Terapia eterna para la neurosis generalizada.
Autor: Marcelo Cotton. Versión libre de Daniel Casablanca, Diego Reinhold y Guadalupe Bervih. Con Daniel Casablanca y Diego Reinhold. Diseño de Vestuario y Escenografía: Analía Morales. Música: Tomás Rodríguez. Edición de contenidos: Mariano Randazzo. Diseño gráfico: Nahuel Lamoglia. Fotografía: Nacho Lunadei. Redes Sociales: Moisés Rivas. Producción ejecutiva: Demián Kaltman. Asistente de dirección: María Vives. Dirección: Guadalupe Bervih. Producción general: Daniel Randazzo y Roberto Bisogno.
Teatro: ND Teatro – Paraguay 918. Viernes y sábado, 20.30 h
Año 2024, momento en que las charlas abiertas a un público determinado, mantienen la vigencia de hace algún tiempo. Todos y todas quieren que nos cuenten como resolver un problema bien y rápido. Al menos, una guía al respecto. Soluciones express, con toques de stand-up. De esta manera, un psicólogo de prestigio se ubica frente al ND Ateneo con el fin de realizar la presentación de su libro. Es locuaz y empático con sus escuchas. Tiene que serlo. Esto no quita que haya algún tipo de fisura en su discurso pero es lo de menos. El agradecimiento permanente a papá por lo obtenido es solo un indicio. “El show debe continuar” y así se hará hasta que la Matrix muestre un fallo.
Una mujer irrumpe la escena al grito de “¡Me robaron!”. De más está decir que capta la atención inmediata de los presentes. Más aún cuando estamos atravesados por los medios y la realidad –que no son lo mismo- en relación a la prédica sobre la inseguridad. Pero esta señora no es “cualquiera”. Poco a poco, a través de su verborragia, se percibe quien es la víctima del hurto.
El diálogo entre el psicoanalista y su paciente es por demás rico y abarcativo. Va y viene a través del tiempo. Épocas y personajes desfilan en un intercambio que apela tanto al humor como a cierta competencia histórica, no exenta de una complicidad que no siempre será complaciente. Esto se da, cortesía de una coyuntura político-social que ha resignificado todas las ideas y concepciones que se tenían, frente al nuevo paradigma de una libertad vacía de contenido. Un 2024 en el que se dejan de lado varios contratos y acuerdos sociales que se habían establecido desde hace bastante.
La puesta es simple y contundente, con la escenografía y la iluminación realizando los aportes justos. El texto es rico e ilustrativo –no didáctico- respecto a lo que fue la historia del país. Las idas y vueltas que hubo, con un análisis de lo ocurrido en relación a su identidad, es certero. La influencia de su padre y madre (¿Cuántos habrá? ¿serán muchos o pocos?) que hay detrás de la criatura y su posterior desarrollo, juega con la ironía propia del vínculo y el conocimiento que se tiene de como cayó la taba. La inocencia y la credulidad frente a promesas de un futuro mejor que terminaron de plasmarse. Por el contrario, es peor el remedio que la enfermedad.
Con un desarrollo dinámico y un ritmo atrapante, capta a los presentes a través de alusiones varias y constantes, con el guiño a la platea impactando en lo más profunda de su «ideología» (je). Siempre asentándose en las omnipotentes y fuertes presencias de Diego Reinhold y Daniel Casablanca. Ambos desarrollan sus personajes con sapiencia y calidad, apelando a la parodia y al sarcasmo. Allí será cuando aparece una mirada que combina el recuerdo emotivo con la bronca/tristeza/impotencia por lo vivido…y lo que se vive en la actualidad.
En un momento en que el humor político carece de visibilidad, “Argentina al diván” se ubica como una alternativa de reflexión sobre la situación del país, sin perder la sonrisa. Quizás ahí, se debería tirar la pelota al colectivo denominado “público” si quiere (y banca) puestas que los saque de su zona de confort y los enfrente con una realidad que dista mucho de sus creencias (¿lo podrán/desearán ver?)