El arte de la muerte
De Santiago Loza. Con Diego Gentile. Diseño de vestuario: Cecilia Zuvialde. Diseño de luces: Matías Sendón. Operación técnica: Sebastián Francia. Fotografía: Lorena Romaní y Matías Sendón. Diseño gráfico: Sebastián Mogordoy. Producción: Berta Silberman. Dirección: Martín Flores Cárdenas.
Teatro El Extranjero. Valentin Gomez 3378. Lunes, 21 hs.
Él baja de una escalera, se acerca al micrófono y empieza hablar. No tiene nombre y alguno lo reconocerá como “El que habla/relata” y él mismo hablará de los protagonistas de la historia como “el amigo” y “el otro”. Pero a no confundirse, el hecho de esa forma impersonal de referirse a los sujetos no es en vano. Es la que permite ir y volver en la historia. Entrar y salir de la misma, con una iluminación juguetona y solista que crea sentido desde sus movimientos al compás de las palabras de “el que relata”. Será la iluminación la que creará los distintos lugares donde ocurrirán las acciones, en medio de un escenario solamente poblado por una silla, un amplificador y un micrófono.
El relato partirá desde una anécdota mínima para empezar a desentrañar la fascinación por la muerte en sintonía con el sadismo y la omnipotencia de decidir quien vive y quien no. En su época Say No More, Charly García decía “Mi capricho es ley”. La puesta entraría en consonancia con esta sentencia debido a la relación ciclotímica entre la vida y la muerte y las diversas formas (y placeres) para ponerle punto final a una existencia determinada.
La composición de Diego Gentile es fundamental. Desde el detalle de un vestuario que es, al mismo tiempo, personal y poco identificatorio, hasta la forma en que se transforma en el “relator”. Quitar la vida es una acción y no es para cualquiera. Como tal, demanda un esfuerzo, un movimiento. Será adrenalina pura, excitación adictiva. Inclusive, dirá “quiero hacerlo pero no puedo. Siento placer al ver como el otro hace lo que yo no puedo hacer”. La cadencia de las palabras en el cuerpo y la voz de Gentile hacen atrapante este relato que tiene tanto de “road movie” como de “thriller teatralizado” en el cual es menester ser exacto como un metrónomo en los tonos y matices para hacer excitante el desarrollo de la puesta.
El texto de Santiago Loza es riquisimo y crudo tanto por la punta de iceberg que surge como disparadores a cuestiones diversas y por las imágenes que crea con una prosa ilustrativa y atrapante. La dirección de Martín Flores Cárdenas lo ubica a Gentile en el lado de la exactitud de movimientos para tener un atajo a la excelencia.
“Matar cansa” atrapa y perturba, permitiendo que el “sentir” domine nuestros cuerpos tras haber navegado por las aguas de un hecho teatral de excelencia y digno de volver a vivir.