“Un hombre peligroso” (Teatro)

Clarificar la confusión

Guión y coordinación general: Ariel Nuñez Di Croce. Actúan: Julia Aufgang, Mariano Bentivenga, Tomás Castiglione, Cristian DI Fulvio, Chavo Exposto, Guido Grispo Ezequiel Montana, Hernán Kochman, Ariel Nuñez Di Croce, Juan Martin Perez Cortes, Jenaro Robles Urquiza, Horacio Romero, Adrián Santagata, Facundo Serrano y Camila Vaccarini. Vestuario: Elsa Sciascio. Diseño de escenografía: Ariel Nuñez Di Croce y Mauro Puppo. Realización de dispositivos lumínicos: Horacio Romero. Operación de luces: Joaquin Alejandro. Operación de sonido: David Brakin. Diseño De Iluminación: Paula Fraga. Fotografía: Nacho Lunadei. Duración: 135 minutos.

Barrio de Boedo. Jueves y viernes 20.30 h https://www.alternativateatral.com/obra77943-un-hombre-peligroso

Fotos: @franciscojarrinfoto

Suele aparecer, de tanto en tanto, alguna puesta que, más allá de sus méritos artísticos, termina siendo una experiencia en todo el sentido de la palabra. Va más allá de la mentada “ceremonia del teatro” que ocurre cuando se llega a la boletería y se ingresa al recinto. En esta ocasión, es todo lo contrario.

Tal es el caso de “Un hombre peligroso” que se refiere a la vida y la pasión de Severino Di Giovanni. Tiene todos los ingredientes para recrear en este 2025 de libeidiotismo extremo, un oasis de reconstrucción y justicia histórica. Esto, con la tergiversación de términos adrede, creando una confusión en que la que tiene razón el que grita más fuerte. Craso error, pero vayamos por partes.

Tras adquirir la entrada, se fija un punto de encuentro en el barrio de Boedo en el que los/as concurrentes serán testigos de un mitin anarquista en tanto hay que seguir adelante la lucha contra el poder opresor del Estado. Pero ojo, ¡mucho cuidado! La policía está merodeando y nadie quiere caer en sus garras (como ahora). Debemos escondernos para llegar, sanos y salvos, al encuentro, con ropa adecuada para pasar desapercibidos. De a poco, viajamos a través del tiempo, sin documentos a las primeras décadas del siglo pasado.

La invitación teatral que lleva adelante Ariel Nuñez Di Croce no solo es inmersiva en tanto “puesta” en sí, sino que apunta hacia varias locaciones. Primero que nada, es dar cuenta de quién fue Severino Di Giovanni y su lucha en el marco del anarquismo. El trabajo con el texto es impecable. Allí resuenan palabras como “anarquía”, «libertario», “libertad” y la búsqueda de ésta en detrimento de la concepción del Estado. ¿Les suena? El linkeo con la sarta de pavadas vociferadas por el desquiciado en ejercicio de la primera magistratura es elemental. Lo que no es obvio es la forma en que éste usa palabras las cuales banaliza y vacía de contenido, omitiendo cualquier tipo de referencia histórica seria. Por eso, desde este lugar, la puesta reivindica al anarquismo desde su origen y sus posturas políticas, lejos de lo que se escucha en estos últimos años.

Por otra parte, la reconstrucción de época brinda el tan mentado marco histórico no exento de sensibilidad. El oído atento se dará cuenta que Severino era opositor a Mussolini, a los gobiernos radicales de Alvear e Yrigoyen y del golpista Uriburu. Gobiernos algunos que se decían democráticos, pero fueron los represores de la revuelta conocida como “La Patagonia Rebelde” o la “Semana trágica” de 1919. De Uriburu no hace falta más que recordar que fue el primer militar que llevó a cabo un golpe de Estado en el país. En ese contexto, se movía Di Giovanni. Lo que queda más que claro es que tanto el poder judicial y la policía (ambas instituciones escritas con minúsculas) no solo que no han cambiado sino que han potenciado su postura maléfica, propia de los Aparatos Represivos del Estado, tal como diría un tal Althusser.

La dramaturgia es certera y cautivante al tiempo que también exigente. Las palabras y hechos, propios de esos años, son de un contexto determinado y no deben observarse con ojos de 2025. La tentación es constante y requiere un análisis serio. Un ejemplo de esto son las intervenciones de América, en especial su declaración ante una junta anarquista. Son de una claridad y una madurez excelsa, perfectamente consciente de lo que decía, en nombre del amor más puro y de la igualdad de derechos.   

Para el final, dos perlas que brillan con luz propia que es la presencia del mismísimo Mijail Bakunin en oníricos diálogos con Di Giovanni y el rol del teniente Juan Carlos Franco, militar defensor de Severino en el juicio al que es sometido. En esta misma línea, el elenco encabezado por un visceral Nuñez Di Croce, realiza una tarea encomiable, de precisión quirúrgica para los desplazamientos y la construcción de los distintos espacios en los que se desarrollan los hechos. Párrafo aparte para el trabajo de vestuario y de iluminación, dupla silenciosa y fundamental para que todo llegue a buen puerto.

Única e inolvidable, “Un hombre peligroso” es una puesta extremadamente necesaria para los tiempos que corren. Es teatro en estado puro, de ese que conmueve, llama a la reflexión y modifica a quien es testigo de esta experiencia teatral de excelencia.

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