Más allá del disfraz.
Dramaturgia y dirección: Rubén Sabadini. Con Laura Nevole. Iluminación: Alejandro Le Roux. Diseño de vestuario: Jam Monti. Diseño sonoro: Nicolas Bari y Matias Niebur. Realización de escenografia: Mariela Iuliano Oper y Julián Villanueva. Diseño gráfico: Sergio Calvo. Entrenamiento corporal y vocal: Valeria Tollo. Asesoramiento escenográfico: Gabriela A. Fernández. Asistencia de escenario: Juan Lapargo. Asistencia de dirección: Valeria Tollo. Producción: Vera Vera Teatro y Lorena Astudillo.
Teatro La Carpintería. Jean Jaures 858. Sábado, 22.30 hs.
Aime está tirada en el piso. Se levanta con dificultad y empieza a hablar. Tiene una voz que denota inocencia. Se acomoda un poco en un sillón y dice que vive en una habitación. Está condenada a pasar allí sus días. Se escucha un ruido en el techo. Alguien camina por las tejas. Es Guzmán. Le dice que viene a traerle clientes en el marco de una fiesta de disfraces. Muchos son turistas y ella, a veces, no entiende bien lo que le dicen. Pero Aimé siempre está.
Rubén Sabadini bucea en las tinieblas de una joven mujer que vive una vida dedicada a satisfacer a otras personas que nunca es ella misma. Aimé lo dice y lo relata. Cuenta como es su vida allí, y la forma en que quiere a Guzmán, a quien ella llama cariñosamente “ruliento”. Ella dice que lo ama y que él también…aunque a su manera. Podrán pasar mil cosas en una relación con varios bemoles pero ella sostendrá un amor que no es tal. Que ni siquiera respeta la cantidad de personas que deberá “atender” en el transcurso de la fiesta de disfraces, fiesta en la que se pide la mayor discreción posible. Y el dolor estará presente. Un dolor tanto externo como interno. Pero Aimé siempre está.
Es loable la forma en que Sabadini retrata el tema de la trata de personas con dosis iguales de crueldad e inocencia. Crea a una mujer que está pero que no sabe que está. O que decide no creer que está contra su voluntad sino porque ella es parte fundamental –al fin y al cabo, lo es- del “negocio” de su amor. Allí es donde la dramaturgia busca provocar en el espectador una sensación de impotencia frente a lo que muchos podrían calificar como “obvio”. ¡Pero no lo es! Aimé aparece como una persona a la cual se le ha borrado su propia individualidad en pos de un tercero. Será este el que le traiga regalitos como alguna bijouterie. Él está tranquilo y socaba cualquier tipo de rebelión. Ella perdona y sabe de la “dependencia” de Guzmán hacia su persona, porque él es el primero que lo sabe. Que Aimé siempre está.
Para llevar a cabo la puesta, se necesitó de una actriz completa. Esa es Laura Névole, quien cumple con creces para dar vida a una Aimé que debe conjugar sus propios miedos con el sometimiento al que vive y el interrogante de que va a hacer en el futuro próximo. Névole da cuenta de su versatilidad al ser tanto ella como él, los dos personajes de la puesta, de manera creíble, con los cambios en los tonos de voz como recurso más que valedero de la relación de los dos personajes y los diálogos que tienen.
«Trópico del Plata” es corrosivamente actual en tanto la cantidad de mujeres como Aimé viven un calvario similar pero del que todavía, en algunos lados, se mantiene cierto silencio cómplice.