Igualdad, libertad y ley
Dramaturgia y dirección: Susana Hornos y Zaida Rico. Con Arantxa Alonso, Laura Lebedinsky y Ariel Pérez de María. Iluminación: Nacho Riveros. Vestuario y escenografía: Daniela Taiana. Realización: Javier Laureiro, Valeria Álvarez y Mariana De Paoli. Maquillaje: Ana Noguera. Peinados: Néstor Burgos y Ana Noguera. Percusión: Carmen Mesa. Versión «Romance de Mariana Pineda» (anónimo): Luis Pastor. Fotografía: Akira Patiño. Diseño gráfico: Sergio Calvo. Realización gráfica: Silvia Barona. Producción ejecutiva: Silvia Barona y Lorena Carrizo.
Teatro El Extranjero. Valentín Gómez 3378. Domingos, 19 hs.
Antes que nada, hagamos un poco de historia (que nunca viene mal). Corría el año 1831, en España. Para ese momento, Mariana Pineda fue sentenciada a muerte a través del garrote vil. Este es un mecanismo que consiste en un collar de hierro atravesado por un tornillo acabado en una bola que, al girarlo, causaba la muerte de la víctima por rotura del cuello. Su accionar se lo puede ver en la película “The world is not enough”, donde James Bond sufre su accionar.
Pero volvamos al teatro y a la historia. ¿Cuál fue el delito de Mariana? Bordar una bandera con las palabras “Libertad”, “Igualdad” y “Ley” y no delatar a sus compañeros, todos opositores al absolutismo del rey Fernando VII. Pero Mariana no se encuentra sola en su lucha…Su amiga Petra busca hacerla desistir de sus ideales al tiempo que el juez Pedroza la chantajea con el cambio “amor por libertad”. La “ayuda” que le ofrecen es la que, paradójicamente, implica resignar sus ideales. Porque, pareciera que fuera solamente de esa manera que se puede desarrollar su propia individualidad como mujer. Situación extensible a muchas mujeres al día de la fecha.
A partir de esta situación, Susana Hornos y Zaida Rico concibieron la segunda parte de su Trilogía Republicana, tras el estreno de la excelente “Granos de uva en el paladar” el pasado año. En este caso, Hornos y Rico crearon, a partir de la pasión y la conciencia de Mariana Pineda, cuatro mundos femeninos en los que la temática gira en torno al respeto a los derechos de la mujer.
Será el espíritu de Mariana Pineda el que se extienda y vaya surgiendo a través del paso del tiempo. Podrá ser en una militante argentina en los años 70, una joven que vive en la ciudad mexicana de Juarez –tristemente célebre por la cantidad de femicidios que ocurren- o una mujer del tiempo presente que, simplemente, dice NO. Y ese NO es fundamental en tanto va más allá de la negativa en si, para situarse frente a un machismo enfermo de dominación y agresividad. Que solo concibe la relación hombre-mujer a través del dominio y el sometimiento y no de la igualdad y el respeto.
Al respecto, el texto es uno de los puntos a destacar. Combina con sabiduría la dureza de las situaciones con la poética y la sutileza de un lenguaje que no necesita caer en lo burdo o lo literal para ser contundente en su pensamiento. Atrapa desde las palabras y el ritmo dinámico y exacto de una puesta donde todo está en su lugar
Para lograr la excelencia de la idea madre de la puesta, es menester contar con actores con la suficiente versatilidad para tal fin. Arantza Alonso es una Mariana sensible, femenina y valiente. Será quien lleve la voz de quienes no tienen voz en un mundo sordo a reclamos amparados por leyes no escritas e inquebrantables, establecidas por la “educación” y los “valores”. Laura Lebedinsky y Ariel Pérez de María serán Petra y Pedrosa y todas las extensiones a estos personajes, que se repiten a través del tiempo. Lebedinsky será la “amiga”, confesora o narradora de los acontecimientos. En cambio, Perez de María será “él”, con todo lo que esto implica. Como hombre, no puedo dejar de sentirme interpelado por valores que se han transmitido de generación en generación sobre cierto “deber ser”. Pero será a través de romper ese “mandato” que el hombre podrá crecer y convertirse en el compañero ideal de la mujer.
La puesta cuenta con un muy trabajo a través de los colores. El amarillo prima en el espacio, haciéndose extensible al vestuario de Alonso en contraposición al gris de Lebedinsky y Perez de María. La creación de las particularidades de los personajes en estos dos últimos es para destacar. Desde la larga cabellera de ambos hasta la creación de música a partir de la percusión en sus propios cuerpos es por demás destacable. Más aún sabiendo del virtuosismo de Perez de María con la guitarra.
“Pinedas tejen lirios” es imperdible y hasta de visión obligatoria pero no solo para los amantes del teatro sino para todos aquellos que desean que, de una vez por todas, la frase “Igualdad, libertad y ley” sea una realidad.