Ana Noguera: Teatro, memoria y justicia

Combina su natal acento madrileño con palabras argentinas. Justamente en Buenos Aires se unió a la Compañía Trinchera Teatral, sublime grupo de actrices españolas que creó la Trilogía Republicana (“Granos de uva en el paladar”, “Pinedas tejen lirios” y “Auroras”) puestas que partían de la Guerra Civil Española y los crímenes del franquismo para abordar los derechos humanos. Ahora vuelve a Argentina para presentar “Las de la Trinchera”, libro que recuerda ese proyecto artístico. Café de por medio, Ana Noguera reflexiona sobre el teatro como transformador de la realidad y su relación con la coyuntura

Fotos: Cecilia Inés Villarreal

-Ana, la primera y obvia pregunta es cómo surge la posibilidad de hacer “Las de la Trinchera”.

-A ver, hubo una pandemia de por medio que cambió todo. En mi caso, por mi situación en Madrid, me dejó bastante en la lona, tanto con el laburo como con todo. Una bofetada gigante. En España el confinamiento fue grande y ahí, filmé una película, tuve un accidente (del cual estoy bien) y me fui a vivir unos meses a lo de mi vieja. Madrid estaba imposible y era todo muy complicado. Pero como siempre digo, la creatividad siempre me ha salvado. Siempre me gustó escribir. Dentro mío, siempre pensé que la Compañía nunca tuvo un cierre, un broche. Un “hasta acá”. Quería que hubiese un testimonio de todo lo que fuimos y lo que sucedió, en ambos lados del océano. Así empezó todo. Era traer un pasado al presente en el que sentía que estaba en la nada, gracias a lo que legó la pandemia.

-Todo por el confinamiento…

– ¡Había una necesidad de ponerme creativa para ocupar horas del día! ¡No todo era caminatas o yoga! (risas)  Empecé a escribir para desahogar todo lo que sentía. Tengo un amigo editor y le dije “Estoy en esta. Te voy a mandar unos capítulos y me dices si es una paja completa o se puede hacer algo”. Me respondió que siga escribiendo. Con los meses fue tomando cuerpo. Ahí llamé a las chicas y les conté en que andaba. Removió mucho eso. Incluso hubo una intentona por la vuelta de la compañía que no salió aunque si el libro. Es el broche que nunca tuvimos y el legado para les hijes de muchas de las que ya los tienen. Es un homenaje a la gente que nos precedió en muchas luchas artísticas y sociales. También lo es para esta ciudad y este país que nos dio un espacio para construirnos.

– ¿Cómo fue sumergirse en la historia de esas puestas de hace diez años? Imagino que no fue fácil. 

– No, para nada. Tengo que decir que tengo una memoria tremenda. Había un registro en redes sociales como parámetro cronológico, que es la forma en que va el libro. Explica por qué decido venir a Buenos Aires y como conozco a Susana Hornos y Zaida Rico, codirectoras del grupo Trinchera Teatral, que realiza la Trilogía Republicana (N de R: El grupo lo completaban Maday Méndez, Lorena Carrizo, Clara Díaz y Silvia Barona) y mi posterior unión al mismo. Fui la última en entrar. Ha sido un viaje a la escritura y de recuerdos. Hubo anécdotas que fueron disparadores de capítulos. “En este camarín, sucedió tal cosa…”. Tal como nos ocurrió en un pueblito de Barcelona en que nos tiraron una bandera republicana al terminar la función. ¡Se me pone la piel de gallina! La agarramos y la extendimos mientras saludamos.

-Fue muy fuerte todo…. 

-Si. He llorado y reído mucho al recordar tanto anécdotas de giras y hoteles como a la gente que ya no está con nosotros, como Federico Luppi, Darío Rivas, Carlos Slepoy u Osvaldo Sabino. También con un poco de bronca por no haber podido continuar. Preguntarme ¿por qué no en España? y también si hicimos bien en irnos de Argentina. Ha sido hermoso pero muy movilizador. Fueron viajes de escritura y de como estar en paz con aquello que inclusive estaba tironeado. Fue así porque tenía que ser de esa manera. Aprendimos de eso, que nos llevó a esto otro o aquello no hubiera pasado. También fue un regalo a mis compañeras.

-No es al azar que el libro empiece con la causa argentina…

-Es cronológico pero fíjate algo. Llego el 9 de abril del 2013 a Buenos Aires, conozco a Susana pero me llama en agosto porque se reestrena el 27 de septiembre la tercera temporada de “Granos de uva en el paladar”. Hacemos una función especial para los querellantes que vienen a testificar a Argentina el 3 de diciembre. (N de R: La querella argentina es una denuncia presentada ante un tribunal penal argentino por genocidio y crímenes contra la humanidad cometidos en España durante la dictadura de Francisco Franco). Las chicas ya habían estado en la semana de “España en el corazón”, el aniversario del bombardeo de Guernica. Cuando nos enteramos que venían los querellantes, ahí todo toma una dimensión gigante. Creo que es el porqué de que esta historia se contase acá. Nosotras necesitamos doce mil kilómetros para contar la historia de nuestro país.

-Suele pasar eso.

– Es cierto. No es solo que Argentina nos banca en lo artístico sino que hay una jueza argentina que abrió la causa. Se solaparon de tal manera las cosas que fue muy grande estar en un lugar, de manera artística, y social, contando historias de hechos reales. Gente que estaba buscando a sus seres, reivindicando el poder desenterrar los huesos. Algo que recién empieza ahora ya que el año pasado se aprobó la Ley de Memoria Democrática. Es muy fuerte eso. Aún así es un tema que no se charla demasiado. Lo puedo hablar con gente muy allegada o con una relación muy cercana. Esto forma parte de nuestra historia. Es más, Adriana Fernández e Inés García Holgado que eran querellantes, ahora escribieron los prólogos del libro.

-Todo se vincula, se va uniendo…

-Vengo de familia republicana por lo que todo esto es muy fuerte. Tengo un bisabuelo que estuvo condenado a muerte y se salvó mientras que un abuelo estuvo en un campo de concentración y escribió sus memorias. Hace dos años fuimos con mi vieja al campo que, en realidad, es pasto con una estatua y una placa. El libro está dedicado al abuelo que nunca me vio actuar.

Ceremonia durante la tormenta

-La compañía creaba un aura de ceremonia en cada una de sus funciones….

– Si, si. Cuando leo por primera vez el texto de “Granos de uva en el paladar”, me pongo a llorar y la llamo a Susana. Después fue decirle a mi madre que me venía a Buenos Aires para este espectáculo. Estaba muy lleno de algo que estábamos contando que nos atravesaba a todas de diferentes maneras. Todo esto comienza con un cuento de Susana que era por un hermano de su abuela, desaparecido en una cuneta.

-Son relatos muy fuertes….

– Exacto! Fue traer aquí una serie de historias de nuestro país que se nos había negado porque habíamos crecido en una suerte de silencio. La transición (N de R: período en la historia de España entre el fín de la dictadura de Franco –con su muerte- y la restitución democrática) decidió que no se iba a hablar de nada. Además había algo de ese ceremonial en que éramos muy conscientes de que estábamos contando historias basadas en hechos reales, en personas que existieron y existen. Hay más de cincuenta mil personas en cunetas en mi país, que es espeluznante. Hay familias que quieren recuperar a sus seres queridos. Por eso, necesitábamos de un aura para contar esto.

-Algo que lograban plenamente…

– Necesitábamos de una energía en particular. Éramos “muchas actrices que parecían una”, como dice uno de los prólogos. Había algo de un solo cuerpo, de una sola voz, que tenía que ver con el tronco que se ramifica. Transitábamos muchos personajes con solo un movimiento de vestuario. Pasaba de una guardia franquista a ser una presa republicana. Había un montaje muy complejo a nivel energético.

-Es inolvidable la paleta de colores de las puestas, siempre como referencia la bandera de la República. El rojo y el negro en “Granos de uva”, el amarillo en “Pinedas”…

-…y el morado en “Auroras”. La trilogía completa. En “Granos de uva” llevábamos esos monos negros que, con el rojo, creaban una imagen muy fuerte, acompañada de una coreografía maravillosa. Las tres piezas están ligadas en la memoria, la lucha y el exilio. “Granos de uva” tenía un impacto brutal apenas la veías. Es más, creo que si hoy la hiciéramos de nuevo, ocurriría lo mismo. Es de esos espectáculos que lo podes ver dentro de diez o cincuenta años y se mantiene igual.

La paleta de colores, desde el vestuario de Néstor Burgo, nos permitía transitar todas esas caras poliédricas de una historia tan terrible de España, con la guerra civil, el golpe de Franco, la dictadura y lo que vino después. Nosotras somos hijas de la democracia y herederas de todo eso. El poder articular toda esta historia, de manera poética, es complicado.

-Pero es más contundente el impacto.

– Es cierto. No era que nosotras íbamos y decíamos “¡Qué mierda que es la dictadura! ¡Mataron un montón de gente y fue un genocidio!”. Ok, eso ya se sabe. Hay que ver desde que lugar estamos contando esto y desde qué personajes. Teníamos el personaje de Adelina, la cocinera de la cárcel que le hace comer al facho que manda a fusilar a las presas, comida republicana con los colores de la bandera. La poética estaba ahí, al terminar comiendo esa comida que era la manera de luchar que tenían ellas, por medio de esa comida.

-¿Cuantas giras hicieron en España?

– Tres, en el 2014-2015 con “Granos de uva”, a finales del 2015 con la trilogía y en el 2016, con “Pinedas”. Estuvo picante un poco, sobre todo en la primera. Te soy muy honesta, hoy hay obras que hablan de memoria histórica. No muchas pero hay. Hace diez años, no había ninguna. Nosotras conseguimos salir dos veces en El País y era algo que no estaba. Había una ley que había salido en el 2007 por Zapatero pero nadie hablaba de memoria histórica. Por eso, tuvimos que remarla (verbo argentino que adopté y uso allá y acá –risas-) mucho. Tuvimos una respuesta increíble en todos los lugares que fuimos.

-¿No se les enojó nadie?

– No. Lo que si es que no era fácil encontrar productores o distribuidores que pusieran plata para el proyecto. Era muy a pulmón. Es más, creo que hoy si la volviésemos a hacer, a “Granos de uva” la censurarían. Lo hablamos eso con Susana y más ganas nos daba. (risas). Se viene muy difícil la mano en España. Las giras fueron bien pero no tan bien como hubiésemos querido. En España cuesta mucho hablar de esto. No está desde lo social, algo que si pasa acá. Si algo nos enseñó Argentina, fue la militancia. La aprendimos acá. Lo que tienen ustedes en relación con la memoria, la verdad, la justicia, la reparación de las víctimas y el hablar para sanar las heridas, es increíble. De alguna manera, fue nuestra manera artística de sanar eso.

Luchar desde el arte

-Estuvieron haciendo la Trilogía, algunos años antes de la explosión del feminismo, Ni Una Menos de por medio…

– Totalmente. También lo abordamos con la segunda pieza y el personaje central de Mariana Pineda. Eran cuadros que hablaban de las Marianas que estarían luchando hoy en día. Aquí tenemos el ejemplo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Este país nos ha enseñado tanto que vamos a alinearnos con la reivindicación que nos toca porque todo está impregnado de alguna manera. Había un cuadro que pasaba por Argentina, otro por Ciudad Juarez y otro de violencia machista que puede ser en cualquier lugar del planeta.

Te voy a contar algo. Durante la última gira, que duró seis meses en España y después terminamos, caímos en una casa en Alicante, que albergaba a mujeres que habían sufrido violencia de género. Hicimos la función para esas mujeres y sus hijes. No te puedo explicar la sensación que tuvimos. Fue increíble verlas emocionarse. La fuerza de esas mujeres y su resiliencia en una situación tan complicada. Con Susana quisimos hacer una intentoncita de volver que finalmente no fue, tuvo como detonante la guerra en Ucrania. Estaban llegando gente a España de Ucrania, tal como se habían ido de allí para Chile, México o Francia. Hay algo de las temáticas que atraviesan a la Trilogía que son universales.

-Y no pasan de moda.

– Si. Está costando aprender de la historia junto con una amnesia colectiva al respecto.

-Yendo atrás en el tiempo, ¿iban hombres a ver la trilogía?

– Si si. Lo había. Calculo que por la temática, iban. Tanto aquí como en España. No me olvido lo que ocurrió en Asturias, en que caímos a comer en un restaurante. Era pleno febrero, mucho frío. Además, Asturias también tuvo su participación en la República, como uno de los bastiones de izquierda en el país. El dueño se enteró que éramos las actrices que, al día siguiente, íbamos a estar en el teatro haciendo determinada obra….El tipo cerró el negocio y después fuimos a comer allí. Suceden estas cosas con las que uno flashea. Tuvimos un público más grande que joven.

-En Argentina, hubo una explosión de unipersonales femeninos. ¿Paso algo similar en España?

– Hubo algunas cosas pero no creo que tanto como aquí. Recuerdo el que hizo una actriz amiga Ana Fernández, también amiga de Susana, que hizo “El lunar de Lady Chatterley”. Muy bueno, muy feminista. Hubo otro llamado “No solo duelen los golpes” sobre violencia machista. Hay en el comercial como en el off, pero no es una nueva ola al respecto. Donde si hay una explosión es en la literatura con autoras como Ana Requena Aguilar que están posicionándose mucho.

A los jóvenes de ayer (y de hoy)

-¿Qué te dicen las nuevas generaciones sobre el trabajo realizado?

– En la primera gira, con “Granos de uva”, en Alicante, hicimos funciones para institutos para chicos de 15 años. Ibamos con cierto miedo porque habíamos sido testigos, como alumnas, que todo lo referente a la Guerra Civil, se corre de lado. Teníamos miedo de que no se entendiese lo que estábamos contando, por falta de información. Además, hacíamos charlas después de la función, lo cual estaba genial. Lo que nos pasó con estos chavales, fue que les había gustado bastante y debatieron respecto de lo que les había parecido la obra. Por eso, me encantaría hacerla hoy. Si vas por la calle en España y le preguntas a gente de menos de 25 años, quien es Francisco Franco, no tienen idea.

-¿En serio?

– Si. No sé qué salto hubo en esta amnesia colectiva o de puro presente en el que, pareciera que todo sale de repente, del asfalto, sin tener ninguna historia previa ni dejar nada. Por un lado, la memoria histórica se ha visibilizado por medio de leyes y ha comenzado a aparecer en los noticieros. En relación con la gente joven, no sé. Algunos si pero que vienen de determinados movimientos en el país. La otra vez, el noticiero decía que en Paterna, Valencia, lugar en el que hay muchas fosas comunes, alumnos de la universidad, al salir de las clases, se iban a ayudar a los trabajos de exhumación. Me quedé flasheada y me puse a llorar. Tenemos que ponerle el cuerpo a temas con los derechos humanos y no solo con twitter.

-Hay mucha militancia de redes sociales que no sale a la calle…

– Va a haber que salir de nuevo, tal como fue con la sanidad o la educación, pero ahora por la cultura. La sociedad tiene que apoyar a los creadores porque la censura es un atentado de la democracia. No es solo “me bajan una función del cartel”, pero no sé si la gente va a salir…

-¿No hay una complicidad silenciosa del colectivo denominado gente? «Ok, pasa pero no me importa».

– Mira, está pasando que te da trabajo la gente que te censura. Esto es increíble. Se iba a estrenar una obra basada en la historia real de Aurora, el personaje que yo hacía de la maestra que le quiere enseñar el mar a los alumnos. Esto es una obra de teatro escrita por Xavier Bobes y Alberto Conejero. La bajaron de cartel. Conejero es el director del Festival de Otoño  que da la Comunidad de Madrid, que preside el Partido Popular. O sea, te dan laburo por un lado y por el otro, te censuran.

-Es complicado esto…

– No es fácil. Una se pone a pensar si fuese programadora de un teatro oficial, que si o si, depende de un tema de la cultura y la política como ocurre en España. El tema es que es gravísimo que te bajen una obra y hay que posicionarse. Vengo de familia de actores y esto le pasaba a mi tía abuela que era una actriz muy conocida en los años 50 y 60. Cuando hicieron por primera vez “Yerma”, en el Teatro Eslava, durante el franquismo, no salieron a saludar como homenaje a Federico, por miedo a que los metiesen presos. Se terminó la función y no salieron a saludar. Pasaron 60 años y ¿ahora volvemos a lo mismo? Es todo cíclico.

El futuro llegó

– ¿Cómo sigue ahora el libro?

– Se publicó el año pasado y lo presenté en Madrid, en el teatro en el que me formé. Estuve en la Feria del Libro y lo llevé a Alicante porque fue uno de los últimos refugios republicanos. Lo presentamos en Alicante y mi mamá leyó algunos textos en su homenaje. Cuando firmaba con la editorial, ya pensaba en venir a Buenos Aires a presentarlo. Me encantaría que tuviese, más allá de la militancia creativa, un recorrido motivador e inspirador. Que alguien que empieza en esto, pueda creer en su proyecto y hacerlo. Me gustaría llevar el libro a las escuelas de España.

-Me ganaste de mano con la pregunta porque es un libro que tiene el desarrollo de una compañía teatral y las puestas realizadas…

– Quiero hacer charlas con gente que está formándose y peleandola. Me hubiese gustado leer un libro como el que hemos realizado, cuando era chica. Ahí está un poco la influencia argentina del hacer y no esperar que te suene el teléfono para que te llamen. Nuestra profesión está transformándose. No está mal trabajar en Netflix y tener muchos followers. Eso también es ser actor pero el actor y el laburante es poner el cuerpo y crear equipos. Hay un sonidista, un dramaturgo, un director…y podes hacerlo. Si tenes una historia, hacelo y contala.

-¿Qué expectativas tenes para la presentación del jueves?

-Estoy un poco nerviosa pero está lindo. La hacemos en el Extranjero que ya lo conozco. Somos un poco “locales” ahí. Vamos a tirar algunos videítos que hicimos con mucho amor. Adriana Fernández va a leer su prólogo. Quiero ver si Inés puede venir porque está un poco complicada. Después, elegí el capítulo que habla sobre el Extranjero que lo va a leer Pepa Luna, que sigue viviendo aquí, contra viento y marea. Voy a contar un poco de mi, mi historia aquí. Voy a hacer algo chiquito y lindo, sobre todo los que no están, por su legado y además, a mis amigas y compañeras de viaje, que si bien no están, siempre las llevo conmigo.

Cable a tierra

-Me encanta la influencia argentina en los títulos del libro. Mucho Fito, Soda, Redondos…

– Si! Soy muy fanática del rock español y el argentino, por supuesto. Siento una hermandad que me atraviesa. Me cambia el acento apenas me cruzo con un argentino en Madrid. “No soy argentina pero viví allá por lo que está todo bien”. Tengo esa fraternidad que une lo artístico, lo militante y lo musical. Argentina tiene grandes artistas. El rock formó parte de mi vida cuando estuve acá, escuchando a Soda, los Redondos, Fito, Charly y el flaco Spinetta. Es mi banda sonora de acá. Si estoy en Madrid y extraño, es la música que pongo. ¡Ni hablar de lo que lloré con la serie de Fito en Netflix!. Veo todas las ficciones argentinas que hay. Ahora, hay mucha coproducción. Están viniendo muchos actores y artistas. Claudio Tolcachir, Pablo Messiez que acaba de recibir un premio, Daniel Veronese.

-Si no eras actriz, ¿qué hubiera sido de tu vida?

– Sabes que no lo sé. Siento que es algo que tenía que ser, de alguna manera. No como mandato porque siempre lo había pasado bien. Hay un legado de mi familia que me cuenta. De paso, te spoileo algo. Estoy escribiendo un unipersonal…

-Justo que hablamos del tema hace un rato…

– Si! Es muy fuerte! Ok…es sobre mi tia abuela que tiene que ver, el provenir de todo lo que significa. Me voy a dedicar a lo mismo. Igual que el irme y emigrar. También vino acá y trabajó con Jorge Eines. Hay algo de ese lugar, de la migración, que se repitió. Estoy así, con la memoria, la ficción. El unipersonal lo voy a hacer yo. Así que, no tengo idea que hubiera sido de mi vida si no era actriz. Algo creativo seguro pero no de las manos. Quizás algo de la música ya que toco el piano y la armónica.

-Tenes un formulario y te pide profesión. ¿Qué ponés?

– Actríz. O creadora. Escritora no porque lo considero grande. Soy una actriz que escribe. La que abrió una nueva puerta, un nuevo mundo que también fue propiciado por esta ciudad. De no haber vivido lo que viví acá, y todo lo que esta ciudad me brindó como actriz, como creadora, el “atreverse a….”, no se si me hubiera animado a escribir.

-Si por la puerta del Varela Varelita, entrase la Ana que estaba a punto de tomar el avión para venir a Argentina, ¿qué le dirías?

– ¡Uhhhh! Le diría “Coge ese avión”. Le diría que confíe y se tome más tiempos. Con laburo, las cosas salen. La Ana de hoy, diez años después, más vieja, más sabia, la que camina estas calles, le pasaron muchas cosas. ¡Estaba cagada en las patas! (risas). Pero el creador que es uno, debe tener ese fueguito siempre. Hay algo de la incertidumbre del ¿que va a pasar? sino nos dedicamos otra cosa. Ese querer lanzarse a ese abismo artístico y vital de “andá y hacelo”, “jugatela”. Va a pasar. ¡Se va a dar! Fue empezar a hacer llamados. “¡Hola Marisol!”, “¡Hola Mariano!”, “¿Vienes? ¿te quedas en casa?”. Es confiar y caminar. “Cree en vos porque todo se arma”. Además, el lugar te devuelve. Hoy diez años después, me está devolviendo todo. Me está dando y me está nutriendo. Es también historia mía acá. Mi propia historia. 

Jueves 13 de julio. Presentación “Las de la Trinchera”. Teatro El Extranjero. Valentín Gómez 3378 A las 20 hs.

Miércoles 19 de julio. Charla taller “Teatro de ida y vuelta”. CCEBA. Paraná 1159. A las 17 h. Inscripción gratuita. https://www.cceba.org.ar/escenicas/teatro-de-ida-y-vuelta

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