Cien años después
De Andrés Binetti, Mariano Saba. Con Silvia Aguado, Natalia Bavestrello, Fabian Caero, Oscar Andrés Cayón, Osvaldo Djeredjian, David Ledezma, Alejandro Lifschitz, Teresa Murias, Juan Pascarelli, Alejandro Robles, Pablo Sciolini y Michelle Wejcman. Músico: Marcelo Aruzzi. Diseño de vestuario: Ana Algranati. Diseño de escenografía: Magali Acha y Andrés Binetti. Diseño sonoro y Música: Guillermina Etkin. Música original: Martín Alvarez. Diseño gráfico: Andrés Kyle. Asistente de sonido: Bruno Dotti. Asistencia de dirección: Sabrina Gilardenghi. Diseño de luces y Dirección: Andrés Binetti.
Apacheta Teatro. Pasco 623. Sábado, 21 hs.
Andres Binetti y Mariano Sabá presentaron la tercera parte de su laureada “Trilogía Argentina Amateur”. La misma está compuesta por “La Patria Fría”, “Después del aire” (de la que hablaremos la semana que viene) y el estreno de “Al servicio de la comunidad”.
En lo que es un rasgo distintivo de la trilogía como la confluencia entre el humor, la política y la ironía, en “Al servicio de la comunidad” se extreman los límites de los cruces, partiendo desde el mismo título, con una frase que es un oximoron en si mismo y que es el leit motiv de la Policia. En este caso, el contexto es 1910, momentos previos al Centenario. Cuestiones como la identidad argentina (asi como un “arte” que la identifique como tal), los inmigrantes y las diversas formas que abrevaban en nuestro país se dan cita en el recibidor de una casa de citas, donde se desarrollan los acontecimientos. Unos mendigos que son artistas (o viceversa) que quieren hacer su versión de “Hamlet” al tiempo que un terrateniente y su hijo disfrutan de las bondades comerciales del local. Que los mendigos esten todos tullidos y el protagonista se haga llamar Pocodiente, es lo de menos (o no). O sea, pasa de todo al mismo tiempo pero con una sincronicidad y armonía en su desarrollo admirable. Hay un mix de sainete y grotesco criollo en el que se puede pasar de una descripción cómica a una crítica social ácida y contundente.
En estas intertextualidades radica la riqueza del texto. Todo puede ser de una manera, como de otra, a partir de la resignificación que se produce a cada momento. Cada personaje tendrá su lucha personal. La “larga” querrá ser reconocida por como es, al tiempo que la “polaca” querrá escapar de su ingrato trabajo por medio de un amor, al tiempo que las “autoridades políticas” departen sus vicios y deseos en algunas de las habitaciones del establecimiento.
Por otra parte, es interesante ver la relación del artista como pobre al tiempo que quiere realizar su aporte artístico aún cuando sea a partir de establecer principios de dudoso valor.
Como no podía ser de otra manera, la parca también estará dando vueltas alrededor de un espacio excelentemente diseñado. Porque la muerte no es solo un fín sino también una consecuencia, al igual que en las tragedias shakesperianas. Una gitana será la encargada de decir que le depara el futuro a cada uno de los protagonistas, con marcadas alusiones a una realidad tan cierta como dolorosa, mientras se escuchan parlamentos de diversas obras de Shakespeare. Y es increíble que se intente tomar a un eximio literato de unas islas alejadas a más de diez mil kilómetros de la costa argentina para construir la propia argentinidad, cuando ya había autores de fuerte predicamento en nuestra historia. Pero tampoco extraña desde el momento que se utilizó el francés –lengua de la Ilustración- para que uno de los más ilustrados manifiesta su sentir mientras cruzaba para el lado de Chile, huyendo de la chusma nacional.
El elenco es muy bueno, en particular Alejandro Lifschitz y Oscar Tato Cayón, con personajes entrañables y queribles, a partir de sus propias particularidades, o más duros, tal como Liboria, la madama encargada de la casa, en la piel de Teresa Murias. La comicidad de Silvia Aguado en su doble papel de gitana e Infanta, descomprime al tiempo que ancla su participación al presente y al futuro de ese –ahora lejano- 1910.
Con un excelente texto que combina ironía, delirio y humor, no exento de la cuestión política que atraviesa la puesta, “Al servicio de la comunidad” es una de esas obras que no solo se querrán ver más de una vez sino que se recomendará con ahínco para que nadie se prive de verla.