“Romance del Baco y la Vaca” (Teatro)

Pasiones irrefrenables

Autor: Gonzalo Demaria. Con Marco Antonio Caponi. Vestuario: Pamela Martinelli. Iluminación: Gonzalo Córdova. Asistencia de dirección: Guadalupe Bervih. Música Original: Joaquin Bachrach, Axel Wainschtein y Pol Nada. Fotógrafo: Pablo Munne. Caracterización: Agustina Luque. Diseño de Arte: Carmelo Maselli. Producción: Joaquin Bachrach y Marco Antonio Caponi. Dirección: Daniel Casablanca.

Timbre 4. México 3554. Domingo, 21.30 hs.

Está a punto de comenzar la función. El silencio es palpable. Por suerte, los celulares se apagaron a tiempo. Desde el primer halo de luz que atraviesa la oscuridad del escenario, se percibe algo en el ambiente. Es esa tensión previa a presenciar un momento teatral impactante.

Un joven de nombre Baco está allí, delante de todos. Toma el centro de la escena para contar su historia. Llama la atención su aspecto. Es imponente y desprolijo. Su verba es implacable. Todas las tonalidades en su voz para que el relato sea atrapante. La atención de los cinco sentidos se concentra en los dichos de este gaucho, mezcla de Juan Moreira, Wolvorine y Don Fulgencio, de gran corazón y ferocidad acorde a las vicisitudes de la vida.

Hay mucho para contar pero…hasta ahí. Más que nada porque, desde estas líneas, consideramos que es menester disfrutar una puesta atrapante.

Antes que nada, diremos que Gonzalo Demaría vuelve a poner en actividad su pluma en verso para crear un texto gauchesco de profunda sensibilidad. Es apasionante en tanto las palabras calan hondo mientras se fortalece cada una de ellas a partir del trabajo excelente que realiza Marco Antonio Caponi –del que ya hablaremos-. Como toda buena historia que se precie, tiene un principio, un desarrollo y un final. Todos cautivantes. Desde la crianza de un niño por una vaca hasta ese objeto de deseo que lo pone a Baco a desafiar todo tipo leyes en pos de un amor tan bizarro como verdadero. Pero será su desarrollo intrigante, que potencia la curiosidad en tanto, a medida que va pasando el tiempo y las acciones, surge la pregunta “¿qué vendrá ahora?”. Situaciones desopilantes e increíbles donde se juega el coraje y los valores.

Daniel Casablanca realiza una dirección precisa poniendo todo en su debido lugar para enaltecer la puesta. El todo por encima de las partes en pos de un resultado sublime que queda a la vista de todos. Mucho ritmo para un relato contínuo de exacta cadencia para vivir lo que se escucha. Inclusive habilita el ejercicio de cerrar los ojos y experimentar el protagonismo de la narración.  Diversos personajes forman parte de una historia que combina la intriga de los hechos planteados junto con el humor sutil que será parte de la misma.

El vestuario es fundamental para crear la identidad de un Baco que juega en la dualidad de un adulto guerrero y un niño inocente, ambos en busca de un amor pleno y sano. La iluminación es otro de los puntos a destacar como creadora de climas así como una escenografía tan mínima como exacta. La música ubica la acción al tiempo que el sonido brinda un marco preciso para ilustrar los hechos.

Párrafo aparte para Marco Antonio Caponi que pone todo en un personaje que será inolvidable. No dudo en componer un Baco al que no le esquivó poner el cuerpo –literalmente hablando-. Irreconocible bajo ese sombrero y detrás de esos dientes podridos de tanta marginalidad, recibe una merecidisima ovación final, por el riesgo que implicó haber aceptado un desafío del cual sale 100%  airoso. ¡Hasta se da el gusto de empuñar su slide para hacer blues en vivo!

En su momento, habíamos definido a esa excepcional creación de la dupla Alejandro Acobino/Germán Rodriguez llamada “Rodando” como una “road theatre”. Ahora, utilizaremos esa misma definición para este trabajo realizado por la troika Caponi-Casablanca-Demaria. Ambos, sendos unipersonales masculinos de alta calidad, que apelan a la imaginación y complicidad de un espectador que termina como testigo subyugado, casi dentro del mismo.

En un 2019 de muchos –y excelentes- unipersonales, con un mecanismo de relojería excelsa en tanto su duración y contenido, “Romance del Baco y la Vaca” es de esas gemas que merecen ser vistas más de una vez y recomendada a toda persona deseosa de disfrutar una pieza de teatro inolvidable.

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