En el nombre del…
Autor y Director: Diego Casado Rubio. Actor: Emiliano Dionisi. Música Original: Rafael Sucheras. Vestuario: Vessna Bebek. Luces: Leandro Fretes. Realizador Escenográfico: Giuliano Benedetti. Diseño Gráfico: Nahuel Lamoglia. Asistente De Dirección: Juan Borraspardo. Ilustración De Portada: Yanina Níttolo. Asistente Escena: Juan José Barocelli. Productores Artísticos: Sebastián Ezcurra y Juan Borraspardo. Una coproducción de Compañía Criolla y El Principito Producciones 2023.
Teatro Del Pueblo. Lavalle 3636. Domingos, 17.30 h.
La luz aparece, de a poco, en el living de la casa. Sentado en el medio del mismo, en un sillón de un cuerpo, de otro tiempo, se encuentra él. Reflexivo, pero con ganas de hablar sobre lo que ocurrió. Una serie de valijas dan cuenta del viaje realizado con su padre con el deseo de ponerle fin a las dolencias que lo atraviesan. Este es el quid de la cuestión que amerita el encuentro y la verbalización de lo acontecido.
A partir de ese momento, como si fuera un rompecabezas construido por el más fino mecanismo de relojería, comienza una vorágine de sensaciones y cavilaciones que apuntan tanto al corazón como al cerebro. La relación padre-hijo sale a la superficie en palabras sentidas en torno a lo que fue y es. En lo bueno y en lo malo. Recuerdos varios invaden la atmósfera, cargándola de un aura en particular, por llamarla de alguna manera. La crianza y el desafío a la misma, el plasmar los deseos y las expectativas por demás lejanas a las propias. Esa sabana de querer hacer una propia vida, pero con esa dosis de culpa por alejarse de aquello a lo que se estaba “predestinado”.
A medida que pasan los minutos, el ambiente logrado es como el de una ceremonia. La quietud se quiebra por algún suspiro o respiración acompasada. Una rápida mirada a la platea certifica esto. La atención obtenida certifica esa frase que afirma que «el teatro transforma». Al menos, en el lapso de tiempo en que se ocupa la platea. El silencio se escucha, tanto como los pensamientos y sensaciones personales, dentro de los cuerpos de cada uno de los presentes.
La escenografía tiene la gran virtud de ser precisa al tiempo que llena por completo el espacio en que se desarrollan las acciones. O sea, logra que ese clima de casa vacía, se palpe y se vea. Algo similar ocurre con el vestuario, preci (o) so y elocuente desde su exactitud. El texto de Diego Casado Rubio es tan poético como certero en su propuesta. No esquiva el dolor ni las preguntas en voz alta cuya respuesta puede ser peor que la incertidumbre. El ritmo armónico de la puesta hace que tenga diversos momentos de impacto y reflexión, siempre con la tensión latente. La actuación de Emiliano Dionisi conmueve y llega hasta las fibras más íntimas de los presentes.
Se apaga la luz y, tras dos microsegundos, estalla un aplauso que es descarga, emoción y agradecimiento. No será extraño que dure un buen tiempo. “La capsula” pone en juego a las relaciones familiares, con todos los amores y manipulaciones de por medio que implica el mantenimiento de ese statu quo. Esto, en un momento crucial de la vida. De ahí que el café (o cena) a la salida de la función sea una extensión tan rica y reveladora como lo que se acaba de ver en el escenario del Teatro del Pueblo.