Nicolás anda (Teatro)

Detenerse nunca, rendirse jamás.

Dramaturgia y dirección: Nahuel Martinez Cantó. Actuación: Nicolás Stupenengo. Cámara En Vivo: Ivonne Küber. Diseño De Iluminación: Ivonne Küber y Nahuel Martinez Cantó. Fotografía y asistencia de dirección: Ivonne Küber. Diseño gráfico: Martín Speroni. Colaboración artística: Luciana Taverna.

Moscú Teatro. Ramirez de Velasco 535. Sábados, 19 hs.

El hombre ingresa al escenario junto a Sofía, su fiel compañera. Es aquél que “anda”. Es Nicolás Stupenengo, actor y director que sufrió un grave accidente el último día del 2006 por el cual transita su vida en una silla de ruedas.
 
Antes que nada, me atajo de quien pueda acusarme de estar “spoileando” lo que van a ver. En absoluto. Es más, el primer –sano- inconveniente es tratar de definir qué es lo que se ve. Si es un documental o biodrama. ¿Acaso importa? La verdad, no.
Más allá de esto, el viaje que construyó Nahuel Martínez Cantó a partir de la vida de Stupenengo aborda diversos puntos a considerar como un todo en la vida de una persona. El amor, el sexo, el trabajo, los amigos y la familia. La descripción de estos ítems está desarrollada de manera precisa, con el buen gusto de quien sabe dónde poner el acento sin caer en golpes bajo ni en sensiblería inconducente al hecho artístico. Es en este punto donde la dupla Martinez Cantó-Stupenengo logra algo fundamental: dotar al unipersonal de un texto realmente atrapante y conmovedor que extiende a su protagonista. No es fácil lograr esto sin caer en lo dicho anteriormente o lo que es peor, hacer algo absolutamente pasteurizado, a su pesar.
 
La austeridad de elementos se condice con la potencia de la imagen -tanto viva como en video- y los textos que habitan y vibran en Stupenengo.

La utilización de la pantalla ayuda para ubicar la acción a través del tiempo al tiempo que brinda importante data respecto a la situación de las personas discapacitadas. Es por eso que, cuando Nicolás anda, realmente lo hace. Va y viene. Muestra su propia vida a corazón abierto, con lo bueno y lo malo, siendo él mismo la prueba de sus palabras. La lucha constante en pos de la igualdad y el respeto a la discapacidad, con leyes que la amparan pero que no se cumplen en la cotidianidad. Esto, desde las rampas en la calle y la poca empatía arquitectónica y urbanística de la ciudad hasta la discriminación en bares por la presencia de Sofía. Justamente, será ella uno de los puntales de una puesta que apuesta un minimalismo general para acentuar la historia y el clima que se genera.
El público también será parte de lo que se vive en escena. Ese silencio que denota la atención en lo que se ve como la complicidad a través de algún sonido. Variará desde la risa al sonido de la lágrima/emoción contenida. Ese sentimiento múltiple tan dificil de describir, se hace presente en cuerpo y alma. El dejarse conmover a partir de una historia de lucha, dolor y superación constante que continúa una vez finalizada la función. Será en ese momento que la obra impacte en su totalidad.
 
La discapacidad forma parte de una realidad que no puede ignorarse. “Nicolas anda” pone en escena aquello que no quiere verse en bajo un formato artístico logrando una puesta tan fresca como inquietante.

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