuatro hombres trabajan en la búsqueda del tan mentado oro negro en un pozo que escamotea sus últimas gotas. Están en pos de una tarea de la que solo son un instrumento. La mano que lleva adelante una actividad de la que se llevaran migajas de lo obtenido, en el mejor de los casos.

El grupo Piel de Lava, compuesto por Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes, realizó un excelente trabajo de deconstrucción y reflexión a partir de diversas formas de relacionarse que atraviesan a una gran parte de la población masculina. Sera esa identificación/reconocimiento que permite un diálogo entre ficción y realidad, en una coyuntura de reivindicación de la lucha de los derechos de la mujer, #NiUnaMenos y la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

Serán estos cuatro hombres quienes reflejen de manera precisa y graciosa –sin caer en lo burdo-, aspectos en la relación de los hombres con sus pares. Esa cuestión tribal de camaradería y machismo que puede ir hacia variados rumbos y destinos. Esa relación de amigo/enemigo/rival/camarada que atraviesa a la masculinidad que las Piel de Lava captaron con exactitud.

Los personajes están bien definidos. Pilar Gamboa lleva adelante a El Carli, de manera excelente y por demás reconocible. Es el líder de la banda, el que lleva la batuta, el que corta el bacalao con simpatía (término que podría discutirse al respecto) y “códigos” en tanto y en cuanto se mantenga ese statu quo que lo favorece. Elisa Carricajo es Palladino que viene a rivalizar sin querer queriendo con el liderazgo del Carli. Laura Paredes es Montoya, un tipo macanudo. Afable y querendón, es quien aporta una salida graciosa al grupo para descomprimir situaciones. Valeria Correa es Formosa, quien más tiene para mostrar dentro de lo que oculta y busca no llamar la atención para hacer más tranquilo su paso por el pozo.

Hay un “afuera” y un “adentro” que va más allá del trailer y el pozo petrolero, como escenario donde se desarrollan los acontecimientos. Ese afuera donde se «muestra los dientes» y se compite. La posesión de los mencionados “códigos” y capitales basados en el temperamento y la fortaleza física serán los que establezcan las reglas del intercambio entre ellos. A todo esto, habrá que ver si los une el amor o el espanto. En cambio, el adentro aborda un espacio de confianza e intimidad que se abre a lugares ocultos y recónditos. Es la represión de todo lo alejado del “deber ser” que atraviesa al hombre para ser considerado como tal (¿a los ojos de quien? ¿la sociedad? ¿sus pares?).

La pregunta surge cuando todos esos pruritos se dejan de lado. El macho enfrentándose con un reflejo que le devuelve todo lo que pone en tela de juicio su identidad: la curiosidad que despierta lo desconocido, lo prohibido y lo nuevo. ¿Acaso el denominado “género” no es una construcción socialmente aceptada? “Desafiando al rito/Destruyendo mitos” decía una canción a la cual Piel de Lava le sube la apuesta con la palabra “deconstrucción”.

El texto -pergeñado por Laura Fernández y Piel de Lava- es excelente. Ingenioso y punzante, va mucho más allá de mostrar un “como nos ven”. Es tan solo la punta del iceberg de una deconstrucción de cierto tipo de hombre –netamente mayoritario- que habita el país. No recarga las tintas. Esboza sus ideas pero sin caer en lo burdo y lo chabacano. La crítica está presente y está bueno hacerse cargo de la misma. Es el crecimiento del individuo para solucionar aquello que -sabe- está mal.

La escenografía es móvil y ágil, creando con armonía y exactitud esos ambientes que establecen ese “afuera” y “adentro” a los que hacíamos referencia anteriormente. El silencio por parte del público es sorprendente. No vuela una mosca. Ese mutismo se quiebra cuando hace sentir su presencia de la manera más inesperada, ya sea poniendo los coros en un himno ricotero o el cabeceo punk que inspira Ricky Espinosa. Se escuchan risas que irán desde un volumen respetable hasta esa sonrisa cómplice y reflexiva. Ver algunos rostros es todo un análisis en si mismo. Desde quien está sentado al borde de la butaca prestando atención a todo lo que ocurre y se dice hasta quien se tira bien adentro de su asiento, estira las piernas y observa con los brazos cruzados, el bombardeo de ideas y conceptos que salen del escenario.

Atrapante y profunda, “Petróleo” requiere, tal como decían años atrás, “la neurona atenta”. Inteligente, divertida y crítica, planta bandera y llama a la deconstrucción del machismo que atraviesa la actual coyuntura. Sin perder la sonrisa y a caballo de una de las mejores puestas del 2018, el grupo Piel de Lava se consolida como una usina de búsqueda e innovación constante para crear teatro de primer nivel.

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