“Sombras del holograma. O la luz de los abrazos”. (Teatro)

Teatro, en el parque, bajo las estrellas

Elenco: Javier Giménez (Holograma Tad 1, Fake, Rey Lear, Galileo Galilei), Dolores Burgos (Fake, Regania, Escon 1), Maximiliano Emanuel Junquera (Fake, Pregonero De La Escucha), Maive Martino Azar (Fake, Pregonero De La Contemplación), Mauro Rubén Cantisani (Fake, Holograma Tad 3, Kent, Pequeño Monje), Eugenia Llanos Nieto (Fake, Gonerila, Escon 2), Maxi Wachi Rasti (Fake, Pregonero De La Memoria) y Lorena Anahí Mazzeo (Fake, Holograma Tad 2, Cordelia). Equipo: Santiago Mouradian: Magia, instrucción y asesoramiento 7. Stella Rocha: Diseño y realización de vestuario. Luciano Campodónico: Música original, interpretación y registro. Lara Alvarellos Alonso: Diseño y realización de programa. Daniela Rapetti: Realización de video. Martina Burgos: Fotografía / Fernando Suárez: Asistencia Técnica. Producción General: Grupo de Teatro Callejero La Runfla. Hector Alvarellos: Dirección y puesta en escena.

Parque Avellaneda. Lacarra y Directorio (al fondo, al lado del tambo). Sábados, 21 h.

Ir a ver una puesta de La Runfla suele ser toda una experiencia en si misma. El querido Parque Avellaneda espera a quien desee adentrarse a su geografía para brindarle un espectáculo abarcativo. La feria permite comer algo rico a bajo costo y alta calidad como comprar ropa u objetos de utilidad. Ni hablar si en el escenario del tambo, a pocos metros del ingreso al polideportivo del parque, hay una banda que toque. En el caso de quien estas líneas escribe, se tuvo el gusto de ver el show de Massiva, rock duro del mejor calibre.

Termina el recital y, desde el mismo escenario en que tocó Massiva, Héctor Alvarellos, director de la Runfla convoca a los presentes a asistir a “Sueños de un holograma o la luz de los abrazos”, última creación del grupo en la que pone el ojo curioso e investigador, en nuevas inquietudes y preocupaciones.

El público responde y se dirige hacia el lugar indicado, ante la aparición de figuras varias («fakies»), ataviadas con vestuario multicolor y máscaras. Comienza una puesta que combina varias temáticas como la tecnología, los vínculos que establecen con la gente y el mito de la Caverna de Platón. Serán justamente los “fakies” quienes llevan adelante el relato al tiempo que se alimentan de las noticias falsas para crear su propio mundo de comodidad y anomia social. Es la vida misma, con el consabido reemplazo de ideas/hologramas por otros similares cuando caen en su utilidad. Tal como si fuera la teoría de los paradigmas de Kuhn en los que siempre hay un paradigma vigente, sin que esto implique “mejora” del modelo social en el que están insertos los individuos.

El poder y la verdad atraviesan lo que se ve sobre el verde césped del parque. La búsqueda de ambos y su acceso juegan con los deseos de los individuos. El poder como aquella droga de la cual no hay posibilidad de salida, tal como si fuese una adicción, prácticamente, incurable. Una caverna de la cual es difícil salir, más allá del deseo propio de hacerlo. ¿Podrá? ¿Querrá? Al que lo puede hacer, ¿lo seguirán?

Por otra parte, al ser el mismo parque el escenario teatral, permite una resignificación constante de la puesta. Más aún cuando hay que desplazarse algunos pasos para cambio de la escena y una variación de la geografía importante. Es el espectador saliendo de su comodidad en pos de la teatralidad que se avecina. Aparecen “Rey Lear” y “Galileo Galilei”, revisitados y con vigencia plena. El poder, su posesión y su contraste con la verdad porque, no siempre van de la mano. Son los clásicos en los que se busca esas respuestas para un contexto de banalidad extrema.

Justamente ahí es cuando la Runfla planta bandera. La sensibilidad frente al vacío de contenido, la banalidad y lo superfluo. Vivir para conocer y contar. Es ese “salir del agujero interior” para encarar lo que viene con aquello que uno posee de antemano y se va enriqueciendo a medida que se construye «camino al andar». Pero ojo, las críticas no quedan solo en una mirada nostálgica y melancólica sino que hay una alternativa real y poderosa a la idea dominante.

La música antecede el final, logrando que el ambiente de comunidad ensamblada gracias al arte, sea visible y palpable. Con “Sombras del holograma o la luz de los abrazos”, La Runfla pone la lupa en la actualidad de redes sociales y vidas en el ciberespacio sin olvidar sus orígenes de teatro callejero.

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