Nada más lejos de la verdad. «Granos de uva en el paladar» es un buen ejemplo de esto. En una puesta mínima en cuanto objetos pero compleja en tanto creación de sentido, seis actrices le ponen el cuerpo y el alma a distintos personajes que han habitado España entre 1936 y 2012. O sea, de la II República hasta nuestros días.
Con un fondo rojo y una iluminación tenue, aparecerán las diversas situaciones que vivió una sociedad a partir de la división que implicó la Guerra Civil Española, que se extiende a nuestros días. A partir de estas características, se dibujarán distintos personajes –casi todos femeninos- que son atravesados por el conflicto bélico y la forma en que toman partido en el mismo, con la consabida consecuencia a nivel personal. Las historias son pequeñas e ilustrativas y toman como personajes centrales a seres fácilmente reconocibles, de la vida cotidiana y lejos de la heroicidad y la épica de los libros de Historia. Aquí, la epopeya es sobrevivir a una sociedad que se tornó intolerante, racista y clerical, guardando las ideas propias en el arcón de quien espera pacientemente, la llegada de la libertad.
El texto es de una riqueza poderosa y destacable que atraviesa la frialdad de la palabra dicha en un contexto donde el metamensaje es enérgico y elocuente. El nexo se establecerá con una realidad fuerte que enmarca el texto en su justo lugar.
Las actuaciones son sentidas y expresivas, sin caer en el golpe bajo ni en la moraleja. Los hechos han sido elocuentes como para recargar las tintas ante situaciones propiciadas por la dictadura franquista.
“Granos de uva en el paladar” atrapa desde el principio, con una puesta emotiva y rica, donde la femineidad está a flor de piel para retratar con poesía y exactitud momentos por demás difíciles de la historia de España, cuyas consecuencias se extienden a la actualidad.