Fin de fiesta para “A un paso del tiempo”.

Llega noviembre y, tal como suele ocurrir, comienzan las despedidas de diversos acontecimientos del año. Si bien había salido a la palestra en el 2024, fue en el presente año en que el proyecto “A un paso del tiempo” tuvo una cita mensual en ese reducto hermoso que es Hasta Trilce.

El próximo jueves 20 de noviembre, es la última fecha del dúo conformado por Irene Goldszer en guitarra y voz y Pablo Potenzoni en batería. Ambos, secundados por Vanina Falco desde las sombras, bancando todo lo que se requiere en una presentación especial. Pero, ¿qué es lo realmente “especial” de esta performance?

Hay varios puntos a considerar. La sutileza que conforma su ADN se aprecia desde la iluminación y la escenografía. Cada verso que canta (y expresa) Irene Goldszer invita a ese tipo de escucha que abre el corazón asi como cerrar los ojos y dejarse llevar por la melodía de su guitarra. Los arreglos son simples, pero no sencillos, tal como lo dicta la enciclopedia beatle. Su figura brilla en medio del escenario.

Por su parte, Pablo Potenzoni da cuenta no solo de su versatilidad como músico sino de ese deseo genuino de búsqueda constante. Consagrado dentro del rock vernáculo al haber sido miembro de Todos Tus Muertos, grabando esa gema llamada “Dale aborigen”, aquí se reinventa por completo. Cada nota está ubicada en su justo lugar pero el silencio jugará su propia partida. Más aún, en el vínculo con el espectador y su personalísima creación de sentido. El latido de un corazón como si fuera un click de batería. Pura multiacentualidad musical que conmueve a cada uno de los presentes.

El paso de las presentaciones asienta el funcionamiento de la dupla. El crecimiento es notorio. Si bien son artistas con probada experiencia en el escenario, la química y la complicidad entre ambos es más que palpable. Una mirada basta para saber que piensa o que va a hacer el otro. Y eso, se plasma en cada canción, aunque ese término también es puesto en duda. Veamos. Las luces bajan y las sombras proyectan a una Goldszer en el proscenio, cantando a capella y Potenzoni batiendo tenuemente parches. Un instante cuasi punk en su esencia.

Cada recital/performance es única. Hay algo que impide esa categorización típica que busca tanto el periodismo como el público. Música, algo de teatro, y hasta lenguaje de señas, se conjugan en esta invención completa y absoluta. Trasciende esa verdad que esboza un tal Perogrullo porque aquí, es verdad. Vimos el debut de la dupla en el Galpón de Guevara, en la cúpula de la iglesia de Recoleta y ahora, también fuimos testigo de las “Hasta Trilce Sessions”. Todas diferentes y estas últimas, siempre varían. ¿Por qué? Deberán vivir la experiencia.

Este jueves 20 de noviembre, termina este ciclo de “A un paso del tiempo”. La cita es, prácticamente obligatoria para quienes busquen artistas que tengan a la curiosidad y el talento como estandarte. No sea cuestión que, el año que viene, encaren otra aventura, la cual será más que bienvenida.   

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