Paula Ransenberg es mágica en «Para mi, sos hermosa» |
Tal como habíamos dicho la semana pasada, el año se inició con “Vago” y allí fue Romina Oslé quien se destacó en su personaje de “La Negra”, donde combinaba con sapiencia para ser el refugio de cierta coherencia y deseo de salir de la precariedad del lugar donde transcurren los hechos. Otra que sacó lo mejor de si a principio de año, fue María Rosa Fugazot, quien brilló en la correcta “Dias de verano”, dando cuenta que su calidad sigue intacta. También, para los primeros meses del 2013, Virginia Innocenti volvió a componer a una mujer de fuerte temperamento como Anna Magnani en “Noches romanas”.
Para marzo, se estrenó el etéreo unipersonal “Alfonsina y los hombres” y allí fue María Victoria Moreteau quien le puso el cuerpo a las pasiones y sueños de la gran poetisa argentina. Otro unipersonal que mezcló actuación y canto fue “Dirán que fue la noche” con Malala González, donde sacó a relucir una voz excepcional para los textos de Marosa di Giorgio, Silvina Ocampo, Alejandra Pizarnik y la misma Alfonsina. Asimismo, la gran Julia Calvo daba cátedra con su participación en “Manzi, la vida en orsai”, donde da rienda a todo su talento e incluso, en una función en la que no era tan conocida como la de cantante.
Julia Calvo brilla en «Manzi» |
Una fiera llamada Iride Mockert |
En ocasiones, uno se topa con actrices trabajando en diferentes obras y siempre, con la calidad intacta. Tal fue el caso de Daniela Catz (“Golpes a mi puerta” y “Victor y los niños al poder”) y Maia Francia (“Hechizados” y “Golpes a mi puerta”). Catz saltó de ser una monja con un despertar político a una niña-mujer que secundaba a Víctor en sus delirios ético-morales, con un dejo de perversión. Por su parte, Francia llevó adelante dos personajes de distintos registros. Una monja crédula e inocente y una mujer de armas tomar en tanto el amor que siente, sea puesto en riesgo. Dentro de este rubro de “una actriz-dos obras”, no podemos dejar de mencionar a la visceral Laura Lopez Moyano que se destacó en “La poeta y su novia actriz” y en la última creación de Martín Flores Cárdenas, “Entonces bailemos”.
Tampoco dejamos de considerar a la sutil Silvia Villazur que, en “Hechizados”, es el hilo conductor de una historia sublime, desde un personaje querible y tierno, ni a María Onetto en «Sonata de otoño».
La última curva del año trajo dos unipersonales de calidad y diferente búsqueda. Nos referimos a Lucila Gandolfo en “Maestra serial” y Laura Névole y su “Tropico del Plata”. Gandolfo fue una sublime maestra de grado que se considera una patriota incomprendida, al ser descendiente directa (bisnieta) de Mrs Miller, una de las maestras norteamericanas que trajo Sarmiento hace dos siglos, para “iluminar” esta tierra. En cambio, Névole es una mujer que vive una vida dedicada a satisfacer a otras personas que nunca es ella misma. Névole da cuenta de su versatilidad al ser tanto ella como él, los dos personajes de la puesta, de manera creíble, con los cambios en los tonos de voz como recurso más que valedero de la relación de los dos personajes y los diálogos que tienen.
Malala Gonzalez, actuación y canto |
Para el final, dejamos otra de las grandes actuaciones del año como fue la de Iride Mockert en “La Fiera”. Ya había realizado un trabajo de alta calidad con “Los áspides de Cleopatra” y su texto en verso, pero en “La Fiera”, su trabajo es sublime. Compone un personaje que va desde la inocencia y nobleza en sus pensamientos al tiempo que despierta simpatía y compasión por sus propias vivencias asi como adhesiones a su tarea de justiciera. La excelencia del trabajo de Mockert se aprecia en su capacidad no solo para actuar sino también para cantar, reproducir un acento del norte del país y la forma en que atrapa al público con cada uno de sus movimientos.