Si no te veo, felices fiestas (Teatro)

Jugarretas del destino

Dramaturgia y dirección: Pablo Bellocchio. Con Paula Brasca, Fernando Del Gener, Jimena López, Denise Rodríguez, Gimena Romano Larroca, Josefina Rotman y Nicolás Salischiker. Escenografía: Roberto Luis Colombo. Diseño de luces: Lucas García. Diseño gráfico: Rodrigo Bianco. Asistencia de dirección y de escenas: Marivi Yanno. Vestuario y producción: Lascia Colectivo De Trabajo.

Nün Teatro Bar. Juan Ramírez de Velasco 419. Jueves, 21 hs.

Recortes de realidad, de la vida cotidiana. Como si fuera el viejo y querido “cubo mágico” el cual se va armando de a poco. En medio de la penumbra de un escenario casi vacío, Laura habla con su madre por su celular al tiempo que Caro y Ciro empiezan con un coqueteo que tendrá un efecto dominó con el devenir de los hechos.

Si bien comienza con estos personajes, el nudo de la dramaturgia se centrará en Pablo y Adriana. Ellos constituirán esa pareja de la cual se hablará todo el tiempo yendo y viniendo a través de los años. Hete aquí el gran merito de la dirección y dramaturgia de Pablo Belocchio. Por un lado, con un texto sencillo pero fuerte, da cuenta de una situación común a todos y todas en relación a los sentimientos y situaciones que atraviesan una pareja, extendiéndose a todo tipo de relaciones humanas. Fidelidad y culpas varias se conjugan con el humor que sobreviene a partir de hechos en los que uno ríe para no llorar. La manipulación del otro en el marco de una familia y/o complejos de conciencia limpia para lavar culpas que son, llegado el caso, imperdonables. Plantear dicotomías como el derecho a vivir que uno debe tener y…vivir frente al «deber ser». Culpa y cargo cuando los culpables –si es que los hay- están en cualquier lado, menos donde se piensa que están. Conductas que apelan al guiño con el espectador a través de un “¿vos que harías en mi lugar?” que abrirá el grifo a todo tipo de opiniones las cuales no serán nunca las que se apliquen en la realidad…..y eso que son situaciones por demás comunes a todos los mortales.
En cambio, desde la dirección se da un desarrollo armónico y dinámico de los hechos, donde todo se relata como si fuera un cuento, de esos que captan la atención de manera instantánea. Una visceralidad bien constituida y dosis exactas de humor y tensión siendo ésta última la que mantiene latente a la obra en un final que cierra con contundente armonía.

La poesía tiene su momento en una escenografía en la que aquellas cartas que se escribieron los amantes, forman parte del piso en el cual ocurren los hechos. En el medio, un cubo de importantes dimensiones será la única y excelente escenografía que usará la obra para crear todo un universo.
Las palabras son fundamentales en su utilización casi semiótica. Cada una tiene un valor simbólico muy fuerte y precisión quirúrgica con respecto a su ubicación. Un muy buen ejemplo al respecto es “melancolía”, que atravesará la puesta con su impronta. Aquellos que añoran tiempos y decisiones de una vida pasada pero no pueden quitarse dicho lastre de sus existencias.
Un elenco de probada solvencia es el tamiz sobre el cual se desarrollará un texto atrapante, que pone el dedo en la llaga en esos lugares que duelen.

“Si no te veo, felices fiestas” es una puesta completa en todo el sentido de la palabra. Tiene todo para ser de esas que calan profundo en los espectadores como para, inclusive, volver a ver para certificar o no, lo que se plantea. ¿Acaso el teatro no tiene que dejar preguntas? Si. Entonces, bienvenida sea esta posibilidad con una puesta tan atrapante como reflexiva.

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