“Yunta” (Teatro)

Durmiendo con el enemigo

Texto: Joaquín Daniel. Versión y dirección: Adriana Roffi. Actúan: Matías Broglia y Pedro Risi. Escenografía: Gustavo Acevedo. Iluminación: Juan Chiarella. Diseño: Edgardo Carosia. Asistencia general: Ana Arensburg.

Camarín de las musas. Mario Bravo 960. Viernes, 20.30 h

Dos hombres en un campo, a punto de galopar. Parecidos pero diferentes. Responden a nombres como “el señor” y el “Perro”. Hablan, dialogan… ¿dialogan? En tanto intercambio de palabras, si, pero no tanto en cuanto a la simetría en la relación entre ambos. Además, la verborragia de uno contrasta con la posición más timorata del otro. Hay cordialidad entre ambos aunque esta misma palabra tampoco termina de ser acertada en un 100%

De a poco, como si fuese un cuento de perfecto comienzo, nudo y desenlace, se lleva a cabo una dramaturgia tan exacta como atrapante. El “señor” pavonea su alcurnia como si fuera un bien supremo, argumentando al respecto. Todo, bajo la atenta mirada de su único público presente en el escenario. Hay un “nosotros” y “ellos” bien definido, pero es allí, con esta construcción, donde se percibe la punta de un iceberg de creación de sentido enorme.

El “pertenecer tiene sus privilegios” que fue el slogan de una tarjeta de crédito, cuadra a pleno con lo planteado sobre tablas.  Pero esa pertenencia tiene sus costos, muchos de ellos intangibles que son, prácticamente, imposibles para muchos. Hay dos clases sociales bien definidas que se interrelacionan por medio de relaciones de poder y sometimiento, pero ¿hasta qué punto se puede llegar a “tensar la cuerda”? El respeto en exceso da paso a la tolerancia a una opresión que está absolutamente legitimada para el contexto. Es la discriminación avalada por el sistema en el que vivimos. Una ley no escrita que permite todo, justamente, en su nombre.

La versión que realiza Adriana Rolfi del texto de Joaquin Daniel es excelente en tanto y en cuanto la combinación del humor con la parodia y la sátira. Todo está en su lugar, tal como los silencios que son elocuentes en las pausas que derivan en el devenir de la acción. Por eso, el escenario cuenta con una escenografía austera y exacta que potencia la austeridad de las palabras. Su dirección es sabia en tanto sabe qué priorizar y de qué manera. Los ladridos del “Perro” impactan desde su lugar de pertenencia ante la sorpresa de un señor que vive con un “complejo de conciencia limpia” por las acciones que lleva a cabo. Una crianza basada en una cuna de oro en que se toma lo que se quiere, sin pedir permiso –algo propio de los débiles, “no como nosotros”-, misoginia y racismo. Del otro lado, quien vive al día, nacido en una clase baja y salvaje, cuyo fín es servir a su patrón.

La crueldad pasa a ser un capital que, depende quien lo tenga, será tomado de diferente manera. Lo mismo ocurre con quien detenta el monopolio de la palabra y lo usa con fines más “nobles”. Suena actual, ¿no? Pero esto viene desde hace muchos años. El linkeo con el contexto actual está al alcance de la mano. El gran problema lo tendría el espectador que podrá tener algún tipo de implosión en relación a su propia postura. Los rostros y su cambio ante lo visto son elocuentes. Más aún si son adustos y se muestran contrariados. Nada mejor que el teatro que perturbe.

Las actuaciones de Matías Broglia y Pedro Risi son de calidad. La química entre ambos es fundamental para llevar a buen puerto la puesta. Cada uno desarrolla un personaje bien reconocible, a los que dotan de humanidad y matices en tanto sus concepciones. El trazo grueso del principio se va afinando a medida que se desarrollan los acontecimientos. La sutileza de la presentación de los sucesos no pasteuriza ni un ápice de lo planteado.

“Yunta” atrapa, entretiene y abre una cantidad enorme de reflexiones, a partir de una puesta de gran calidad. Numerosos planteos bien reconocidos (y debatidos) toman por asalto a una platea que no puede hacerse la otaria frente a lo visto. Ponzoñosa e irónica, pone «los puntos sobre las íes» que muchos no se animan a hacer Más aún, con una coyuntura desquiciada y carente de materia gris que nos atraviesa. Teatro en estado puro, para abrir los ojos y correr cierto velo de la realidad.

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