La cárcel de su ser
De Christian Cardozo. Con Andrea Varchavsky. Vestuario: Ana Press. Escenografía: Romeo Fasce. Diseño de luces: Facundo Estol. Multimedia: Lluís Miras Vega. Música original: Guillermo Wienke. Asistencia de dirección: Anabella Ferreira. Dirección: Ana Laura Suárez Cassino.
Espacio Ecléctico. Humberto Primo 730. Domingos, 20 hs.
Una huida hacia delante pero ¿habrá un precipicio? Ella huye y habla. Sin parar. Se mueve mientras cambia de contextos y lugares. Son palabras que oscilarán entre el perdón, la justificación y la autoindulgencia. Es ella frente a un “otro” al que afecta por su acción (o su inacción). Sola frente situaciones que se escapan de su “ser”. Como ser madre, ser mujer, ser esposa pero con la apelación a la reacción si un ser querido sufre por un motivo que va más allá de lo justificable.
La dramaturgia juega con las palabras, con sutileza en lo que se refiere a la culpa relacionada con la crianza y educación de las personas y deja la puerta abierta a lo que serán las consecuencias futuras frente a un hecho determinado. Pero (siempre hay un “pero”) esa consecuencia futura, ¿no será condicionante de la persona adulta, con la consecuente reproducción de un círculo nefasto? Porque “La Baba” no busca una heroína brillante, digna de una película hollywoodense sino que se mete en el lodo de una mayoría silenciosa y pasiva en las que no hay luces de neón que alumbren sus actos.
La multimedia ubica con exactitud distintos lugares. Ya sea un tren o la habitación de una casa. Andrea Varchavsky es esa mujer que sufre y quiere romper los barrotes internos que le impiden actuar en la relación entre su hija y el padre de la niña. Su actuación es correcta para transmitir los matices de lo que está a punto de estallar pero ¿estallará? La iluminación es fundamental para el desarrollo de la puesta.
“La baba” es corrosiva y pone el lente sobre aquellas mujeres que “quieren” y muchas veces “no pueden”, con madurez y sin caer nunca en el golpe de efecto.